Piazzolla, la convenci¨®n de un nuevo tango
Piazzolla pas¨® una vez, y fugazmente, por Madrid. El p¨²blico local no ha tenido tiempo de entrar en un verdadero contacto con ¨¦l. No obstante, cuatro larga duraci¨®n del m¨²sico argentino ponen al alcance de cualquier curioso, en las disquer¨ªas, un buen espectro de la carrera piazolliana. Se la puede juzgar en sus comienzos, con las regrabaciones de 1946; en su segunda manera de vanguardia, en 1960; en una revisi¨®n de la anterior (1970) y, finalmente, en su actual lanzamiento al estrellato internacional de la m¨²sica ?pop?, en d¨²o con Gerry Mulligan.Pero hace falta un monto de informaci¨®n adicional para entender el proceso de Piazzolla y de lo que se dio en llamar, hace un cuarto de siglo, ?el tango de vanguardia?. En este sentido, la carrera piazzolliana es la m¨¢s curiosa de toda la historia del tango.
El esquema normal de un m¨²sico tanguero es: la formaci¨®n m¨¢s o menos emp¨ªrica en su materia y luego, a posteriori de cierta notoriedad, la carrera de m¨²sico culto, instruido en un ¨¢mbito acad¨¦mico. En Piazzolla se dan los mismos elementos, pero ordenados de manera inversa: sus comienzos musicales se remontan a la infancia en Estados Unidos, cuando hac¨ªa la vida: de cualquier ni?o inmigrante, aprendiendo piano y enamor¨¢ndose de Bach. El bandone¨®n vino despu¨¦s, como algo ex¨®tico. El contacto con las orquestas de tango, a partir del deslumbramiento producido al volver a su pa¨ªs, escuchando el sexteto de Alvino Var daro. La iniciaci¨®n, al presenciar c¨®mo la orquesta de An¨ªbal Troilo celebraba sus recitales en el caf¨¦ Germinal. Ya, ha pasado la adolescencia y la edad de la raz¨®n lo encuentra tratando de sintetizar las dos vertientes, no sin pena: tocando el bandone¨®n y arreglando tangos para Troilo, por un lado; estudiando composici¨®n con Alberto Ginastera, por el otro. Siempre, soportando las pullas y las novatadas de sus compa?eros, que le ensucian las partituras y los deberes de armon¨ª¨¢.
M¨²sica y academia
Pero ya entonces (1940) est¨¢ conformado el Piazzolla de a?os posteriores y de siempre: un sujeto que busca la manera de hacer m¨²sica a nivel acad¨¦mico, vali¨¦ndose de elementos del tango. Sustancialmente, de su forma r¨ªtmica y de los timbres caracter¨ªsticos de la ?orquesta t¨ªpica?, centrados en el sonido del bandone¨®n. Est¨¢, ya, tambi¨¦n, el mismo ansioso productor de m¨²sica, necesitado de una suerte de mundo proyectivo a su alrededor, la gran imagen de Piazzolla ante s¨ª mismo, fraguada en metros de pentagramas escritos. Piezas para piano y movimientos para orquesta sinf¨®nica se mezclan con sus primeros tangos: Villeguita, El desbande, Se arm¨®, etc.Con su propia orquesta intenta abrirse paso en el p¨²blico, en una ¨¦poca de auge econ¨®mico (1946, terminaci¨®n de la guerra, primeros tiempos del peronismo), que permite a cualquier m¨²sico inquieto tener su conjunto e imponer su estilo. Estas posibilidades condicionan la aparici¨®n de un tango nuevamente reformulado, a trav¨¦s de formaciones como las de Horacio Salg¨¢n, Armando Pontier, Enrique Francini y Osmar Maderna. No es todav¨ªa el ?tango de vanguardia? pero s¨ª lo m¨¢s sofisticado (sobre todo arm¨®nicamente) que se puede hacer, despu¨¦s de Troilo.
Piazzolla no llega a la notoriedad. Paralelamente, su costado ?acad¨¦mico? se va a enriquecer a partir de 1953. Quiz¨¢ sea el momento en que con mayor deseo piensa convertirse en un ?gran? m¨²sico, corno su maestro Ginastera o H¨¦ctor Villa Lobos. Es cuando decide viajar a Par¨ªs y estudiar con Nadja Boulanger, la severa maestra que hab¨ªa rechazado como alumno a George Gershwin, por falta de preparaci¨®n. Cuando Piazzolla le muestra sus composiciones ?cultas?, la Boulanger se manifiesta indiferente. Cuando toca algunos de sus tangos de entonces (Triunfal, Marr¨®n y azul, Picasso) ella le dice: Voil¨¢, Piazzolla.
La vieja compa?era de Maurice Ravel lo ha definido: tiene que partir del tango, elaborando todo lo posible sus facultades t¨¦cnicas, pero sin perder los dos o tres elementos que lo ligan al baile porte?o.
Es claro que la Boulanger no sabe en qu¨¦ compromiso va a poner a su disc¨ªpulo. Cuando, en 1955, vuelve al pa¨ªs y ensaya una modalidad alocadamente vanguardista (el Octeto Buenos Aires, insolentemente dotado de una guitarra el¨¦ctrica), cuando propone al p¨²blico una suerte de microconcierto -para bandone¨®n y cuerdas (el primer Tango del ¨¢ngel) comienza a sentir c¨®mo el suelo resbala bajo sus pies.
Vanguardia
Piazzolla no tiene espacio: para el p¨²blico de conciertos, el lastre del bandone¨®n y la forma r¨ªtmica del tango son una marca de infamia y de vulgaridad; para el p¨²blico de tango propiamente dicho, la dificultad de la din¨¢mica lo torna imposible de ser bailado y ?dif¨ªcil?. Para unos, es rampl¨®n. Para otros, pedante.Es all¨ª donde se instala su verdadera experiencia de vanguardia, porque, vanguardista es aquel que se sobrepone al nivel adquirido por el gusto dominante, el que est¨¢ ?m¨¢s adelante? que los dem¨¢s, destruyendo las expectativas creadas por las costumbres. Entonces pueden darse dos salidas: o se crea un p¨²blico para el producto de vanguardia, imponi¨¦ndole nuevas pautas de consumo est¨¦tico, en cuyo caso la vanguardia termina siendo la academia de s¨ª misma, o se fracasa en toda la l¨ªnea, qued¨¢ndose el artista sin p¨²blico y el p¨²blico sin artista.
Piazzolla triunfa, se inventa un p¨²blico en el conflictivo proceso que culmina hacia 1960, con la consolidaci¨®n de su quinteto Nuevo Tango y sus experiencias de Jazz Tango en los Estados Unidos. El p¨²blico inventado lo sigue ruidosamente, como si se tratara de una campa?a electoral, y empieza a colmar los peque?os clubes nocturnos de Buenos Aires, como si se tratara de una secta persistente.
Es el momento en que empieza a ser devorado por el consumo desatento: su m¨²sica aparece en fondos de pel¨ªculas, de radioteatros, de, programas de televisi¨®n, donde se pretende crear un clima de ?Buenos Aires actual?. Los m¨¢s emperrados antipiazzollianos se acostumbran a su presencia extravagante. Se preparan las condiciones para que Piazzolla, en cualquier momento, llegue al gran ¨¦xito comercial.
El m¨²sico agrede al p¨²blico, ansiosamente, con toneladas de obras. Quiz¨¢ esto resienta la calidad sostenida de su producci¨®n, porque no se puede ser genio todos los d¨ªas. Pero es una manera de buscar, finalmente fecunda. Y una manera de reclamar, aunque sea a gritos, el afecto que hace falta para que se produzca el v¨ªnculo er¨®tico entre artista y p¨²blico. El ?aqu¨ª estoy, me quiero a trav¨¦s de ustedes, aunque sea a las patadas?.
Estos a?os traen, tambi¨¦n, las tentaciones institucionales, como la m¨²sica que Piazzolla hace para versos y milongas de Jorge Luis Borges y para fragmentos de alguna novela de Ernesto S¨¢bato. Pero se trata de experiencias laterales, ya que la obra piazzolliana es, finalmente, individual y poco combinable con otras obras.
Hoy, Piazzolla es una gran vedette internacional, que se codea con Mulligan y es comparado con nombres dispares de la producci¨®n corriente, desde la bossa nova brasile?a y Caetano Veloso, hasta Edgar Var¨¦se y Luciano Berio. Esto es m¨¢s ret¨®rico que efectivo. Con todo su refinamiento t¨¦cnico, con todo el bagaje de m¨²sica industrializada que cargan sus espaldas (actualmente no graba en la Argentina, por ejemplo.
Piazzolla pertenece a toda una cultura de la hibridaci¨®n, propia de un pa¨ªs de inmigrantes y de corta data, menos que centenario, en realidad, como lo es la Argentina. Sin tradiciones seculares, sin arraigos regionales, sin imperativos ancestrales, la cultura portuaria de la Argentina moderna se ha permitido la mezcla como principio, la hibridaci¨®n como sistema. Ha creado un idioma propio (el lunfardo), un teatro propio (el sainete y el grotesco) y una m¨²sica propia (el tango). Desde el vamos, estaban planteadas las condiciones corno para que los renovadores y los vanguardistas ensayaran sus mezclas desconcertantes, manteniendo viva una vertiente de la m¨²sica moderna que ya es pasto de la industrializaci¨®n mundial de la cultura. Como no pod¨ªa ser menos en un mundo transformado en un mercado unitario y sustentado en t¨¦cnicas de reproducci¨®n universales.
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