Crisis y creaci¨®n pol¨ªtica
Estamos pasando, pues, de un r¨¦gimen dictatorial a un sistema democr¨¢tico. Esto es, nos encontramos en plena crisis de las instituciones p¨²blicas. Por eso la sociedad tiene la gran responsabilidad de desarrollar una fecunda creaci¨®n pol¨ªtica; en primer lugar, son responsables de ello las corrientes sociales de donde mana el poder democr¨¢tico, y a su vanguardia los partidos pol¨ªticos; pero tambi¨¦n tiene una parte de esa responsabilidad el sector sinceramente reformista que permanece en el Estado. Hay una gran labor a la que dar buen fin: reconstruir, destruir y tambi¨¦n construir completamente de nuevo... Sin demora, pero con pies de plomo.En el panorama presente no existe la menor posibilidad de que quien esto escribe se entreviste con el presidente Su¨¢rez. Pero si hablara con ¨¦l, si me pidiera un consejo acerca de su futuro pol¨ªtico, le dir¨ªa -aunque parezca paradoja- que su porvenir no est¨¢ en continuar siendo presidente del Gobierno, sino en pasar r¨¢pidamente a la oposici¨®n. El actual equipo ministerial -algunos de sus miembros lo confiesan- tiene el urgente deber de vaciar el contenido ultraautoritario del Estado y dejar que en sus instituciones fluya el caudal democr¨¢tico. Esto es lo que exigen millones de espa?oles, la mayor¨ªa: que quienes se encarguen de dirigir los asuntos del Estado sean elegidos democr¨¢ticamente, sean representantes aut¨¦nticos de la sociedad mediante sus diversas expresiones a trav¨¦s de los partidos.
La situaci¨®n de los partidos
Tras la muerte de Franco, durante medio a?o al menos ha habido una no muy clara, pero en todo caso actuante, alianza entre el bunker y los reformistas. Estos han ido oscilan lo cada vez m¨¢s hacia la Espa?a real, la democr¨¢tica. Pero hoy todav¨ªa observamos que los refirmistas est¨¢n en alg¨²n grado condicionados por los ultras. Personalmente no conozco demasiado cu¨¢les son las posibilidades pr¨¢cticas que los reformistas tienen de liberarse del peso del pasado. Pero lo que s¨ª s¨¦ es que la alianza con el bunker no tiene ning¨²n porvenir en la sociedad. Tampoco lo tiene ning¨²n proyecto de reproducci¨®n de viejas experiencias tecnocr¨¢ticas.
La derecha
De ah¨ª que la derecha tenga que organizarse en partidos democr¨¢ticos. La derecha ha sido y en parte contin¨²a siendo franquista. Salvo algunos grupitos extraminoritarios, que en diversos sectores geogr¨¢ficos estaban reducidos a la expresi¨®n de poqu¨ªsimas personalidades, la derecha, con su ala ultra, ha ocupado el Estado. El ?partido? de la derecha ha sido el Estado. Ahora est¨¢ saliendo de ¨¦l o la desalojan- y se encuentra desorganizada. Esto es malo para ellos, pero tambi¨¦n para el conjunto de la sociedad.
Puede parecer otra paradoja que sea precisamente yo quien lo diga, pero insisto en ello: es necesario que la derecha se organice. He vuelto a dec¨ªrselo recientemente a Senillosa -dem¨®crata mon¨¢rquico de toda la vida-, como tambi¨¦n lo coment¨¦ hace unos diez anos con Motrico y con otras personalidades de tonos parecidos o complementarios. Sin derecha organizada con voluntad democr¨¢tica bien manifiesta, ?con qui¨¦n van a concurrir en unas pr¨®ximas elecciones las fuerzas de centro y sobre todo de izquierda? El consenso es general: estamos construyendo una democracia liberal burguesa. Nada m¨¢s, pero nada menos, en un pa¨ªs en el que el liberalismo pol¨ªtico no ha sido conocido, la mayor¨ªa de las veces, m¨¢s que por los libros.
Pues bien, en ese sistema es necesario que la derecha tenga un partido democr¨¢tico; esto es, que deje de ocultarse -como en otros tiempos- detr¨¢s de bandas armadas de tipo fascista o/y que deje de buscar apoyo en ciertos generales que pueden entender mucho de la manera de llevar una guerra, pero que a veces tienen una concepci¨®n demasiado primitiva de la pol¨ªtica. La derecha tiene que acostumbrarse a desarrollar acciones pac¨ªficas y democr¨¢ticas, y a aceptar, sin iras b¨¦licas, la p¨¦rdida de unas elecciones (las primeras, al menos, es posible que las pierdan).
El centro
Los grupos centristas -la mayor¨ªa de los cuales han estado siempre en la oposici¨®n- muestran, a mi juicio, un buen ritmo de organizaci¨®n de cada tendencia y de coordinaci¨®n general en casi toda Espa?a. Es l¨®gico, tienen un largo y duro entrenamiento. Las tendencias de centro y de centro-izquierda -algunos prefieren acentuar este ¨²ltimo t¨¦rmino tienen dos polos de atracci¨®n. Por un lado, la corriente dem¨®cratacristiana, y por el otro, la socialdem¨®crata.
Sin embargo, diversos cristianos -los de la UD de Catalu?a y los de la ID de Ruiz-Gim¨¦nez, como ejemplos- no quieren que se les clasifique as¨ª. Tambi¨¦n algunos socialdem¨®cratas -como Garc¨ªa L¨®pez- prefieren llamarse socialistas. En este sentido, hombres como D¨ªez Alegr¨ªa (hijo), Fern¨¢ndez Ord¨®?ez y Gonz¨¢lez Seara no tienen inconveniente en presentarse como lo que son y crean, junto a otras personalidades, una ?Federaci¨®n Social Dem¨®crata?. Ambas tendencias -democristiana y socialdem¨®crata- pueden tener un buen juego electoral en fechas no lejanas.
Pienso sin embargo -habr¨¢ que analizar cada texto program¨¢tico- que algunos partidos del centro utilizan un lenguaje que no corresponde a los sectores sociales que pueden representar; es decir, en algunos programas leo expresiones, y claras tomas de posici¨®n, demasiado a la izquierda para las tendencias de centro. Si bien es cierto que de esa forma tal vez puedan restar influencia a la izquierda, la verdad es asimismo que pueden perder votos y militantes en n¨²cleos centristas que acabar¨¢n decant¨¢ndose a la derecha.
La izquierda
Eso hay que tenerlo en cuenta tambi¨¦n porque la izquierda es cada d¨ªa m¨¢s poderosa. Algunos partidos de izquierda son los que muestran una mejor organizaci¨®n. Eso lo reconocen hasta los periodistas espa?oles y extranjeros de derecha. Por experiencia s¨¦ que el PCE constituye la fuerza m¨¢s estructurada en las tierras ib¨¦ricas. Los socialistas asimismo est¨¢n desarrollando mucho, cuantitativa y cualitativamente, el n¨²mero de sus militantes. Desde el PSP a la Federaci¨®n de Partidos Socialistas, pasando por el PSOE, el socialismo organizado independientemente de los comunistas tiene un brillante porvenir. Como entre los militantes comunistas, entre los socialistas existen l¨ªderes j¨®venes, inteligentes, flexibles y a veces con un agudo sentido del humor, que dar¨¢n un gran juego en la construcci¨®n de la Espa?a democr¨¢tica.
Algunos p¨¢rrafos program¨¢ticos y declaraciones de los partidos de izquierda reclaman igualmente nuestras cr¨ªticas. A veces en este sector existe una exagerada propensi¨®n al proyecto ut¨®pico. En esta familia pol¨ªtica es lo natural, pero hay que racionalizar esa tendencia.
De la protesta a la negociaci¨®n
La creaci¨®n pol¨ªtica no consiste s¨®lo en la argumentaci¨®n cr¨ªtica, en la protesta, en la contestaci¨®n sistem¨¢tica. En una sociedad democr¨¢tica, la creaci¨®n pol¨ªtica brota asimismo de la negociaci¨®n con las fuerzas contrapuestas; la reconstrucci¨®n pol¨ªtica puede surgir de la b¨²squeda de acuerdos, del establecimiento de compromisos.
Durante cuarenta a?os, los franquistas se han acostumbrado a replicar con la represi¨®n a las peticiones democr¨¢ticas; la oposici¨®n ha cogido el h¨¢bito de la protesta. Unos y otros -sin duda: unos m¨¢s que otros- tienen que habituarse ahora a la negociaci¨®n pac¨ªfica, a fin de que la sociedad salga pronto de la crisis con un nuevo conjunto institucional.
Negociar quiere decir tambi¨¦n conversar y discutir sin amenazar ni insultar a los de enfrente. Es necesario aprender a discutir de las cosas m¨¢s espinosas sin sacarlas de quicio. Esta es una observaci¨®n general. Porque tambi¨¦n en la oposici¨®n se encuentran algunas personas con mentalidad dogm¨¢tica, que no saben hablar si no es a base de bendiciones para unos y anatemas para otros, y que son incapaces de soportar la menor cr¨ªtica.
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