Giscard d'Estaing: pensar con Europa
Valery Giscard d'Estaing, ex alumno del Instituto Polit¨¦cnico de Par¨ªs, que durante m¨¢s de cincuenta a?os se ha dedicado a fabricar los cerebros de Francia, ministro de Finanzas a los 33 a?os, presidente de la Rep¨²blica poco despu¨¦s de cumplir los 45, objetor de De Gaulle, objetor del gaullismo, objetor de los norteamericanos y de los alemanes, objetor, incluso, de s¨ª mismo, y ahora objetor del ?colectivismo? que el se?or Mitterrand le propone a su pa¨ªs con la ayuda del se?or Marchais, se dispone en este momento, seg¨²n lo viene sugiriendo desde hace dos a?os, a echar las bases de un ?nuevo liberalismo humanista en Europa?. Evidentemente, el viaje del Rey Juan Carlos a Par¨ªs forma parte de ese prop¨®sito.Todo parece indicar que el presidente ha hecho suya, definitivamente, la idea de que la ?grandeur? francesa no existe como tal sino como veh¨ªculo de la ?grandeza universal? (palabras de Mendes France en la Asamblea, 1956). Desde muchos ¨¢ngulos, y especialmente desde la impuesta dimisi¨®n de Chirac, se ha dicho que Giscard d'Estaing pretende dictar la voluntad pol¨ªtica de Europa, as¨ª como Alemania dicta, de hecho, la voluntad econ¨®mica de los ?nueve?. Su reciente ?Democratie Francaise? trata de probar lo contrario. Prisionero de la reflexi¨®n y, a la vez, de las vicisitudes de la acci¨®n, este hombre que en diciembre cumplir¨¢ cincuenta a?os -y que en su entrevista de anteayer con la TV espa?ola declar¨® que lo esencial es ?comprender? a los dem¨¢s-, prefiere que Francia se transforme en centro de Europa, es decir, en un ?punto de encuentro? -para utilizar sus palabras- del norte y del sur del continente. Nada de crear la ?Europa latina? frente a la germ¨¢nica, ni nada, tampoco, de querer colocar al norte bajo la f¨¦rula del centro, o de un sur con su centro en Par¨ªs.
Puede ocurrir, quiz¨¢, como lo ha insinuado el se?or Mitterrand, que Giscard d'Estaing quiera convertirse en campe¨®n de la nueva Europa para poder as¨ª ser el campe¨®n de la vieja Francia en las legislativas de 1978, o en las presidenciales de 1981. Pero ni siquiera esa posibilidad priva de tono ecum¨¦nico a su pensamiento. Su actitud en ?Democratie Francaise? no es la del hombre de Estado que hace ¨²nicamente las preguntas para las que ya tiene su respuesta, sino la del simple particular, que se pregunta y, en cierto modo, se reponde provisoriamente.
?Cu¨¢l puede ser el papel de Espa?a en el contexto del prop¨®sito giscardiano? Ya en 1960-1962, cuando el actual presidente se desempe?aba como ministro en uno de los Gabinetes de De Gaulle, hab¨ªa tomado cuerpo en el El¨ªseo el plan de respaldar la entrada de Espa?a en la Europa democr¨¢tica. El aislamiento espa?ol facilitaba como lo se?al¨® De Gaulle, el progreso del mundo anglosaj¨®n en la pen¨ªnsula, en detrimento de los intereses inmediatos, econ¨®micos y militares de Francia, tanto en Espa?a como en el resto de Europa. La toma de partido francesa en favor de Espa?a implica pues -as¨ª lo habr¨ªa expresado Giscard d'Estaing durante su conversaci¨®n con don Juan Carlos en noviembre de 1975- una ?remodelaci¨®n? del mapa pol¨ªtico del continente. Una remodelaci¨®n pol¨ªtica al servicio, naturalmente, de la remodelaci¨®n ideol¨®gica que persigue el presidente. En las presentes condiciones pol¨ªticas de Esp¨¢?a, y m¨¢s all¨¢ de lo que pueda esconderse o no detr¨¢s del ecumenismo giscardiano, el derrumbe de los Pirineos es una operaci¨®n que s¨®lo puede beneficiar a este pa¨ªs.
A la monarqu¨ªa espa?ola se le ofrece, por mediac¨ª¨®n de un gobernante que habla -en estos tiempos- del ?deber moral de poder?, la posibilidad de pensar con Europa.
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