¡°Miguel nunca tuvo carnet de partido¡±
Entrevista con Josefina Manresa, viuda de Miguel Hern¨¢ndez, en el 66 aniversario del nacimiento del poeta
? ... Y lleg¨® con tres heridas; la del amor, la de la muerte, la de la vida.? (M. Hern¨¢ndez.)
Este a?o ha sido pr¨®digo en homenajes a Miguel Hern¨¢ndez. En Orihuela, Elche, Barcelona, Madrid, Badajoz, etc..., se han celebrado conferencias, exposiciones y actos en su memoria. Unos han sido permitidos y los m¨¢s prohibidos. Y es que la figura del pastor-poeta sigue siendo molesta para aquellos que pretendieron -y siguen pretendiendo- enterrar su voz tras la tumba. Pero, como escribi¨® Miguel Hern¨¢ndez, los poetas somos viento del pueblo: nacemos para pasar soplando a trav¨¦s de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres m¨¢s hermosas... El pueblo espera a los poetas con la oreja y el alma tendidas al pie de cada siglo.
Para intentar conocer mejor la persona de este poeta nos acercamos a Elche para dialogar con su viuda, Josefina Manresa. Hablar con Josefina es hacer presente a Miguel. Su obra, sus hechos, en sus m¨¢s insignificantes detalles van cobrando vida a trav¨¦s de sus palabras.
-La figura de Miguel como poeta es ya, m¨¢s o menos, conocida. H¨¢bleme de su actuaci¨®n como soldado en el frente republicano.
-Mi marido march¨® a la guerra como voluntario. En un principio se dedic¨® a abrir zanjas. Pero al poco tiempo la Casa de Cultura de Valencia le reclam¨® para que se dedicara a escribir poes¨ªas que animaran a los soldados. En cierta ocasi¨®n le pegaron un tiro roz¨¢ndole la chaqueta de pana por la altura del hombro. El siempre ten¨ªa esperanza de que ganar¨ªa el bando republicano.
-Y al no ganar su bando, ?qu¨¦ ocurri¨®?
-Cuando termin¨® la guerra estaba Miguel en Madrid y vino hasta el pueblo de Cox, donde yo me encontraba, andando y con alg¨²n carro que encontraba por los caminos. En Cox estaban celebrando los vencedores su victoria con volteos de campanas y cohetes sin cesar. Nosotros ten¨ªamos conejos en el corral y cuando lleg¨® Miguel me ayud¨® a matar uno para la comida del d¨ªa. Est¨¢bamos los dos muy nerviosos y yo me hice un gran corte en un dedo. Al d¨ªa siguiente fue a Orihuela a ver a su familia. D¨ªas despu¨¦s volvi¨® a ir y consigui¨®, por mediaci¨®n de su hermano, un salvoconducto.
-Estuvo mucho tiempo con usted?
-No, porque en seguida se march¨® a Sevilla con doscientas pesetas que le hab¨ªa dejado su hermano. All¨ª ¨¦l pensaba refugiarse en casa de un amigo suyo, pero ¨¦ste no le quiso refugiar dici¨¦ndole que iba a ser descubierto por los caseros de aquella finca. Entonces decidi¨® marchar a Portugal. Sufri¨® mucho por aquellos desiertos llegando a encontrarse con animales salvajes. Atraves¨® el r¨ªo nadando con una mano y con la otra llevaba el equipaje que consist¨ªa en una caja de cart¨®n con la muda y el traje azul que le regalaron cuando fue a Rusia. En Rosal de la Frontera vendi¨® ¨¦l traje y el reloj de pulsera que le regal¨® Vicente Aleixandre para la boda. All¨ª, un desconocido que viv¨ªa solo con su madre le ofreci¨® su casa. La madre siempre le dec¨ªa a Miguel: ?Cuitadi?o, cuitadi?o.? Pero pronto fue detenido por un guardia portugu¨¦s que lo entreg¨® a la Guardia Civil espa?ola. Durante nueve d¨ªas seguidos lo estuvieron sacando a las dos de la madrugada a darle una paliza. Yo le pregunt¨¦ si se vengar¨ªa de eso y me dijo que no.
-De all¨ª, ?a d¨®nde fue trasladado?
-Lo trasladaron a Madrid. Por un decreto del Gobierno que dec¨ªa que pusieran en libertad a los detenidos indocumentados, sali¨® Miguel a los cuatro meses de la c¨¢rcel sin que fuera identificado. Sin pensar m¨¢s me puso un telegrama dici¨¦ndome que ven¨ªa. A m¨ª me caus¨® mucho disgusto porque sab¨ªa el peligro que corr¨ªa. Lleg¨® con mucha alegr¨ªa. Fue a Orihuela a ver a sus padres, volvi¨® a ir y lo detuvieron, llev¨¢ndolo al Seminario que entonces era c¨¢rcel. Desde all¨ª me escrib¨ªa cartas clandestinamente. Se las daba a su padre y tardaban mucho tiempo en llegar. Lo mismo ocurr¨ªa con las que yo le enviaba a ¨¦l. No quer¨ªa que fuera a verlo para que yo no sufriera, pero con el deseo de verme a m¨ª y al ni?o fuimos una vez. Pero nada m¨¢s: dec¨ªa que parec¨ªamos dos perros ladr¨¢ndonos pero sin entendemos por el ruido de voces que all¨ª hab¨ªa. De all¨ª lo trasladaron a Madrid en tren. Fuimos a despedirlo a la estaci¨®n su padre, su hermana Encarnaci¨®n, el ni?o y yo. El iba esposado de la mano de otro preso. Uno de los guardias civiles que le acompa?aban, Pepe Fuentes, era muy amigo de mi padre y se port¨® muy bien soltando a Miguel para que pudiera coger a su hijo en brazos.
-?C¨®mo fue el trato en la c¨¢rcel?
-Miguel pidi¨® el traslado a la prisi¨®n de Alicante para poder estar m¨¢s cerca de la familia, y se lo concedieron. En una entrevista que le hicieron al director de la c¨¢rcel que sustituy¨® al que hab¨ªa durante la estancia de Miguel, dec¨ªa que se le hab¨ªa tratado muy bien durante la enfermedad. Sin embargo ¨¦l no estaba muy satisfecho del trato. Le ofrecieron hacer un trabajo en las taquillas, pero no quiso aceptarlo por considerar que esto era servirles a ellos. El quer¨ªa el mismo trato que los dem¨¢s. Estando en Alicante, un grupo de escritores le pidi¨® que escribiera cosas a favor del r¨¦gimen y as¨ª podr¨ªa salir de la c¨¢rcel, pero ¨¦l se neg¨®.
-?Se hizo alguna gesti¨®n para sacarlo de la c¨¢rcel?
-Jos¨¦ Mar¨ªa Coss¨ªo cuenta que ¨¦l tuvo que levantarse un d¨ªa a las tres de la madrugada para hablar con un ministro de Franco y con un general para pedirles que no fusilaran a Miguel.
-?Sol¨ªa ganar algo Miguel durante la guerra?
-En tiempo de guerra ¨¦l no ganaba un sueldo fijo, y cuando ten¨ªa necesidad ped¨ªa dinero. Unas veces le daban de sueldo quinientas pesetas, otras mil. Cuando public¨® ?Vientos del pueblo? le dieron 3.000 pesetas y veinticinco ejemplares. Eso fue cuando m¨¢s gan¨®. En sus cartas siempre me dec¨ªa que no hab¨ªa cobrado, que pidiera yo prestado, que ya me mandar¨ªa ¨¦l dinero. A veces se tra¨ªa algunos kilos de arroz, y botes de leche cuando el ni?o estaba enfermo. Luego se lo negaron diciendo que no pod¨ªa ser.
-?Pertenec¨ªa al Partido Comunista?
-El nunca me dijo que estuviera afiliado al Partido Comunista. Y nunca tuvo carnet. Lo que s¨ª est¨¢ claro es que no era de derechas. Respetaba todas las ideas. Una vez le pregunt¨¦ qu¨¦ dir¨ªa si a nuestro hijo le diera por ser cura y me respondi¨®: ?Si es su vocaci¨®n, no me opondr¨ªa.? El estaba a favor de la justicia y la libertad. No aprobaba que se matara indiscriminadamente ni algunas de las acciones que hac¨ªan los milicianos, como quemar iglesias, etc¨¦tera...
(Respecto a este programa pol¨ªtico de Miguel Hern¨¢ndez nadie mejor que ¨¦l puede describ¨ªrnoslo: ?Si yo sal¨ª de la tierra, / si yo he nacido de un vientre / desdichado y con pobreza, / no fue sino para hacerme / ruise?or de las desdichas, / eco de la mala suerte, / y cantar y repetir / a quien escucharme debe / cuanto a penas, cuanto a pobres, / cuanto a tierra se refiere.?)
-Se ha escrito mucho sobre la formaci¨®n autodidacta de Miguel Hern¨¢ndez. ?Qu¨¦ nos puede decir sobre ello?
-Miguel fue al colegio hasta los catorce a?os y en las hojas de notas que yo conservo ten¨ªa sobresalientes en casi todas las asignaturas. Pero aparte de esta formaci¨®n escolar ¨¦l cuidaba mucho el contacto con la cultura popular. Tengo en mi poder una peque?a libreta que Miguel llevaba siempre consigo y en la que apuntaba frases y refranes populares para luego utilizarlos en sus obras. As¨ª Miguel usa muchos t¨¦rminos propios del lenguaje usado en Orihuela y los pueblos de su huerta. Por ejemplo, dice lilio en vez de lirio, tal como se acostumbra a decir en la huerta de Orihuela. Yo misma sol¨ªa decir antes tambi¨¦n esta palabra y luego me ha costado mucho corregirme. El mismo t¨ªtulo del auto sacramental Qui¨¦n te ha visto y qui¨¦n te ve, y sombra de lo que eras est¨¢ recogido de una frase muy usada en Orihuela cuando se ve¨ªa a una persona que hab¨ªa prosperado f¨ªsica o econ¨®micamente: ?Qui¨¦n te ha visto y qui¨¦n te ve?, y luego se volv¨ªa a repetir: ?Qui¨¦n te ha visto y qui¨¦n te ve, Santa Fe. No eres ni tu sombra?.
La muerte
-?Cu¨¢les fueron las ¨²ltimas palabras de Miguel antes de morir?
-Hay un escritor sudamericano, Elvio Romero, que escribi¨® en una biograf¨ªa de Miguel Hern¨¢ndez que momentos antes de morir escribi¨® en la pared la frase que ya se ha hecho c¨¦lebre: ?Adios hermanos, camaradas, amigos. Despedidme del sol y de los trigos?. La frase es muy bonita, pero resulta imposible que pudiera escribirla Miguel en la pared, ya estaba totalmente apoltronado en la cama, sin poder moverse. Otros ten¨ªan que escribir sus cartas. Seg¨²n el testimonio de un compa?ero suyo de c¨¢rcel que fue quien atendi¨® a Miguel durante su enfermedad y que se llama Joaqu¨ªn Ram¨®n Rocamora, las ¨²ltimas palabras que pronunci¨® antes de morir fueron: ??Ay, Josefina, qu¨¦ desgraciada eres!?.
-Despu¨¦s de la muerte de Miguel, ?ha tenido alguna oferta para usted o para su hijo?
-A los pocos a?os de la muerte de mi marido, y cuando mi hijo ten¨ªa nueve a?os, un abogado de Orihuela me propuso ayudarme en los estudios de mi hijo en el colegio de jesuitas de Orihuela, donde hab¨ªa ido tambi¨¦n Miguel hasta los catorce a?os, pero me ped¨ªa a cambio que firmara yo un escrito renunciando a la publicaci¨®n del libro ?Vientos del pueblo? ni aqu¨ª ni en Sudam¨¦rica. Y me negu¨¦.
-A los 34 a?os de su muerte va a publicarse, por vez primera en Espa?a, la obra po¨¦tica completa de su marido. ?Qu¨¦ opina sobre ello?
-Pues que siento una gran satisfacci¨®n al ver que pueden salir al fin sus obras en Espa?a. Y al mismo tiempo siento una gran tristeza de que no haya podido haber sido esto antes. Yo ten¨ªa una gran seguridad de que alg¨²n d¨ªa ser¨ªa reconocida la obra de mi marido. Incluso en los momentos m¨¢s oscurso de la guerra yo segu¨ªa pensando esto. El gran miedo que yo ten¨ªa era de que ocurriera algo y se destruyese toda su obra antes de ser conocida. Por eso intent¨¦ por todos los medios publicar sus escritos antes de que fueran requisados, destruidos o robados. Escrib¨ª a muchas editoriales espa?olas y extranjeras, pero ninguna se atrev¨ªa. Losada tampoco se atrevi¨® hasta que no hubiera algo publicado de Miguel. En el a?o 1948 entregu¨¦ a Espasa-Calpe el libro ?El rayo que no cesa? cobrando 7.500 pesetas y autoriz¨¢ndoles a que hicieran todas las ediciones que quisieran sin cobrar nada m¨¢s.
Y dejamos a Josefina con sus recuerdos y vivencias de aquel poeta que ya supo predecir el sino de su vida: ?Como el toro he nacido para el luto/ y el dolor, como el toro, estoy marcado/ por un hierro infernal en el costado/ y por var¨®n en la ingle con un fruto?.
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