La econom¨ªa argentina, a los doscientos d¨ªas de gobierno militar
Al cumplirse los primeros siete meses desde que las fuerzas armadas asumieron el poder en la Argentina, el pa¨ªs sigue inmerso en una grave crisis econ¨®mica. Si bien Mart¨ªnez de Hoz, el nuevo ministro de Econom¨ªa, ha podido paliar, en alguna medida, el desenfrenado proceso inflacionario y el d¨¦ficit fiskal, s¨®lo lo ha logrado a costa de una dr¨¢stica reducci¨®n de los salarios reales, una importante ca¨ªda en el nivel de la actividad econ¨®mica global y el consiguiente aumento en el n¨²mero de trabajadores parados.Aunque en marzo del corriente a?o la situaci¨®n econ¨®mica y financiera era desastrosa, es dudoso que el conjunto de medidas adoptadas desde entonces haya constituido una receta adecuada para encauzar la econom¨ªa hacia una expansi¨®n sostenida y duradera. Por el contrario, lo que m¨¢s destaca es el car¨¢cter profundamente recesivo del programa adoptado sin que, a corto plazo, existan perspectivas de que se modifiquen las tendencias actuales.
Por otra parte, el programa econ¨®mico que se implanta en la Argentina tras el golpe de estado del 24 de marzo no difiere sustancialmente de aqu¨¦llos aplicados en a?os recientes en otros pa¨ªses del cono sur del continente sudamericano. En muchos aspectos, tampoco se diferencia del ?realismo econ¨®mico? que sucesivos ministros argentinos hab¨ªan predicado a lo largo del a?o 1975. Pero lo que quiz¨¢s haya otorgado mayor coherencia al programa trazado por Mart¨ªnez de Hoz es el marco pol¨ªtico e institucional en el que ¨¦ste se est¨¢ desarrollando.
Los objetivos
Mart¨ªnez de Hoz se propon¨ªa reconstituir el clima de confianza para la empresa nacional y extranjera, reactivar la inversi¨®n productiva y propender al logro de un flujo creciente de capital extranjero en el quehacer nacional. A corto y mediano plazo, esto involucra el siguiente conjunto de medidas:
- La reducci¨®n dr¨¢stica del d¨¦ficit presupuestario del Gobierno, que en 1975 hab¨ªa representado un 13% del producto bruto interno y un 77% del gasto p¨²blico.
- Restricciones a los aumentos salariales a los efectos de controlar una inflaci¨®n galopante, que a comienzos del a?o superaba la tasa del 500% anual.
- La liberalizaci¨®n total de la pol¨ªtica de control de precios, indicada como la causa del desabastecimiento y mercado negro generalizados en a?os anteriores.
- La reestructuraci¨®n de los precios relativos internos para favorecer esencialmente al sector agropecuario y a sus exportaciones tradicionales.
- La paulatina unificaci¨®n de las diversas tasas cambiarias, tendiendo hac¨ªa un mercado ¨²nico y libre de cambios para posibilitar la libre movilidad de los capitales externos sin restricciones.
- La renegociaci¨®n de la deuda externa, que por vencer en gran parte, a corto plazo, pon¨ªa al pa¨ªs en una situaci¨®n cercana a la cesaci¨®n de pagos.
Dentro de una t¨®nica de creciente liberalizaci¨®n de la econom¨ªa fueron establecidos una serie de mecanismos institucionales. Se eliminaron los controles del Estado sobre los dep¨®sitos bancarios, el sistema financiero y la comercializaci¨®n interna y externa de la producci¨®n agr¨ªcola. Se redefini¨® el papel del Estado en la econom¨ªa, traspas¨¢ndose al sector privado numerosas empresas que con anterioridad hab¨ªan pasado a su control. Se ?solucionaron? una serie de conflictos que manten¨ªa el Estado argentino con numerosas empresas extranjeras, algunas de las cuales hab¨ªan sido ?argentinizadas? (Siemens, CADE, Shell, Esso, First National City Bank, etc.). Estas medidas, conjuntamente con las importantes modificaciones introducidas en la ley de Inversiones Extranjeras, se consideraron esenciales para el desarrollo del ?clima adecuado para el capital extranjero.
Pol¨ªtica laboral
Pero los cambios m¨¢s notables, en el marco institucional, se introdujeron en el ¨¢mbito laboral. Las restricciones en los aumentos salariales fueron acompa?adas por la suspensi¨®n de toda actividad de negociaci¨®n salarial entre los sindicatos y empresarios. Se estableci¨® que, en lo sukesivo, ?ser¨¢ el Estado el que establecer¨¢ peri¨®dicamente el aumento que deber¨¢n tener los salarios?. Por otra parte, fue intervenida la otrora poderosa CGT (la central obrera) y los principales sindicatos; se prohibi¨®, lisa y llanamente, toda actividad pol¨ªtica y sindical, se derog¨®. el derecho de huelga y se modificaron importantes cl¨¢usulas del fuero laboral, etc. Evidentemente, los salarios reales habr¨ªan de constituir la principal ?variable de ajuste? del programa econ¨®mico.
Tanto la pol¨ªtica de reducci¨®n del d¨¦ficit fiscal como la pol¨ªtica de ingresos tuvieron significativos efectos recesivos, ahond¨¢ndose tendencias que se ven¨ªan dando desde fines del a?o 1975. La ?racionalizaci¨®n? de la Administraci¨®n p¨²blica con la prescindibilidad de numerosos agentes, los reajustes operados en las tarifas de los servicios p¨²blicos y en el precio de los combustibles, conjuntamente con el virtual congelamiento de los sueldos y salarios -esto ¨²ltimo se hizo extensivo al sector privado- fueron medidas que causaron una dr¨¢stica ca¨ªda de la demanda efectiva y una importante reducci¨®n en el nivel de la actividad econ¨®mica. Estas tendencias fueron reforzadas por la aplicaci¨®n de nuevos impuestos y el aumento de la carga impositiva, por el descenso de los ingresos reales de los asalariados del sector privado y la paralizaci¨®n de los proyectos de inversi¨®n p¨²blica -con una incidencia particular sobre el sector de la construcci¨®n-, con efectos geferalizados sobre la econom¨ªa en su conjunto.
Seg¨²n informes oficiales, en los primeros meses de aplicaci¨®n del programa econ¨®mico se prescindi¨® de unos 60.000 empleados p¨²blicos? equivalente a un 4% del conjunto de los agentes de la Administraci¨®n Central, provincial y municipal. Tambi¨¦n quedaron cesantes, por razones ideol¨®gicas y gremiales, numerosos t¨¦cnicos, profesionales y cient¨ªficos que formaban parte de la infraestructura cient¨ªfica y tecnol¨®gica del pa¨ªs, sin contar el ?reordenamiento? operado en el ¨¢mbito universitario.
Ca¨ªda de salarios
Si bien los salarios aumentaron cuatro veces en el curso del a?o -18% a partir del 1.? de enero, 20% desde el 1.? de marzo, 15% con vigencia a partir del 1.? de junio y 15 % a partir de septiembre-, estos aumentos no compensaron en lo m¨¢s m¨ªnimo el continuado alza de los precios, que, seg¨²n cifras oficiales hab¨ªan aumentado en m¨¢s de un 200% en el corriente a?o. Como consecuencia, en julio los salarios reales hab¨ªan ca¨ªdo un 60%, en relaci¨®n a igual mes del a?o anterior, alcanzando el nivel m¨¢s bajo de los ¨²ltimos teinta a?os. Con estas tendencias, la regresi¨®n operada en la distribuci¨®n del ingreso nacional es total. En los corrillos del Ministerio de Econom¨ªa se estimaba que la participaci¨®n de los asalariados en el ingieso nacional hab¨ªa ca¨ªdo de un 40% a un 29% en menos de un a?o.
Si no mediara un cambio de orientaci¨®n en la pol¨ªtica econ¨®mica, dificilmente se modificar¨¢ esta tendencia bajista en los salarios reales, dado el continuado aumento de los precios a tasas elevad¨ªsimas. En junio y julio se hab¨ªan reducido sustancialmente las expectativas inflacionarias y el ¨ªndice del coste de vida hab¨ªa descendido de un 38% de aumento mensual, que hab¨ªa tenido en marzo, a casi un 3 % (en parte debido a la modificaci¨®n de las ponderaciones de los bienes que integran la cesta de la compra). Esto se debi¨®, fundamentalmente, a la dram¨¢tica ca¨ªda que hab¨ªan sufrido las ventas, que inhibi¨® mayores aumentos de precios, pese al continuado aumento de los costos. En agosto se registr¨® un aumento de los precios mayoristas del 8,2%, con lo cual la tasa de inflaci¨®n anual rondaba el 450%. Cabe destacar que los precios mayoristas agropecuarios aumentaban en ese mismo mes en un 580% anual, con lo cual ser¨ªa ilusorio esperar un apaciguamiento de las expectativas inflacionarias o una reversi¨®n en las tendencias a la baj¨¢ de los salarios reales.
Recesi¨®n por falta de demanda interna
En un pa¨ªs en donde m¨¢s del 35% del PBI lo genera el sector industrial manufacturero y gran parte del mismo se orienta al mercado interno, la reducci¨®n del gasto p¨²blico, y en particular la ca¨ªda de los salarios reales, no dejan de tener importantes efectos recesivos. El debilitamiento del mercado interno y la ca¨ªda de la demanda influyen principalmente sobre la mediana y peque?a industria productora de bienes de consumo popular masivo. Sin embargo, este a?o tambi¨¦n ha incidido sobre la industria automotriz y sus industrias proveedoras y conexas, lo cual estar¨ªa indicando la gravedad de la crisis. La construcci¨®n p¨²blica y privada se halla tambi¨¦n virtualmente paralizada. En fin, las ¨²nicas industrias que han tenido ¨ªndices positivos de crecimiento, en relaci¨®n al a?o anterior, son algunas vinculadas al sector agropecuario (producci¨®n de tractores, etc.) y aquellas que -pese al aumento de los costos internos, una tasa cambiaria desfavorable y la crisis econ¨®mica mundial- han podido seguir exportando. Pero estos casos son m¨ªnimos y no han podido compensar las tendencias recesivas generalizadas.
En este contexto, es probable que la ca¨ªda en el PB1 este a?o supere el 6,5% pronosticado con anterioridad, y que el aumento de la desocupaci¨®n haya escapado ya de las manos del equipo de Mart¨ªnez de Hoz. Fuentes extraoficiales estimaban que los desocupados en julio superaban el 7,5% de la poblaci¨®n activa (unos 700.000 trabajadores). Pero estas cifras no toman en consideraci¨®n la reducci¨®n de horas extras trabajadas, la reducci¨®n de los d¨ªas laborables (algunas industrias trabajan s¨®lo tres d¨ªas por semana) y el cierre temporal. de muchas f¨¢bricas en un clima de ?vacaciones forzadas?. (Una de las principales demandas de los obreros de la industria automotriz en el conflicto reciente fue ?que se trabajara toda la semana?.)
Buena imagen internacional
Con todo, Mart¨ªnez de Hoz ha impresionado bien a los centros financieros internacionales: pudo refinanciar la deuda externa y evitar una situaci¨®n de virtual cesaci¨®n de pagos. Por otra parte, se ha reducido, en alguna medida, el d¨¦ficit de la balanza comercial, fundamentalmente debido a una reducci¨®n de las importaciones, a causa de la situaci¨®n recesiva que vive el pa¨ªs. En lo que respecta a la estrategia exportadora del Gobierno, ¨¦sta se basa en la promoci¨®n de las tradicionales exportaciones agropecuarias de la zona pampeana. La reducci¨®n de las retenciones a las exportaciones, los altos precios sost¨¦n para la producci¨®n agr¨ªcola y tasas cambiarias favorables han infundido confianza en el sector agroexportador, principalmente el cerealero. Sin embargo, las exportaciones dif¨ªcilmente alcancen los niveles de los ¨²ltimos a?os. Los precios internacionales de los cereales han ca¨ªdo en algo con respecto al a?o pasado. Y sigue el cierre del Mercado Com¨²n europeo a las exportaciones de carnes argentinas. Tanto este factor como una relaci¨®n de precios extremadamente favorable para los cereales, en relaci¨®n a la carne vacuna, ha incidido sobre un proceso generalizado de liquidaci¨®n y ventas de ganado y de vientres, resinti¨¦ndose el ?stock? ganadero y la capacidad de exportaci¨®n futura de este ¨ªtem.
Pese a todo ello, se estima que el d¨¦ficit de la balanza de pagos ha de reducirse sustancialmente en relaci¨®n a lo que fue en el a?o 1975.
En definitiva, se destaca la dureza del programa econ¨®mico de Mart¨ªnez de Hoz, que, por las caracter¨ªsticas de la econom¨ªa y sociedad argentinas, s¨®lo puede desarrollarse en un marco pol¨ªtico netamente represivo.
?Qui¨¦nes se favorecen y qui¨¦nes se perjudican con esta pol¨ªtica econ¨®mica? Es evidente que el programa tiene un sesgo agropecuarista que favorece fundamentalmente a los intereses agr¨ªcolas de la regi¨®n pampeana. El gran capital extranjero tambi¨¦n ha sido favorecido, pero el mercado interno ha dejado de ser atractivo para ¨¦l. Sin embargo, queda como perspectiva la explotaci¨®n petrol¨ªfera de la plataforma submarina del Atl¨¢ntico Sur, como inversi¨®n rentable. Por el momento, el flujo de capital extranjero al pa¨ªs sigue siendo nulo.
Por otra parte, es evidente que los costos sociales involucrados en el programa econ¨®mico han sido sustentados casi exclusivamente por los asalariados obreros y la gran clase media argentina, quienes han visto dram¨¢ticamente reducidos sus ingresos y fuentes de trabajo. Pero tampoco debemos menospreciar el impacto que ha tenido esta pol¨ªtica econ¨®mica sobre la mediana y peque?a empresa, en particular la del interior del pa¨ªs. En las circunstancias actuales es de esperar que se produzcan quiebras masivas para estos sectores y la continuada concentraci¨®n industrial a favor de la gran empresa.
Es interesante destacar que la situaci¨®n econ¨®mica actual ha comenzado a preocupar: incluso, a los militares.
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