Un ejemplo: el Certamen Coral de Tolosa
Se acaba de clausurar el VIII Certamen de Canci¨®n y Polifon¨ªa Vascas para masas corales, en Tolosa. El coro h¨²ngaro J¨®venes Artistas Unidos, de Budapest, ha resultado vencedor. Paralelamente se ha fallado el Concurso de Composici¨®n Coral, obteniendo premio una partitura del compositor donostiarra Tom¨¢s Garbizu.Previamente se celebr¨® el I Certamen de canci¨®n vasca para corales infantiles, que gan¨® la Escolan¨ªa Samaniego, de Vitoria.
Un coro h¨²ngaro ha vencido y convencido en Tolosa. Cantando en h¨²ngaro y en euskera. Ha sorprendido a todos con el brillo t¨ªmbrico de sus voces, su perfecto ensamblaje, su naturalidad interpretativa, llena de matices. El segundo premio ha sido para una masa coral yugoslava, el tercero para una francesa. Estilo, buena impostaci¨®n, preparaci¨®n t¨¦cnica, les han llevado al ¨¦xito final.?Y nuestros coros? Los coros espa?oles ha hecho un buen papel. En Espa?a se canta bien, hay buenas voces. El Pa¨ªs Vasco y Catalu?a mantienen una rica tradici¨®n coral. Han dado m¨²sicos y cantores en abundancia. Sin embargo, han pasado los tiempos de los coros parroquiales, en los que se familiarizaba el cantor con los principios del canto coral, con las grandes obras polif¨®nicas de otras ¨¦pocas.
Las costumbres han cambiado y la fuerza expansiva de los poderosos medios de comunicaci¨®n de hoy, aceleran la decadencia de las actividades corales en grandes y peque?as poblaciones.
?Tienen nuestras formaciones corales una s¨®lida base musical, una t¨¦cnica vocal adquirida en el estudio serio de las distintas materias que configuran una voz preparada para entonar y montar las dif¨ªciles partituras contempor¨¢neas? ?Existen escolan¨ªas anejas al grupo coral adulto que sean fuente, vivero de futuros cantores?
Nuestros conjuntos se resienten de la despreocupaci¨®n y el abandono por parte de un Estado que no ha concedido atenci¨®n alguna a la formaci¨®n musical.
No voy a extenderme acerca del valor formativo del arte coral, su importancia social, sus repercusiones culturales. Son evidentes para quien se detenga a pensar en ello.
Baste considerar lo alcanzado por pa¨ªses corno Hungr¨ªa, Bulgaria, o Polonia, de rico folklore, aunque ni mucho menos como el nuestro, a trav¨¦s de sistemas de ense?anza de asombrosa eficacia.
Si se abordase la reforma de las inoperantes estructuras de nuestra vida musical, como preconizaba Enrique Franco hace unos d¨ªas, desde estas p¨¢ginas, no ser¨ªa mala cosa comenzar por la pr¨¢ctica intensiva del canto coral basado en la m¨²sica popular espa?ola.
He visto en Tolosa a los ni?os de Pamplona, San Sebasti¨¢n, Algorta, Vitoria, (cerca de 300 voces), cantar al Padre Donostia, Olaizola, Juan Jos¨¦ Gainza, Almandoz... etc¨¦tera. Era emocionante escucharles, pero m¨¢s imaginar escolan¨ªas as¨ª en todos los centros de formaci¨®n del pa¨ªs.
Las voces de muchas masas corales espa?olas ganar¨ªan en experiencia. Ahora les falta, por llegar los cantores a las formaciones sin la preparaci¨®n que pide la compleja escritura polif¨®nica de una buena composici¨®n coral.
El ejemplo tolosano
En las actuales condiciones de la m¨²sica espa?ola, cuando las orquestas no estatales pasan por momentos de grave crisis, organizar un certamen de esta magnitud, supone un esfuerzo tit¨¢nico. Los hombres que rigen el Centro de Iniciativas Tur¨ªsticas de Tolosa merecen, adem¨¢s de felicitaciones, el m¨¢ximo apoyo.La organizaci¨®n ha sido perfecta, aun cuando la multitudinaria participaci¨®n hace dif¨ªcil unos resultados tan brillantes.
El preg¨®n de apertura corri¨® a cargo del que fuera presidente de la Academia de la Lengua Vasca, Manuel de Lecuona, que trat¨® un tema de etnolog¨ªa musical vasca. Hubo una mesa redonda en el Casino acerca de Joannes de Anchieta, el gran polifonista azpeitiano del reinado de los Reyes Cat¨®licos. El maestro Bello Portu y el historiador Juan Ignacio de Ur¨ªa, alcalde de Azcoitia, situaron al m¨²sico con clara y documentada palabra. La presencia de profesionales de la m¨²sica, tanto miembros del jurado como especialistas venidos de diferentes lugares de la regi¨®n, hicieron muy interesante el coloquio.
La ciudad del Oria ha cumplido a la perfecci¨®n con esos supuestos b¨¢sicos del art¨ªculo de Enrique Franco. Ha tenido en cuenta el n¨²cleo social en que se desarrolla (no olvidemos que Tolosa es la patria del compositor Eduardo Mocoroa), ha anulado la frontera elitista de la m¨²sica, ha cumplido la condici¨®n descentralizadora, canalizando acertadamente las ayudas econ¨®micas a trav¨¦s de una idea adecuada al lugar donde ha nacido. ?No es el Pa¨ªs Vasco la cuna del Usandizaga, Guridi, Zubizarreta, Beobide, Esnaola, Soroz¨¢bal, Ota?o, Goicoechea, Zapirain, Uru?uela, Santesteban, Ega?a, Iruarrizaga, Madina y tantos y tantos? Los compositores de hoy proseguir¨¢n por camino m¨¢s llano la noble tradici¨®n, si cert¨¢menes como este de Tolosa proliferan.
Los organizadores pueden hacer suyos los versos de Gabriel Celaya:
Nosotros, vascos, queremos y podemos dominar los inh¨®spitos silencios.
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