Vicente Ferr¨¢n: la evoluci¨®n formal del abstracto
Es cada vez m¨¢s frecuente encontrar artistas que han afirmado un lenguaje pl¨¢stico de car¨¢cter abstracto, o, incluso informalista, y que como consecuencia de los imperativos que establecen las nuevas modas, van derivando hacia una manera de hacer neorrealisla o realista de vanguardia. Lo que se ha hecho m¨¢s excepcional en estos ¨²ltimos tiempos es que un artista consagrado en el menester figurativo e incluso en la dif¨ªcil t¨¦cnica del retrato, decida abandonar su dedicaci¨®n para experimentar nuevas modalidades, a partir de una abstracci¨®n que es fundamentalmente el intento de establecer un nuevo sistema de formas. Aqu¨ª es donde se inserta la tarea de Vicente Ferr¨¢n y radica el eje de una actitud, que predispone al espectador harto de los protocolos de la sordidez que convocan los nuevos realistas de una manera altamente positiva.El lenguaje abstracto de Ferr¨¢n se basa en un sentido profundo del dibujo y del color, en una clara disciplina de la pincelada, y en un di¨¢fano concepto de los valores de la imagen y de la forma, pero se completa en dar, o al menos atribuir a estas formas en libertad un sentido peculiar, que podr¨ªamos definir como la contrafigura del espacialismo constructivo. Mientras que constructivistas y espacialistas entienden que el cuadro es un campo de despliegue para insinuaciones, sugerencias y evoluciones de la forma, Ferr¨¢n, expresa a trav¨¦s de su obra un sentido interior en el que la pincelada define una materia que envuelve y determina un espacio del que la forma no es el contenido sino la frontera.
Vicente Ferr¨¢n
OleosGaler¨ªa Novart Monte Esquinza, 46.
El resultado de la experiencia tiene un alt¨ªsimo valor l¨ªrico, vuelve a demostrarnos la vitalidad y el repertorio de originalidades de un abstracto espa?ol, en el que se han producido realizaciones excepcionales y demostrativas de un singular se?or¨ªo t¨¦cnico. Los mismo que en la mejor ¨¦poca de nuestra gran aportaci¨®n al abstracto mundial, en estos cuadros vemos definirse la luz, el color, el dibuj¨® inicial que queda totalmente absorbido por la materia y, sobre todo, la dial¨¦ctica de la forma como una expresi¨®n casi total de la libertad, como un proyecto de hacer del espacio pict¨®rico el punto de encuentro de sue?os y de sentimientos.
Frente a una abstracci¨®n basada en la destrucci¨®n de la forma y en la pesquisa por encontrar la oculta expresividad del gesto y del rasgo, el mundo de formas al que Ferr¨¢n ha llegado es contundente, en¨¦rgico y categ¨®rico, aunque a veces parezca diluirlo una sutil concepci¨®n de la poes¨ªa, que no va nunca acompa?ada de ning¨²n tipo de sensibler¨ªa. Una tarea del artista, que se ha expresado igualmente a trav¨¦s de la pintura y de la escultura, proporciona a Ferr¨¢n un conocimiento muy claro de lo que la Forma exige para poderse convertir en cr¨®nica y testimonio de mil aspiraciones innominadas.
Porque en ¨²ltima instancia, estas evoluciones de la pincelada sobre el color y estas categorizaciones de la forma, son discursos que no han encontrado el repertorio de vocablos adecuados y que nos hablan de esos grandes protagonistas de nuestro tiempo, que son la indecisi¨®n y la perplejidad, el espejismo de querer ver una luz y una soluci¨®n y la sorpresa de encontrarnos ante un muro de color implacable, pr¨¢cticamente imposible de transponer.
El resultado es una sorpresa del espectador que indudablemente ha nacido en un hallazgo del dibujo: ante la mirada atenta los cuadros se van desnudando, contemplamos la vicisitud que la l¨ªnea ha vivido, el desvelo con que el pintor ha ido llenando las diferentes etapas para plasmar su primitivo desasosiego, evidente en una l¨ªnea en la total y compleja peripecia del cuadro. Por ello, al margen de la reacci¨®n figurativa a la que se acogen entusiastas nuestras galer¨ªas, a la constelaci¨®n de pintores vascos que rinden tributo a la boina inevitable, o de valencianos fascinados de mediterr¨¢neo, de huerta o de secano, esta pintura es un oasis de sinceridad, un esfuerzo de creaci¨®n que nos recuerda que las etapas que se llaman surrealismo o dada¨ªsmo, abstracci¨®n o informalismo, no caducan y mueren como los efectos de comercio, sino que son procesos abiertos a los que se puede adscribir cualquier tipo de obra honesta.
Estos cuadros que pueden en un momento determinado remitirnos a escenograf¨ªas, evocar bocetos para una representaci¨®n ambiental o para el desarrollo de una narraci¨®n de cualquier g¨¦nero, nos recuerdan que el arte se liber¨® hace ya tiempo de las rutinas de la figuraci¨®n y que mientras se convierte en una evidencia en aprovechamiento de los conocimientos adquiridos para pasar a expresarse en otra dimensi¨®n, es necesario dedicar la atenci¨®n de una larga contemplaci¨®n a obras como esta de Ferr¨¢n que vienen a extraer nuevas posibilidades del contexto abstracto.
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