El aniversario de Franco y la lucha por el poder en las Cortes
La antigua derecha del franquismo parece hallarse ante una situaci¨®n l¨ªmite de cara al primer aniversario de Franco. Sus organizaciones nacionales, apoyadas por los grup¨²sculos dispersos, aspiran a montar la gran manifestaci¨®n del veinte de noviembre. Se pens¨®, en principio, en movilizar a medio mill¨®n de personas. Parece ser que ahora surgen dificultades para trasladar cien mil forasteros a Madrid. Este tipo de movilizaciones son complicadas y costosas. En los grupos promotores exist¨ªa el h¨¢bito del respaldo estatal; normalmente, la Secretar¨ªa General del Movimiento costeaba la mayor parte de estas operaciones, con cargo a los fondos de propaganda; ahora la situaci¨®n es distinta, y es improbable que el alto precio requerido sea aportado por los organizadores.La movilizaci¨®n de cien mil personas en Madrid (con una mitad procedente de provincias) puede suponer ochenta millones de pesetas, si se incluyen transportes, dietas y otros gastos: cantidad importante cuando se da a fondo perdido, y dif¨ªcil de alcanzar si s¨®lo se cuenta con cajas empresariales y bolsillos particulares. M¨¢xime si no se trata de una operaci¨®n de Estado, con rentabilidad pol¨ªtica asegurada, sino de un intento final, como es el caso, de resultado incierto. Algunos particulares podr¨ªan haber desembolsado cantidades gener¨¢sas, pero irrelevantes para el volumen de la operaci¨®n. Las organizaciones pol¨ªticas franquistas tampoco han conseguido aportar m¨¢s que sumas modestas. Alguna empresa paraestatal del sector energ¨¦tico podr¨ªa contribuir con una cifra mayor. Pero los resultados son hoy muy medianos y los organizadores de la magna concentraci¨®n parecen forzados a negociar con el Gobierno. Este, evidentemente, no va a prohibir los actos organizados en el primer aniversario de Franco, cuya conmemoraci¨®n va a realizar tambi¨¦n con car¨¢cter oficial. Pero no parece dispuesto a permitir que la efem¨¦rides se capitalice como una operaci¨®n contra la Corona o contra el Gobierno. El Gobierno parece bastante firme en este terreno y confiado en el alcance limitado de la marcha azul que se prepara. S¨®lo tiene una preocupaci¨®n fundamental: un posible acto de brutalidad, realizado como una provocaci¨®n a las Cortes y atribuido a la extrema izquierda. Tampoco est¨¢ excluido que las organizaciones extremas del ?gauchismo? aprovechen el clima de tensi¨®n creado el pr¨®ximo d¨ªa veinte para cometer alg¨²n atentado, como ocurri¨®, el primero de octubre del a?o pasado. Los servicios de seguridad se han reforzado en las grandes ciudades.
Entretanto, el Gobierno y las Cortes preparan los debates que enfrentar¨¢n a las distintas tendencias del R¨¦gimen con el proceso de reforma. El proyecto obtendr¨¢ resistencias muy inferiores a las esperadas en principio. Buena parte de la actividad gubernamental de las ¨²ltimas semanas ha estado dirigida a neutralizar, en negociaciones m¨²ltiples, a los procuradores m¨¢s intransigentes. Al final parece ser que las posiciones extremas se limitar¨¢n al se?or Pi?ar y al se?or D¨ªaz Llanos; el primero solicita la devoluci¨®n del proyecto de ley al Gobierno y el segundo su modificaci¨®n total. La resistencia de la burocracia sindical se ha atemperado con el ofrecimiento de puestos en el Consejo de Econom¨ªa. Otras actitudes frontales se han edulcorado cuando el Gobierno ha recordado a muchos procuradores el origen de sus cargos. Los votos contra la reforma podr¨ªan no pasar de ochenta cuando el m¨ªnimo indispensable para hacer embarrancar requerir¨ªa el ?no? de 180 procuradores (esto es, un tercio de los esca?os).
Peque?o ara?azo
En rigor, la ¨²nica formaci¨®n capaz de dar una batalla frontal al reformismo ser¨ªa la reci¨¦n creada Alianza Popular. Pero el peso espec¨ªfico de la Alianza y la experiencia pol¨ªtica de sus fundadores no permiten esperar una actitud maximalista en esta hora, en el que el proyecto reformista va a contar -siquiera sea como menos malo- con respaldos extensos en la opini¨®n p¨²blica. Claro est¨¢ que el hecho de no ir contra corriente no significa que haya existido una aut¨¦ntica negociaci¨®n Gobierno-Alianza. Lo probable es que la Alianza no d¨¦ la batalla frontal contra la reforma en las Cortes, sino que se proponga ¨²nicamente defender el sistema mayoritario para la elecci¨®n de las dos C¨¢maras. Por el momento, el portavoz parlamentario de la Alianza, se?or Mart¨ªnez Esteruelas, puede haber dado instrucciones de no atacar la reforma a su paso por el desfiladero de la Carrera de San Jer¨®nimo. El Gobierno parece bien pertrechado para esta prueba y es presumible que logre salir de ella, en el peor de los casos, con alg¨²n ara?azo que no alterar¨ªa el prop¨®sito sustancial del proyecto.
El sistema electoral es la gran oportunidad del neofranquismo. La Alianza defiende un modelo de escrutinio mayoritario. El Gobierno propone -para obtener, seg¨²n sus palabras, ?una verdadera radiograf¨ªa del pa¨ªs?- el sistema proporcional. En pura t¨¦nica electoral, se trata de procedimientos enteramente distintos (v¨¦ase la serie titulada: ?La ley Electoral?, de Rafael Arias Salgado, publicada en EL PA?S los d¨ªas 30 de septiembre, 1, 2, 5, 6, 8, 9 y 10 de octubre). Pero el fondo de la cuesti¨®n reside en que el escrutinio mayoritario dar¨ªa una ventaja cierta a una formaci¨®n como la Alianza. Si a esto se a?ade la colaboraci¨®n posible que prestar¨¢n en no pocas provincias los gobernadores civiles (nombrados muchos por el anterior Gobierno y vinculados otros a los equipos de Carrero Blanco), es f¨¢cil imaginar el resultado de la elecci¨®n. Frente a ello, el Gobierno aspira a reflejar mejor la voluntad popular, distribuyendo los puestos de la C¨¢mara Baja en porcentaje paralelo al obtenido por cada partido en las urnas. El Gobierno no parece dispuesto a negociar en las Cortes la ley electoral. No cabe pensar que el Gobierno, de procedencia franquista, haya sufrido una especie de conversi¨®n milagrosa hacia la democracia; en un terreno mucho m¨¢s pragm¨¢tico, Su¨¢rez y sus colaboradores defienden su posici¨®n: un eventual triunfo de la Alianza obligar¨ªa a la Corona a formar nuevo Gobierno por el vencedor.
La cohesi¨®n de Alianza
La cohesi¨®n interna de la Alianza es mayor ¨²ltimamente bajo la personalidad dominante de Manuel Fraga, que parece. imponerse de lejos, sobre los otros candidatos al liderazgo, los ex ministros Silva y L¨®pez Rod¨®; aqu¨¦l, desgastado por el abandono del grueso de sus seguidores, y este ¨²ltimo, actuando en solitario contra toda previsi¨®n sin el apoyo del Opus Dei, que en sus altas esferas duda hoy sobre las opciones a tomar en el cambiante panorama espa?ol. El ala m¨¢s derechista de la Alianza, encabezada por el se?or Fern¨¢ndez de la Mora, podr¨ªa albergar mayores contradicciones. Este sector parece m¨¢s interesado por el aniversario y la manifestaci¨®n del 20 de noviembre que por el debate de la reforma en las Cortes; m¨¢s pr¨®xima a cuestionar la confrontaci¨®n electoral que a participar en ella.
El Gobierno
El Gobierno, entretanto, aparece como un equipo euf¨®rico que ha bordeado abismos muy profundos sin caer en ellos. No est¨¢ entusiasmado tanto con su ¨¦xito, sino por el hecho de seguir en su puesto. Tiene enormes problemas diarios, pero ha salido de otros y tiene la esperanza de poder hacer lo mismo en el futuro. El presidente Su¨¢rez dispone de una porci¨®n de autoridad y la ejerce a fondo.... Quiere decirse que la reforma sale con bien de las Cortes; que el margen de autoridad del Gobierno le permite no negociar, sino dictar la ley electoral, y ganar el refer¨¦ndum. En este aspecto, el Gobierno cree que el peligro para la operaci¨®n reforma viene de la oposici¨®n, no de su derecha. Si los partidos democristianos, liberales, socialistas y comunistas, junto a los catalanes y vascos, predican la abstenci¨®n, el refer¨¦ndum no tendr¨¢ m¨¢s valor que el que se gan¨® en 1966 por un margen de votos superior al cien por cien. Pero la situaci¨®n comprometida de los partidos convencionales -imperiosamente necesitados de la participaci¨®n y de la liza electoral- hacen que el Gobierno pueda permitirse unos m¨¢rgenes de negociaci¨®n holgados en lo que se refiere a las elecciones. No as¨ª en el refer¨¦ndum, que suscita menor inter¨¦s para la oposici¨®n democr¨¢tica. Tras la tarea de convencer a las Cortes, el Gobierno se aplicar¨¢ (con mayor dedicaci¨®n si cabe) a negociar con la oposici¨®n, discreta, pero intensamente.
Ante las elecciones el Gabinete Su¨¢rez prepara una estrategia dif¨ªcil: hay que aparentar una neutralidad cre¨ªble. Esa neutralidad puede resultar menos ficticia de lo que pudiera pensarse. Habr¨ªa que propiciar, se piensa, una opci¨®n media entre los partidos de izquierda y el neofranquismo propuesto por la Alianza Popular. En este terreno es donde el Gobierno parece moverse con m¨¢s dificultades y menores resultados. Los personalismos internos del Gabinete dificultan la operaci¨®n. Sin embargo, algunos pasos se han dado en el camino de la neutralidad: as¨ª el proyecto de supresi¨®n de la Secretar¨ªa General del Movimiento, para impedir cualquier sospecha de manipulaci¨®n desde el poder.
La oposici¨®n
Durante las ¨²ltimas dos semanas se han multiplicado los movimientos en los partidos de oposici¨®n. El primero de ellos para unificar todas las tendencias de la democracia cristiana de cara a las futuras elecciones. El Equipo de la DC ha solicitado del presidente Su¨¢rez una entrevista para preparar las negociaciones con la oposici¨®n democr¨¢tica. El presidente ha indicado que la oportunidad de esta entrevista presentar¨ªa tras el debate de las Cortes. Por parte de la oposici¨®n existe una condici¨®n previa: la legalizaci¨®n de todos los grandes partidos. La DC ha proseguido en otro frente sus contactos con partidos de centro, socialdem¨®cratas y liberales, en busca de un amplio acuerdo electoral.
Sin que pueda mencionarse todav¨ªa de forma concreta su alcance y su perfil exacto, tambi¨¦n se perciben, claramente, movimientos de tendencia organizativa -y federativa- en el sentido de unificaci¨®n, en los amplios sectores del centro democr¨¢tico, entendiendo por tales las tendencias que se extienden entre la Alianza Popular, netamente delimitada por la derecha, y la democracia cristiana y los socialismos, por la izquierda. Pese a las informaciones, period¨ªsticas aparecidas sobre decisiones ya ultimadas en ese sector, creemos que a¨²n no existen resoluciones definitivas, pero que no tardar¨¢n en hacerse p¨²blicas, quiz¨¢ antes de fin de noviembre.
Los movimientos a la unidad son fomentados por la perspectiva electoral. El fen¨®meno es patente tambi¨¦n entre los socialismos. Las conversaciones entre el PSP de Tierno Galv¨¢n y el PSOE de Felipe Gonz¨¢lez avanzan a buen ritmo. Por su parte, los socialistas del PSOE hist¨®rico parecen vincularse al peque?o grupo de Garc¨ªa L¨®pez. Fen¨®meno natural en estos ¨²ltimos, ya que unos y otros han sido puntuales colaboradores de los dos Gobiernos de la monarqu¨ªa, especialmente cu¨¢ndo desde la presidencia se ha querido ofrecer una imagen de acercamiento a la oposici¨®n.
El final de Coordinaci¨®n Democr¨¢tica
El Partido Comunista sigue constituyendo el nudo gordiano. El desmoronamiento de Coordinaci¨®n Democr¨¢tica -impl¨ªcito en varios s¨ªntomas- deja al PC en una arriesgada situaci¨®n marginal. Por ello, la prioridad estrat¨¦gica del partido es su legalizaci¨®n a cualquier precio (pagable, se entiende). En este punto, la Alianza Popular y el Gobierno coinciden por una vez: es necesario retrasar por todos los procedimientos la entrada del comunismo en el terreno legal. luego fuerte, en el que no se ignoran las contrapartidas. Si la gran formaci¨®n marxista se ve empujada una y otra vez fuera del terreno, ?qu¨¦ puede hacer? Los dirigentes del PC se sienten empujados por el Gobierno a la acci¨®n ilegal y sortean dificultades crecientes en la base. Los dirigentes del neofranquismo insisten, aunque el argumento no tenga excesiva credibilidad en ellos, en que el comunismo es incompatible con la democracia. El Gobierno, menos simplista y m¨¢s sutil, parece comprender que el modelo de neocapitalista europeo presupone la legalizaci¨®n del comunismo. Pero dilata sine die la grave cuesti¨®n,
Otros movimientos cabe se?alar en el campo oposicionista. De un lado, la manifestaci¨®n del POD despu¨¦s de la reuni¨®n celebrada en Las Palmas de Gran Canaria el d¨ªa 4 y en la que se puntualizan nueve condiciones para negociar con el Gobierno y entre las que por vez primera se hace menci¨®n del refer¨¦ndum anunci¨¢ndose una campa?a di abstenci¨®n masiva si antes de su convocatoria no se cumplen y garantizan una serie de requisitos previos. La nota del POD es dura y exigente y en ella parece reflejarse un acercamiento visible entre los dos grandes sectores marxistas: los partidos socialistas y el Partido Comunista.
Tambi¨¦n es curioso el globo sonda lanzado por otro grupo de la oposici¨®n moderada que en contactos con el Gobierno ha diluido mucho las condiciones eventuales de una negociaci¨®n en aspectos importantes (ley antiterrorista, estatuto de asociaciones pol¨ªticas) y ha expuesto por primera vez una iniciativa de ulterior legalizaci¨®n del Partido Comunista, pero comprometi¨¦ndose desde ahora a realizarlo despu¨¦s de las elecciones. Cabe preguntarse qu¨¦ valor real pueda tener este tanteo.
La influencia exterior
Nuevos datos aparecen en este punto. La embajada norteamericana (como detallaremos despu¨¦s) podr¨ªa haber jugado un papel determinante en la no legalizaci¨®n del PC. Kissinger fue tajante en su recomendaci¨®n de mantener la luz roja al partido de Santiago Carrillo. Kissinger desaparece de la escena internacional y su hipot¨¦tico sucesor puede cambiar de opini¨®n en tan delicada materia. Brzezinski el un soviet¨®logo m¨¢s preocupado por las grandes cuestiones del equilibrio estrat¨¦gico y relativamente esc¨¦ptico ante las opciones ideol¨®gicas. Puede considerar que el eurocomunismo de Carrillo es un factor de contrapeso frente a la URSS en vez de un elemento de infiltraci¨®n, como consideraba el antiguo profesor de Harvard.
Muchos grupos pol¨ªticos espa?oles y, por qu¨¦ no decirlo, buena parte del Gobierno, siguen actuando como si la pol¨ªtica espa?ola se moviera en el aislamiento, al margen de toda dependencia exterior. Y sin embargo, la realidad nos recuerda todos los d¨ªas que Espa?a es una naci¨®n de dimensi¨®n media, con un emplazamiento estrat¨¦gico privilegiado en el que se cruzan y entrecruzan las grandes jugadas de los intereses militares, econ¨®micos y de influencia. Son fuerzas colosales (alimentaci¨®n, energ¨ªa, armamento, desarrollo tecnol¨®tico, transportes, educaci¨®n) las que se mueven por debajo de la apariencia dom¨¦stica para influir poderosamente en la realidad nacional. En el terreno econ¨®mico, la crisis actual nos sit¨²a en una posici¨®n de dependencia creciente.
Un cambio de primera magnitud acaba de producirse en ese panorama internacional: la llegada de los dem¨®cratas al poder en Estados Unidos y su repercusi¨®n en la pol¨ªtica exterior norteamericana. La desaparici¨®n de Kissinger podr¨ªa provocar una menor injerencia norteamericana en Europa.
Durante la transici¨®n del franquismo a la monarqu¨ªa, la Embajada USA en Madrid ha estado jugando a fondo. Los cerebros de Kissinger recomendaron al Gobierno de Madrid que aplazara las elecciones hasta que no dispusiera de un gran partido conservador, capaz de mantener en sus l¨ªneas fundamentales el status b¨¢sico del franquismo. A¨²n as¨ª, el nacimiento de la Alianza Popular no ha sido visto con excesivo entusiasmo por Washington.
Los cerebros de Kissinger dieron otro consejo: ?No hagan ustedes demasiado caso a las presiones europeas para la legalizaci¨®n del Partido Comunista; los pa¨ªses europeos son pa¨ªses cuesta abajo. Si se quieren suicidar con sus obsesiones democr¨¢ticas, all¨¢ ellos.? Tal ven¨ªa a ser, en sustancia, el lenguaje, escasamente universitario de los colaboradores del profesor de Harvard.
El sindicalismo USA, por boca de su m¨¢ximo representante George Meany tambi¨¦n ejerci¨® influencia directa, por encima de la OIT. El viejo l¨ªder de la AFL-CIO defend¨ªa para Espa?a la liberaci¨®n sindical, a condici¨®n de que no se produjeran infiltraciones comunistas en los sindicatos. En caso contrario hab¨ªa denuncias y cambio de actitud por parte de las fuerzas laborales americanas. Parece claro que no van a cambiar demasiado las grandes l¨ªneas de los intereses exteriores norteamericanos. La Administraci¨®n Carter ser¨¢ especialmente prudente en el frente diplom¨¢tico y no romper¨¢ el complicado equilibrio exterior heredado de Kissinger. Pero tambi¨¦n est¨¢ claro que los principales asesores en materia internacional del nuevo presidente van a iniciar una etapa distinta en las relaciones exteriores, con m¨¢rgenes de maniobra m¨¢s amplios para las potencias de segunda categor¨ªa inscritas en la ¨®rbita occidental. Un diplom¨¢tico espa?ol comentaba con iron¨ªa: ?En la ¨¦poca de Kissinger, el l¨ªmite de las invitaciones y visitas a la embajada USA en Madrid llegaba, por la izquierda, a Joaqu¨ªn Satr¨²stegui y Camu?as. Hay que esperar algo m¨¢s de audacia en los cuatro a?os pr¨®ximos.?
Por lo que respecta a Europa, s¨®lo los eur¨®cratas de Bruselas y dos naciones continentales tienen hoy posibilidad de ejercer un peso determinante en la pol¨ªtica interior espa?ola. De hecho, es visible la presencia de Alemania y Francia en la operaci¨®n reforma que ahora se desarrolla en Madrid.
Parece claro que Schmidt, ganador de las elecciones, no va a volear su apoyo hacia la Alianza Popular, en la que don Federico Silva mantiene estrechas vinculaciones con Franz Joseph Strauss, l¨ªder de la ultraderecha b¨¢vara. Aun penetrados de atlantismo, los socialistas y los liberales alemanes no defender¨¢n el status quo del anterior r¨¦gimen espa?ol, sino que apoyar¨¢n, en primer t¨¦rmino, la pol¨ªtica prudentemente liberalizadora del Rey, en segundo lugar, los intentos de sus hom¨®logos espa?oles, liberales y socialistas, para obtener un nuevo marco coherente con el modelo europeo. El presidente Su¨¢rez podr¨ªa pedir ayuda al canciller alem¨¢n a fin de lograr que los socialistas espa?oles ?pasen por ventanilla?, pero es muy dudoso que Schmidt satisfaga esa clase de ruego. Respecto a Francia, se ha comentado la influencia creciente y el exceso de actividad del embajador acreditado en Madrid, Jean Fran?ois D¨¦niau.
El viaje del Monarca espa?ol a Par¨ªs se ha saldado con un resultado moderadamente positivo Pero no hay que olvidar que el Rey y el Gobierno espa?ol han de juzgar con prudencia la carta del giscardismo en el momento en que el presidente franc¨¦s atraviesa el punto m¨¢s bajo de su etapa presidencial
La movilizaci¨®n social
M¨¢s all¨¢ de los factores que determinan la nueva situaci¨®n oficial espa?ola, y del enorme conjunto de fuerzas teledirigidas desde el exterior, existe un hecho, antes irrelevante y hoy de progresiva importancia que condiciona todav¨ªa la evoluci¨®n espa?ola: la movilizaci¨®n popular, creciente, dispersa, descoordinada pero pujante que invade la actualidad con manifestaciones, actos, peticiones y actitudes reivindicativas.
La provocaci¨®n en la calle que estas organizaciones pueden presentar sobre todo si no existe una Pol¨ªtica negociadora digna de tal nombre y si la represi¨®n se hace violenta, ser¨¢ uno de los problemas con que el Gobierno tendr¨¢ que enfrentarse para llevar adelante su proyecto de reforma. Las dificultades del PCE, acusado de moderado en muchos conflictos, para controlar algunos movimientos de masas, puestas de manifiesto en la escisi¨®n producida en Comisiones Obreras, son un ¨ªndice de que la calle no puede abandonarse a su suerte y de que hay que tener prevista una pol¨ªtica al efecto.
Si la calle escapa al control del Gobierno los sectores extremistas pueden obligar a la creaci¨®n de un Gobierno de emergencia que paralice la reforma y refuerce la dureza.
Por el otro flanco, el empresarial, el Gobierno tambi¨¦n se topa con dificultades. La magnitud de la crisis econ¨®mica hace dif¨ªcil la supervivencia de muchas empresas y agudiza la tensi¨®n laboral y el riesgo de movilizaci¨®n incontrolada. El Gobierno tiene su, punto m¨¢s d¨¦bil en lo econ¨®mico. El equipo montado en torno al vicepresidente Osorio no ha sabido adoptar las medidas de urgencia necesarias para tranquilizar conciencias alejar nubarrones ni aplazar la demanda de imposibles disposiciones que resuelvan la situaci¨®n.
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