Panam¨¢, en la hora de la transici¨®n USA
?Nos comprometemos a apoyar un tratado sobre el canal de Panam¨¢ que asegure los intereses de Estados Unidos en esta v¨ªa de agua, reconozca los principios ya convenidos, tenga en cuenta los intereses de la mano de obra del canal obtenga un y amplio apoyo hemisf¨¦rico.? Esta declaraci¨®n forma parte del programa de pol¨ªtica exterior elaborado por la plataforma del Partido Dem¨®crata, y Carter deber¨¢ tener en cuenta su esp¨ªritu, si no su letra, cuando tome posesi¨®n, en enero, de la Casa Blanca.El tema del canal de Panam¨¢ crece cada d¨ªa en importancia, dentro y fuera de los Estados Unidos. Un informe aparecido esta semana en el influyente diario conservador de Boston The Christian Science Monitor califica el tema del canal como ?el m¨¢s urgente del hemisferio para la Administraci¨®n Carter?, mientras en Washington, un ¨®rgano tan conservador como la Conferencia Episcopal ha pedido al Gobierno norteamericano la r¨¢pida negociaci¨®n de un nuevo tratado que reconozca la soberan¨ªa paname?a sobre todo el territorio y ponga fin a una situaci¨®n colonial; en la zona del canal las medidas de seguridad aumentan sin cesar, debido a la escalada de atentados contra las instalaciones norteamericanas.
Adem¨¢s de sobre el canal, propiamente dicho, Estados Unidos mantiene su soberan¨ªa en una franja de casi 1.500 kil¨®metros cuadrados, aut¨¦ntico enclave en el que funcionan sus instituciones judiciales, polic¨ªacas y econ¨®micas. Pero lo que determina el valor estrat¨¦gico de la zona del canal es, sin embargo, su condici¨®n de sucursal del Pent¨¢gono como sede del Comando Sur, agrupado en catorce bases militares y numerosas instalaciones paramilitares, como la famosa Escuela de las Am¨¦ricas, a la que han acudido m¨¢s de 30.000 militares sudamericanos, para especializarse en la lucha antiguerrillera, entre ellos Pinochet y Somoza.
La zona no es s¨®lo sede del sistema defensivo estadounidense en el hemisferio sur, sino base tambi¨¦n de intervenci¨®n en los asuntos pol¨ªticos de los pa¨ªses sudamericanos, sin que el Gobierno paname?o haya podido hasta el momento hacer nada por evitarlo. Por el canal transita un 17 % del comercio mar¨ªtimo norteamericano (con tarifa de peaje, hasta 1974, igual a la de 1914) y en su zona hay establecidas multinacionales de la envergadura de la ITT, acogidas a la legislaci¨®n de su pa¨ªs de origen. Seg¨²n un informe de la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica latina la econom¨ªa de la zona reviste caracter¨ªsticas tales que permiten catalogarla de autosuficiente.
En 1964, en que violentos disturbios causaron la muerte de veintisiete personas, comenz¨® a discutirse la necesidad de un nuevo acuerdo que pusiera t¨¦rmino al de 1903, por el que Washington se reservaba perpetuamente el uso, ocupaci¨®n y control del canal y una zona de diez millas. Desde entonces y con altibajos, se ha venido negociando hasta desembocar en lo que es ahora la nueva filosof¨ªa USA sobre el canal, contenida en un memor¨¢ndum de Kissinger, seg¨²n el cual se transferir¨¢ a Panam¨¢ la soberan¨ªa sobre la zona. La nueva actitud del departamento de Estado no corresponde a una conversi¨®n a las tesis nacionalistas paname?as, sino a una evaluaci¨®n compleja de sus verdaderos intereses en el ¨¢rea, como lo muestra el borrador de proyecto negociador elaborado por ambas, partes seg¨²n la revista Foreign Policy, el proyecto Kissinger completa la desaparici¨®n del estatuto USA en la zona y, con ello, el desmantelamiento de sus instituciones judiciales, polic¨ªacas y comerciales; Estados Unidos renunciar¨ªa a m¨¢s de la mitad del territorio que ahora ocupa, pero continuar¨ªan existiendo bases militares en Panam¨¢, quiz¨¢ media docena (expertos del Pent¨¢gono y el departamento de ses a lo largo del canal permitir¨ªan mantener intacta la capacidad operativa norteamericana), con un estatuto similar al de otras instalaciones USA en el resto del mundo. El programa de formaci¨®n antiguerrillera para militares sudamericanos desaparecer¨ªa y los artificiales peajes actuales ser¨ªan elevados para permitir que los ingresos anuales de Panam¨¢ por explotaci¨®n del canal aumentaran. El funcionamiento de la v¨ªa de agua, finalmente, ser¨ªa asegurado por una comisi¨®n mixta, pero dependiente de Washington.
Salvaguardados as¨ª los intereses norteamericanos, no es probable que el Congreso o el Pent¨¢gono se opongan a un proyecto negociador que presumiblemente Carter acelerar¨¢ en enero, puesto que en nada se opone a su voluntad, declarada en el careo con Ford a prop¨®sito de pol¨ªtica exterior, de no entregar nunca a Panam¨¢ el control completo del canal. Los intereses econ¨®micos de las multinacionales y los del lobby de los americanos nacidos en la zona durante tres generaciones se postergar¨¢n, pues, ante los del Pent¨¢gono y el Departamento, de Estado.
Sin embargo, los paname?os ne parecen dispuestos a renunciar a la soberan¨ªa total y al fin de la presencia militar norteamericano, y ah¨ª va a jugar un papel decisivo el general Omar Torrijos, que cada vez encuentra mayores dificultades en su pretensi¨®n de mantener las reivindicaciones parlame?as en el marco de las encendidas, pero inofensivas, reclamaciones verbale, en los foros internacionales. Los atentados y las crecientes medidas de seguridad est¨¢n ah¨ª para demostrarlo. A Washington, en definitiva, no le interesa que la situaci¨®n desborde la capacidad de maniobra de Omar Torrijos, nacionalista inc¨®modo, pero conocido, que hasta ahora ha mantenido bajo control unas reivindicaciones que hist¨®rica y pol¨ªticamente, son irreversibles.
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