El metro no se explica
?La acumulaci¨®n en treinta d¨ªas de tres hechos, precisamente en un a?o en que el n¨²mero total de tales incidencias es m¨ªnimo, debe imputarse, fundamentalmente, a la casualidad y a una, desgraciada coincidencia?, afirma, en carta dirigida al director de EL PAIS, el director-gerente de la Compa?¨ªa Metropolitano de Madrid, Adolfo Pool, considerando ?en su justa medida? los tres accidentes que ha sufrido el Metro de Madrid en el espacio comprendido entre el 18 de octubre y el 16 de noviembre, con el saldo humano de 73 heridos, ninguno de ellos de gravedad extrema.El hecho de que una compa?¨ªa, como el Metro de Madrid, que tiene bajo su responsabilidad la integridad f¨ªsica de 336 millones de viajeros al a?o, recurra al argumento de que tres accidentes en veintinueve d¨ªas se deben s¨®lo a ?la casualidad y a una desgraciada coincidencia? parece bien pobre, sobre todo si pensamos en el hecho de que el material que maneja es un producto t¨¦cnico y que, como tal t¨¦cnica, ha de responder, en su accidentalidad, a unas motivaciones que distan mucho de ser ¨²nicamente casuales.
Pero, en su carta, el se?or Pool no cree ¨²nicamente en la acumulaci¨®n de circunstancias casualidades para que un accidente se produzca. Por ello recurre a los datos: ?Al comparar algunas cifras significativas de estos ¨²ltimos a?os, se obtienen los siguientes resultados, referidos a incidencias ocurridas a trenes con viajeros:
Y t¨¦ngase en cuenta que la longitud de la red ha aumentado en un 40 en los ¨²ltimos seis a?os?
?Qu¨¦ significa la cifra de 3,1 accidentes por cien millones de viajeros, en 1970, o la de 31 accidentes por cien. millones de coches-km? Estas cifras, al madrile?o, no le dan ninguna explicaci¨®n del por qu¨¦ se han producido estos tres ¨²ltimos accidentes -no hace falta remontarse a los anteriores- ni le ofrecen ninguna seguridad de que, cuando ma?ana coja el Metro, no va a salir de ¨¦l con el brazo partido o sangrando por la cabeza. Y tampoco le es v¨¢lida a ese mismo ciudadano la explicaci¨®n dada por el subdirector de la compa?¨ªa, se?or Nuez -v¨¦ase EL PAIS de ayer- de que ?si este mes se han producido tres (accidentes), a lo mejor el pr¨®ximo a?o no tenemos ninguno?.
A pesar de que, como se dice en su carta, el se?or Pool afirma que ?las condiciones f¨ªsicas del personal de conducci¨®n de trenes se controlan peri¨®dicamente por los servicios m¨¦dicos de la compa?¨ªa la culpa, para Metro, en el caso de los dos primeros accidentes de esta cadena de tres -d¨ªas 18 de octubre y 10 de noviembre- ?es de un fallo humano de los dos agentes que forman el equipo de cada tren?. ?Qu¨¦ seguridad pueden tener, entonces, los viajeros de la l¨ªnea 7, que se pretende que sea totalmente automatizada y el hombre intervenga s¨®lo para ver si todo funciona bien?
El director-gerente de Metro afirma tambi¨¦n que el coche que descarril¨® el d¨ªa 16 era el tercero del tren, por lo que hay que suponer que el carril sobre el que discurrieron los dos anteriores y los tres posteriores estaba en perfecta situaci¨®n de utilizaci¨®n. Entonces habr¨¢ que echarle la culpa al carret¨®n correspondiente. Luego, las deficiencias t¨¦cnicas en un descarrilamiento no son s¨®lo las que tenga el carril, sino tambi¨¦n las que sufra la propia unidad m¨®vil.
Resulta tambi¨¦n parad¨®jico, en este caso concreto, el que un alto cargo de la compa?¨ªa reconozca p¨²blicamente -v¨¦ase EL PAIS de ayer- que ?la falta de disponibilidades econ¨®micas impiden realizar este objetivo? (modernizar y modificar todo el equipo que sea necesario), en tanto que el propio director-gerente, se?or Pool, en su carta, dice que ?el material m¨®vil y las restantes instalaciones de la compa?¨ªa afectas a la circulaci¨®n de trenes y tr¨¢fico de viajeros son objeto de distintos tipos de revisionesi, programadas y peri¨®dicas?. Est¨¢ visto que, por muchas que sean las revisiones, el material es tan viejo que s¨®lo queda una soluci¨®n: cambiarlo por otro m¨¢s nuevo y que s¨ª ofrezca seguridad.
Se ha hablado, se habla y se seguir¨¢ hablando -esperemos que no durante mucho tiempo- de la absoluta necesidad de desprivatizar el Metro. U?a de las soluciones para ello era que se hiciera cargo de este medio de transporte el Ayuntamiento de Madrid. Pero, por lo visto, la inmediata respuesta del municipio, a nivel de sus responsables econ¨®micos fue la de que, antes de tal cesi¨®n, la renovaci¨®n del material ten¨ªa que ser un hecho. Y ah¨ª tiene bastante que decir tanto la Compa?¨ªa Metropolitano de Madrid como el Ministerio de Obras P¨²blicas.
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