Miguel Bakunin, cien a?os despu¨¦s
Federalismo, autogesti¨®n, ?socialismo y libertad?.... t¨¦rminos hoy en boga entre las m¨¢s diversas formaciones pol¨ªticas -de carlistas a anarquistas, pasando por el socialismo reformista- y que podr¨ªan creerse reci¨¦n acu?ados, son precisamente los habituales en aquel ruso desmesurado llamado Miguel Bakunin, muerto ahora hace cien a?os. Ligado inevitablemente a la pugna con Marx dentro de la Internacional, y dada la prepotencia del marxismo entre los medios revolucionarios durante el siglo transcurrido, su nombre se ha visto estigmatizado y su pensamiento menospreciado. Hoy, sin embargo, olvidadas ya aquellas odiosas injurias personales, de las que ninguno de los dos sale limpio, se tiende a reconocer la raz¨®n de Bakunin en muchas de las discrepancias de fondo.Bakunin es el aut¨¦ntico fundador y la personalidad m¨¢s brillante del anarquismo; es la pura negaci¨®n revolucionaria, rica y compleja, en que consiste fundamentalmente el anarquismo.
Su inter¨¦s no se debe precisamente a los fundamentos ¨²ltimos de su filosof¨ªa social: frente a quienes han juzgado hasta el final la baza del individualismo, como Stirner o Nietzsche, defiende una sociabilidad aristot¨¦lica o, mejor, rousseauniana: el hombre no es nada sin la sociedad, su libertad se realiza y asegura por la libertad de los otros. Y frente a quienes quieren apoyar las exigencias proletarias en su materialismo transplantado a lo social, Bakunin -pese a sus constantes protestas de materialismo- profesa una especie de ?religi¨®n de la humanidad? te?ida de idealismo racionalista, pues la ?humanidad? avanza al ser dominada progresivamente la ?animalidad? por la ?raz¨®n?; lo cual no estaba muy alejado de los valores humanistas cl¨¢sicos, proclamados por las mentes m¨¢s generosas de la sociedad liberal burguesa. Pero el conjunto (parecido, por otra parte, al del joven Marx) sirve de base para la cr¨ªtica tanto del descarnado capitalismo decimon¨®nico como de la m¨¢s sofisticada sociedad de consumo: pues no se pretende condenar esta sociedad porque sus condiciones materiales antag¨®nicas la lleven necesariamente a una crisis fatal, sino porque es, pura y simplemente, ?inhumana?; incluso cuando consigue dar de comer.
La duda de la estatalizaci¨®n
De ah¨ª que el legado de Bakunin diversifique y enriquezca el socialismo, y que tenga vigor hoy, al menos -y perm¨ªtasenos el intento de sistematizaci¨®n- en estos aspectos:En su concepci¨®n del socialismo como un conjunto de colectividades de trabajadores autogestionadas, unidas solamente por pactos libremente concertados, sin ninguna autoridad dictatorial revolucionaria por encima de ellos. Bakunin vio certeramente los riesgos de los ?Estados revolucionarios, completamente centralizados y a¨²n m¨¢s desp¨®ticos que los que ahora tenemos?. Y los hechos, desde 1917, parecen confirmar que la estatalizaci¨®n de la tierra, el capital y los instrumentos de trabajo, aun siendo un paso crucial hacia la supresi¨®n de las clases, no conlleva la progresiva desaparici¨®n de la dictadura de esa minor¨ªa que se proclama representante del proletariado, ni tampoco, cualesquiera que sean las sutiles argucias justificatorias que se emplean, el establecimiento de unas relaciones de la autoridad con sus ?representados? mejores que las de las democracias liberales. Correcciones a la versi¨®n estaliniana del marxismo, como las intentadas por Trosky, hubieran sido innecesarias de haber o¨ªdo a Bakunin, que previ¨® el desarrollo de un inmenso aparato burocr¨¢tico, con exigencias dictatoriales, en una revoluci¨®n estatista de este tipo.
El nacionalismo
En su valoraci¨®n positiva del fen¨®meno del nacionalismo y de los particularismos locales y su defensa del federalismo como ¨²nico tratamiento pol¨ªtico para esta realidad. El nacionalismo era, para ¨¦l, el gran tema de nuestro tiempo, junto con la cuesti¨®n social, y en su entusiasmo por las diversidades culturales o ling¨¹¨ªsticas, las libertades locales, las asociaciones, los grupos intermedios, etc., frente al centralismo uniformador, se aproxima curiosamente al pensamiento liberal m¨¢s puro, como el de Tocqueville en relaci¨®n con Estados Unidos.Para Bakunin, ?todo pueblo, por peque?o que sea, tiene su propio car¨¢cter espec¨ªfico, su estilo de vida, de lengua, su manera de pensar y de trabajar? y ?todo pueblo, al igual que todo individuo, tiene el derecho inalienable a ser ¨¦l mismo?. Ahora, que se reavivan las pol¨¦micas sobre estos t¨¦rminos y estos problemas, brindamos la distinci¨®n bakuniana entre el ?nacionalismo?, sana exigencia de libertad de una comunidad diferenciada, que debe plasmar en una f¨®rmula federal (a partir de la autonom¨ªa del municipio, la comarca, etc.), que no excluye el internacionalismo sino que lo reclama inevitablemente y que es complemento indispensable del socialismo y la democracia, y el ?principio de las nacionalidades?, seg¨²n el cual cada naci¨®n aspira a convertirse en un Estado, es decir, en un principio absoluto, opresor de sus propios ciudadanos y rival de los dem¨¢s Estados.
Divisi¨®n de clases
En su preocupaci¨®n por superar el abismo existente entre el trabajo intelectual y el manual, que constituye la clave de la divisi¨®n en clases (cada vez m¨¢s que la propiedad de los instrumentos de producci¨®n) y del surgimiento de nuevas aristocracias opresoras -los ?tecn¨®cratas?- que van sustituyendo a las aristocracias de la sangre y del dinero. Hombre dotado de inmensa fe en las posibilidades liberadoras de la ciencia, tem¨ªa, sin embargo, las pretensiones de superioridad de los cient¨ªficos, incapaces de ligar su ?ciencia? con la ?vida? (el pueblo): una sociedad regida por ?sabios? -que, por cierto, Bakunin identifica a veces con la sociedad revolucionaria burocr¨¢tica- ser¨ªa monstruosa, la gente acatar¨ªa las normas sin comprenderlas, por no emanar de s¨ª mismos, y los sabios acabar¨ªan por corromperse y esforzarse s¨®lo por defender su privilegio. Una vez m¨¢s, alguna variante del marxismo (el mao¨ªsmo) ha llegado a conclusiones similares por v¨ªas inesperadas y sutiles.
Minorias
Y en su flexibilidad y acercamiento a los grupos oprimidos al enfocar el tema de los sujetos y beneficiarios de la revoluci¨®n social. No s¨®lo en el proletariado industrial ni s¨®lo en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados fij¨® Bakunin su inter¨¦s y sus esperanzas, sino en los campesinos, el lumpen-proletariado, los delincuentes, las minor¨ªas raciales o culturales, los j¨®venes, los pa¨ªses atrasados, los grupos marginados que nada ten¨ªan que perder... De ah¨ª que Bakunin haya sido decisivo para el desarrollo del movimiento obrero moderno en los pa¨ªses latinos, pues, parte de las razones que se quiera -atraso econ¨®mico, necesidades ¨¦tico-religiosas, problemas entre la diversidad regional y la centralizaci¨®n estatal...- hay siempre un dato que explica el arraigo del bakuninismo en un pa¨ªs como el nuestro: el esfuerzo del propio Bakunin por difundir el socialismo en estas sociedades agr¨ªcolas que Marx, desde el punto de vista revolucionario, desde?aba.
Lagunas
Pero ni son todo intuiciones brillantes en el bakuninismo ni puede, en puridad, buscarse en ¨¦l una teor¨ªa revolucionaria que aspira a ser completa. Hay, desde luego, importantes lagunas, como todo lo referente a la emancipaci¨®n de la mujer y la liberaci¨®n de las relaciones sexuales. Y hay, como en todo el anarquismo, carencia y confusi¨®n sobre el problema de la etapa intermedia o inmediatamente post-revolucionaria, sobre las dificultades para la completa supresi¨®n del poder (que el propio Bakunin reconoce a veces ser¨¢ tarea de muchos a?os) y la instauraci¨®n de la sociedad colectivista; el optimismo, la fe en la armon¨ªa natural, lo resuelven todo: no ser¨¢ necesaria la instauraci¨®n de autoridades, ni hay que prever problemas insolubles entre los individuos o las colectividades, ni un cerco de las potencias contrarrevolucionarias combinado con la resistencia de los propios habitantes del pa¨ªs en revoluci¨®n har¨¢ necesaria la toma de medidas de control o represivas porque ?todos preferir¨¢n el trabajo colectivo?, la revoluci¨®n ?debe? producirse de abajo arriba, las unidades sociales ?tender¨¢n a unirse por su poderosa atracci¨®n mutua?, la revoluci¨®n ?estallar¨¢ en todas las zonas? en cuanto vislumbren el ¨¦xito de la primera localidad socialista...No importa demasiado. No es el aspecto ?positivo? del anarquismo el que m¨¢s interesa. Lo verdaderamente revolucionario en Bakunin es su intuici¨®n cr¨ªtica, lo que Marcuse ha llamado ?la funci¨®n liberadora de la negaci¨®n?, que le hace, partiendo de la interpretaci¨®n socialista de la sociedad actual, ampliar su mirada hacia otros aspectos de la opresi¨®n y prever incluso los peligros de los propios proyectos revolucionarios. De la agudeza de esta visi¨®n da prueba, m¨¢s que la pervivencia del anarquismo, el progresivo acercamiento, la impregnaci¨®n, bajo un nombre u otro, de matices libertarios por parte de los movimientos socialistas de origen marxista.
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