Sobre el homosexualismo
En la secci¨®n Cartas al director, de ese diario, correspondiente al d¨ªa 16, he podido leer las manifestaciones que hace el Front d'Alliberament Gai de Catalunya, en una declaraci¨®n que me ha sorprendido.He de hacer constar que soy un ciudadano transigente con toda ideolog¨ªa, respetuoso con opiniones contrarias a mi sentir y comprensivo con las aberraciones de la naturaleza. Siempre he censurado el fanatismo pol¨ªtico o religioso, el racismo y la eutanasia, as¨ª como he respetado toda tendencia art¨ªstica o cultural, aun cuando su expresi¨®n me sea incomprensible.
Sin embargo, el caso que se airea en ese art¨ªculo, es algo que me produce cierta aversi¨®n moral. Pues, si bien el homosexualismo existe, creo que debe considerarse como una aberraci¨®n de naturaleza an¨¢loga a una enfermedad, y que los que adolecen de la misma, deben intentar someterse a un tratamiento adecuado para superarla y, en ¨²ltimo caso, realizar el esfuerzo de vivir con la apariencia de seres er¨®ticamente normales.
Los implicados en ese Front, por el contrario, parecen ufanarse de serlo; la redacci¨®n de la carta evidencia la vanidad de pertenecer a tal asociaci¨®n y su existencia y antig¨¹edad como un hecho meritorio. Es como si los leprosos, cancerosos o sifil¨ªticos, se organizasen a su vez, no para intercambiar conocimientos y aportar medios para la investigaci¨®n y producci¨®n de f¨¢rmacos que les librase de la enfermedad, sino para hacer ostentaci¨®n de ella y realizar una labor de captaci¨®n de pros¨¦litos para el contagio. Respeto al enfermo y su derecho a ser curado, pero no al orgulloso de serlo y, por tanto, refractario a todo procedimiento curativo. No pretendo, (que quede bien sentado), el exterminio de los homosexuales, pero si su silencio. S¨ª, ya s¨¦ que muchos individuos de categor¨ªa art¨ªstica y cultural indiscutible lo han sido, pero no puede afirmarse que esa disposici¨®n se debiera a su malformaci¨®n org¨¢nica, porque muchos m¨¢s hombres han destacado en la investigaci¨®n y el saber siendo absolutamente normales.
Creo que a esos personajes ambiguos se les debiera impedir la exposici¨®n p¨²blica de sus anomal¨ªas, dado que no se les pregunta sobre ellas, ni a nadie que no sea ellos mismos le interesan. Y quiz¨¢ se evitase su. mayor proliferaci¨®n en una sociedad que ya tiene bastantes complejos que superar. Tengo hijos y me desagrada que esa desviaci¨®n la consideren normal; no quiero que por las facilidades otorgadas a esas asociaciones puedan ser v¨ªctimas de la persuaci¨®n de sus adeptos.
El final del escrito, sobre todo, es lo m¨¢s indecoroso. Yo les dir¨ªa a esos tales: No, no; est¨¢n ustedes muy equivocados. A la gran mayor¨ªa, por no decir la totalidad de los padres (doy un margen para no ser demasiado concluyente), no nos importa que nuestros hijos hagan amistad con negros, jud¨ªos y pelirrojos, con tal de que ¨¦stos no tengan, entre otros defectos de importancia el de ser, precisamente, homosexuales.
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