Homenaje a Casals por el Orfe¨® Catal¨¢ y la Nacional
Orquesta Nacional y Orfe¨® Catal¨¢.
Doctor: Fruhbeck de Burgos. ?El pessebre?, de Casals.
Teatro Real
S¨ª todo el a?o ha sido pr¨®digo en homenajes a Falla y Casals, la curva de las celebraciones se acent¨²a seg¨²n nos acercamos a la fecha exacta de los respectivos centenarios: 23 de noviembre para don Manuel, 30 de diciembre para don Pablo. Esta semana Madrid ha tenido algo que recibe siempre con gozo: la presencia del Orfe¨® Catal¨¢, algo m¨¢s que un Orfe¨® por seguir el lema c¨¦lebre del Barsa. Algo m¨¢s que un ?orfe¨®? digo porque el coro que fundara Millet ha representado y representa una obra social y entra?ablemente patri¨®tica para los hijos de Catalu?a, y por lo mismo, para todo espa?ol.Desde su primera visita en 1912, el Orfe¨® ha actuado en Madrid catorce veces, casi siempre con alguna de nuestras orquestas, interpretando el gran repertorio universal: Bach, Beethoven, Wagner. Algunas veces fue escuchado a capella en su repertorio vario y caracter¨ªstico que va de los grandes polifonistas del siglo de oro a las expresiones catalanas aut¨®ctonas de todo tiempo. En la presente ocasi¨®n portaba el Orfe¨® casi como una bandera, El pessebre de Pablo Casals, quien no en vano escribi¨®: ?El pessebre, al ser cantado por las voces catalanas del glorioso Orfe¨® Catal¨¢, parece haber tomado definitivamente en su m¨¢s ¨ªntima expresi¨®n su verdadero car¨¢cter.? Afirmaci¨®n que va mucho m¨¢s lejos que una frase amable o encari?ada, pues si algo es el oratorio de Casals se debe, precisamente, a la sincera autenticidad de su catalanidad.
No es preciso criticar, una vez m¨¢s, El pessebre, estrenado en Madrid por el mismo Orfe¨®, la Nacional y Fr¨¹hbeck que ahora lo han repuesto, el a?o 1971. Constituye una suma de sentimiento popular, expresada con sencillez y sincera emoci¨®n a trav¨¦s de la invenci¨®n del gran violoncellista y de la instrumentaci¨®n de su hermano, Enrique Casals. Esa m¨²sica ni?a para unos versos tambi¨¦n ni?os -los del poeta Joan Alavedra- ostenta desde la fecha de su estreno la representaci¨®n de un ideal que no es adherencia, sino sustancialidad: el amor a la paz. Pau a la terra-mai m¨¦s cap guerra-mai m¨¨s pecat, se canta en el Hosanna final a modo de r¨²brica y s¨ªntesis de la entera filosof¨ªa de la partitura. El mensaje ha corrido por los m¨¢s diversos pa¨ªses y ha recibido no s¨®lo el aplauso de las gentes -en el que sin duda fue y va impl¨ªcito el aplauso a la figura de Casals- sino el elogio de muy altas personalidades del mundo intelectual.
Bustamante, Naf¨¦, Bar¨®, Pons, la Nacional, el Orfe¨® que dirige el hijo del fundador Lluis Mar¨ªa Millet y Rafael Fr¨¹hbeck, de Burgo4 han protagonizado el triunfo y la emoci¨®n de la decimocuarta presencia madrile?a del gran coro catal¨¢n. Madrid ha sentido a Catalu?a como de verdad sabe hacerlo y ha rendido caluroso homenaje a la memoria de uno de los m¨¢s grandes catalanes de la historia.
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