Los partidos catalanes y las iglesias
El Servei d'Estudis del Centre d'EstudisPastorals de Barcelona elabor¨® hace alg¨²n tiempo un amplio cuestionario para los partidos que forman el Consell de Forces Pol¨ªtiques de Catalunya. En ¨¦l se les preguntaba sobre su inspiraci¨®n filos¨®fica, su actitud respecto a la Iglesia Cat¨®lica, su programa pol¨ªtico en cuestiones tan fundamentales como la ense?anza, el matrimonio (divorcio, aborto), la financiaci¨®n de los servicios religiosos, las relaciones con el Vaticano, etc¨¦tera.
Lo que primero llama la atenci¨®n al leer las respuestas de los partidos consultados es el amplio consenso laico que existe entre todos ellos. La secularizaci¨®n de nuestra cultura, la profunda laicidad de toda pol¨ªtica son, por fin, en esta Catalunya tradicional, una conquista hist¨®rica en absoluto in compatible con su gran sentido de la continuitat.
Este laicismo se muestra coherente. Es decir, respeta todas las creencias e instituciones religiosas, incluida la Iglesia Cat¨®lica. Sin duda ha debido influir en este consenso respetuoso el deseo de los partidos de no provocar conflictos a?adidos a los previsibles en todo despegue democr¨¢tico. El recuerdo de la II Rep¨²blica est¨¢ presente. Pero tambi¨¦n debe ser mencionado el fen¨®meno nov¨ªsimo —hist¨®ricamente hablando— de la militancia pol¨ªtica de los cat¨®licos en el amplio abanico de partidos, desde la Uni¨® Democr¨¢tica, de inspiraci¨®n cristiana, hasta el PSUC de los comunistas catalanes.
Estos dos hechos combinados —laicidad com¨²n respetuosa con la Iglesia y militancia de los cat¨®licos en todos los partidos— permiten hablar, me parece a m¨ª, de una clara superaci¨®n del componente religioso como elemento de guerra civil, t¨ªpico del alzamiento-cruzada de 1936 y del posterior nacional-catolicismo. Al menos en Catalunya —e imagino que tambi¨¦n en otros pueblos de Espa?a— los cat¨®licos no se identifican mayoritariamente con la derecha, y a su vez la izquierda ha dejado de ser en su inmensa mayor¨ªa anti-cat¨®lica. Ciertamente, la Iglesia ha ido poniendo en los ¨²ltimos a?os los locales —en sentido figurado y en el real— de la lucha democr¨¢tica.
Esta unanimidad respecto a la Iglesia y a toda confesi¨®n religiosa no excluye, por supuesto, posiciones diferentes de los partidos respecto a cuestiones concretas. A¨²n as¨ª, tales posturas suelen ser de matiz. No se encuentran antagonismos graves entre los programas de los partidos, los cuales son, en este tema y en tantos otros, de una inteligente moderaci¨®n y de un pragmatismo que no excluye la defensa de los propios ideales.
Me atrever¨ªa a destacar como punto m¨¢s significativo de no coincidencia el de la financiaci¨®n por parte de la futura Generalitat o Gobierno aut¨®nomo de Catalunya de las instituciones y servicios religiosos, as¨ª como de la escuela confesional. En lo que concierne a la econom¨ªa del clero y de la Iglesia, Uni¨® Democr¨¢tica (democracia cristiana) cree que los poderes p¨²blicos deben ayudar a las iglesias en proporci¨®n al n¨²mero de sus miembros, conservar sus edificios y crear y mantener los centros eclesi¨¢sticos, pues todo ello, considerado globalmente, ser¨ªa un bien objetivo para el pa¨ªs, aunque s¨®lo sea utilizado por los creyentes.
Frente a este ¨²nico planteamiento de apoyo p¨²blico a las iglesias, los restantes partidos se inclinan, bien por una total carencia de intervencionismo en la vida econ¨®mica de las instituciones eclesi¨¢sticas (PSC ex Reagrupament), bien por moderados matices de intervenci¨®n que van desde la no exenci¨®n de impuestos (Esquerra Democr¨¢tica) hasta la ayuda p¨²blica en proporci¨®n al servicio social que represente (Convergencia Democr¨¢tica). Precisamente este concepto de servicio p¨²blico fue especialmente elaborado por un grupo de cristianos del Partit Socialista de Catalunya desde una interesante perspectiva teol¨®gica.
La distinci¨®n que los socialistas hacen entre la funci¨®n espiritual de la iglesia y su poder econ¨®mico actual ser¨ªa de aplicaci¨®n especial en el caso de la escuela confesional y sus fuentes de financiaci¨®n. La Iglesia y sus escuelas ser¨ªan servicio p¨²blico en cuanto actuaran espiritualmente, es decir, desde esa peculiar conducta secularizada de los cristianos que persigue el fomento de la libertad, la democracia y la socializaci¨®n. Por el contrario, la Iglesia actuar¨ªa ?carnalmente? (en sentido paulino) si no pusiera su poder econ¨®mico al servicio de la citada funci¨®n espiritual. Como ocurre que esa coincidencia de ser vicio p¨²blico espiritual y financiaci¨®n escolar pasa por la reapropiaci¨®n social de la econom¨ªa, el socialismo, como portavoz de la sociedad secular, ser¨ªa un buen instrumento para lograr la coherencia interna de la Iglesia. Con la socializaci¨®n, se ayuda a la Iglesia a encontrarse a s¨ª misma y a cumplir mejor su servicio p¨²blico espiritual.
Este es el punto a mi juicio m¨¢s conflictivo en el futuro de los partidos. La Iglesia puede tener la tentaci¨®n de apoyarse en un partido de inspiraci¨®n cristiana para defender un poder econ¨®mico que le negar¨ªa el socialismo. Pero es muy probable que si la Iglesia, por metanoia interior, se encarnase de verdad en el pueblo, podr¨ªa prescindir de apoyos partidistas y levantar la hipoteca que a¨²n pesa sobre un partido que, en otros puntos, demuestra un avanzado esp¨ªritu laico y democr¨¢tico y que todav¨ªa cree honradamente que la Iglesia le necesita.
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