Una autocr¨ªtica
Son muy raros los escritos, aun personales y sin destino a la publicidad, en los que Falla hable de su vida o de su obra. Por ello adquiere especial valor este texto en el que don Manuel explica al cr¨ªtico Cecilio de Roda sus intenciones al componer las ?Piezas espa?olas? para piano, escritas en Madrid y Par¨ªs y estrenadas en la capital francesa por Ricardo V¨ª?es.
?Mi idea principal al cpmponerlas ha sido la de expresar musicalmente el alma y el ambiente de cada una de las regiones indicadas en sus t¨ªtulos respectivos.Salvo raras excepciones, que ya le indicar¨¦, m¨¢s que utilizar severamente los cantos populares, ti procurado extraer de ellos el ritmo la modalidad, sus l¨ªneas, sus mofl vos ornamentales mel¨®dicos ca racter¨ªsticos, sus cadencias modu lantes, conformando el todo -enlo posible- a la forma r'¨ªtmicamel¨®dica que acusa el conjunto (te frases que componen cada canci¨®n o danza.
El caso es que sobre todo esto hay algo importante y a cuyo servicio solamente uso aquellos procedimientos: evocar el alma del pueblo que canta o danza, como empec¨¦ por decirle.
Para hacer la Aragonesa no he adoptado ninguna jota autentica, sino que m¨¢s bien he procurado estilizar la jota. Los distintos elementos que componen esta pieza podr¨ªan encontrarse en estos dos compases: Sabiendo esto, comprender¨¢ usted, su estructura general. En la Cubana me he servido de la guajira y del zapateo (primera y segunda parte de la pieza), m¨¢s libremente de la primera que del segundo,del cual copio la danza original. Aqu¨¦lla, (la guajira) canta sobr¨¦ un fondo inspirado por el movimiento de la hamaca. En la Monta?esa (paisaje) he usado m¨¢s estr¨ªctamente el canto popular. Para la primera parte me he servido, en cierto modo, de esta frase de una canci¨®n monta?esa: El tema de la segunda parte, no es otro que la conocida canci¨®n asturiana: Esta segunda parte, en la que trabajo tem¨¢ticamente- dicha canci¨®n, es como, una danza que animase por un momento, alej¨¢ndose y desapareciendo despu¨¦s, el paisaje que he procurado evocar en las dos partes extremas (inicial y reprise) dela pieza, donde una canci¨®n ancha y lenta descansa sobre amplias soner¨ªas y lejano tintineo de campanas. Esta pieza fue escrita inmediatamente despu¨¦s de un viaje a laMonta?a. y al fin y al cabo, no es, otra cosa que una exteriorizaci¨®n, m¨¢s o menos afortunada..La ¨²ltima, la Andaluza, es la m¨¢s libre de las cuatro. como forma, como fondo y como todo. Usted como andaluz. sabr¨¢ tan bien como yo que nuestros cantos, salvo determinadas excepciones, var¨ªan al infinito y que un mismo ?cantaor? o ?cantaora? no los cantar¨¢n dos veces del mismomodo, dependiendo todo del sentir del momento. Bueno, pues voil¨¢ tout.Pero en fin, como algo se ha de decir, ?qu¨¦ diantre!, busquemos su origen en el ?polo?, el ?fandango? y, para el ?doppio piu lento?, en el cante jondo. Y, para concluir, le dir¨¦ que su estructura general responde m¨¢s a 1 una intenci¨®n dram¨¢tica que a otra cosa.. En esta pieza (como ya le dije respecto a la aragonesa), he procurado en parte estilizar las danzas de movimiento vivo (el polo, el fandango, etc¨¦tera) y ¨¦l grupo que pudi¨¦ramos llamar de canto, el cante jondo.
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