Democracia y representatividad
Podr¨ªa y deber¨ªa hacerse un estudio sobre la ¨¦tica pol¨ªtica de la representatividad y su problem¨¢tica, muy visible para quien. como yo. entienda la democracia como forma de vida. como actitud moral sostenida a lo largo de la vida. Pues es claro que todos podemos comisionar o apoderar. es decir, hacernos representar, para actos concretos, precisos, determinados en el documento notarial del poder otorgado. Pero ?podemos hacernos representar en lo que es, o deber¨ªa ser, pol¨ªticamente nuestra vida entera? Hasta cierto punto, s¨ª. La representaci¨®n es un suced¨¢neo inevitable de la en su plenitud. imposible democracia (directa). Y as¨ª puede funcionar como una ficci¨®n, por necesaria, plausible, siempre que se cumplan dos condiciones: que se mantenga la vinculaci¨®n estrecha y constante de los representantes con sus representados, para que el sistema representativo no degenere en parlamentarismo o partitocracia, es decir, en delegaci¨®n como definici¨®n del Gobierno en un ?aparato? olig¨¢rquico, y que, de la misma manera que el representante no se separe de sus representados, tampoco el gesto ritual de votar, esa acci¨®n lit¨²rgico-pol¨ªtica, se convierta en un acto aislado de la secuencia de una concepci¨®n democr¨¢tica de la vida. sino que se manifieste como expresi¨®n de actitud sostenida a lo largo de la vida pol¨ªtica. A muchos j¨®venes de hoy, les importa mucho m¨¢s, creo que con razon, la democracia como participaci¨®n y autogesti¨®n que la plausible ficci¨®n de la representaci¨®n.Para quien piensa de este modo no dej¨® de constituir una paradoja el verse invitado a tomar parte en el reciente congreso sobre sistemas electorales. si bien, con excelente acuerdo. s¨®lo a su clausura. Me pareci¨® entonces que lo ¨²nico que yo pod¨ªa hacer all¨ª. y lo que, m¨¢s o menos, estoy repitiendo aqui, era poner un contrapunto a cuanto all¨ª se hab¨ªa estado discutiendo, la determinaci¨®n de las t¨¦cnicas m¨¢s precisas para la computaci¨®n del voto en nuestra sociedad tecnol¨®gica, es decir, una cuesti¨®n de tecnolog¨ªa electoral. (Aunque entre par¨¦ntesis, no ser¨¢ inoportuno se?alar que esta voluntad, tan actual, de llenar, en cuanto sea posible, el acto electoral de contenido participatorio y cultural, es patente en obras como el libro reciente de Francisco Dom¨ªnguez Garc¨ªa de Paredes, La democracia integrada. Un sistema de votaci¨®n electoral. Nada m¨¢s lejos de mi intenci¨®n que la discusi¨®n de la inverificada efectividad del m¨¦todo en el propuesto, porque lo que me importa aqu¨ª es s¨®lo subrayar ese esfuerzo por conseguir, a trav¨¦s de la representaci¨®n, un retrato miniaturizado, es claro, pero lo m¨¢s fiel posible, de la voluntad popular.)
Mi contrapunto consisti¨® en la apelaci¨®n a que ese acto de depositar una papeleta en una urna se autentifique mediante el compromiso existencial con ¨¦l que lo dote de profundidad. (Lo cual, por supuesto, nada tiene que ver con el politicismo o politiqueo, del que va estamos muchos m¨¢s que saturados. Para m¨ª fue un ,gran respiro o¨ªr al pol¨ªtico Enrique Tierno, la otra tarde, su an¨¢lisis, tan l¨²cido, de la psicolog¨ªa de Dionisio Ridruejo en su relaci¨®n, ir¨®nica y contradictoria, con el poder.)
Mas al llegar ah¨ª. yo mismo me hac¨ªa estas objeciones: ?no ser¨¢ esto una reca¨ªda en existencialismo, existencialismo pol¨ªtico?; dicho de otro modo ,no se produce as¨ª un regreso al pathos dram¨¢tico de la democracia como religi¨®n secularizada y m¨¢s bien luterana, que demanda al hombre lo imposible de cumplir?: o en f¨ªn, para decirlo un poco menos pat¨¦ticamente, no se est¨¢ invitando, de este modo, a volver a la concepci¨®n de la rep¨²blica-democrac¨ªa de Montesquieu. basada en la virtud practicada a lo largo de la vIda entera? Incluso podr¨ªamos traer al respecto aquellas palabras de Unamuno. dichas a prop¨®sito de la religi¨®n. pero que dentro de este contexto cabr¨ªa trasponer l¨ªcitamente al de la pol¨ªtica: ?Al pueblo hay que repetirle un d¨ªa y otro Y otro que no delegue ... ?
Bueno, yo no dir¨ªa tanto... o quiz¨¢ dir¨ªa m¨¢s a¨²n. No concibo la democracia como una forma tr¨¢gica. sino como una forma ut¨®pica de vida. La utop¨ªa se funda en la esperanza. no en la desesperaci¨®n, y su funci¨®n consiste en la configuraci¨®n del futuro a trav¨¦s de su dicci¨®n o predicci¨®n: que el gobierno del pueblo por el pueblo (y, llegados a estas alturas. ya la palabra ?gobierno? no ser¨ªa adecuada, sino, a lo sumo, metaf¨®ricamente) se cumpla.
Evidentemente, es mucho esperar. Entre tanto y provisoriamente podemos concebir la vida Pol¨ªtica como una bien dosificada proporci¨®n de lo practicable y de lo imposible.
El Gobierno se inclina evidentemente por lo primero, por lo seguro. Ha mu?ido a los, en principio reacios procuradores Y se dispone ahora a mu?ir el refer¨¦ndum. Frente a ello yo declaro desde ahora que convertir¨¦ mi abstenci¨®n en un acto, responsablemente pol¨ªtico Y. por tanto. positivo. Habr¨¢ mucho f¨¢cil ?s¨ª? que seguir¨¢ la corriente de la propaganda. Pero si Yo soy esc¨¦ptico Incluso respecto de la posibilidad misma de la representaci¨®n. ?c¨®mo no voy a serlo en cuanto a los actos de un Gobierno del que no consta que represente a nadie? La Reforma es una empresa para la que no se ha contado con el pa¨ªs. Ahora. de un modo demasiado parecido al franquista de hace diez a?os. se va a hacer como que se cuenta. Yo no me voy a prestar al juego. Que el Gobierno contin¨²e su Reforma por s¨ª. y ya veremos donde para, porque es de temer que se quede no lejos de donde ya estarnos. No perdamos, por supuesto, la esperanza. Pero permanezcamos en espera. Ello dir¨¢.
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