Los toreros modestos deben imponer su estatuto profesional
Los matadores de toros modestos siguen a la espera del man¨¢ y, mientras tanto, se estrecha a su alrededor el cerco de la opresi¨®n, cada vez m¨¢s, hasta la asfixia: no tienen garant¨ªa alguna de contrataci¨®n, ni esperanza de que aqu¨¦lla llegue; les enfrentan con los toros de m¨¢s fortaleza y fiereza, y encima los ganaderos piden que le reglamente la disminuci¨®n del castigo de las reses; sus honorarios son ¨ªnfimos, y a partir de ahora no les servir¨¢n para nada, si se aceptan los nuevos sueldos que piden los subalternos.Seg¨²n esta petici¨®n -5.000 duros por banderillero o picador, sin -distinci¨®n de categor¨ªas- todos los matadores de cualquier grupo tendr¨¢n s¨®lo en cuadrillas un gasto por corrida de 125.000 pesetas; es decir, lo que cobra (o a¨²n m¨¢s de lo que cobra) un espada modesto pero con cierto cartel cuando torea en las Ventas, cuya empresa es, por a?adidura, de las que mejor pagan.
A los modestos les est¨¢n vapuleando por todos los lados y no reaccionan. Adelantemos que la petici¨®n de los subalternos es justa; les asisten razones m¨¢s que sobradas para exigir una mejora de sus retribuciones. Pero las habas son contadas y de ning¨²n modo puede aceptarse que, por imperativo legal, un torero haya de pagar a su cuadrilla m¨¢s de lo que cobra. Quiz¨¢ sea una soluci¨®n que los honorarios de los subalternos sean con cargo a las empresas, pero siempre que no suponga merma en lo que abonan a los matadores, ni valga como excusa para una nueva subida de los precios de las localidades. Acaso haya llegado el momento de que las empresas (a las poderosas nos referimos desde luego) sigan ganando dinero, aunque menos.
Habr¨¢n comprobado los toreros modestos, los marginados del monopolio -m¨¢s de la mitad del escalaf¨®n- que nadie se acuerda de ellos, y pueden dar por cierto que el man¨¢ no les va a llegar jam¨¢s. O se unen para forzar el definitivo ordenamiento de su profesi¨®n, o no tienen nada que hacer, salvo pasar fatigas y frustraciones, sin provecho y sin gloria. A la presi¨®n que representa el monopolio empresarial deben oponer su estatuto, convenientemente legalizado, sobre unas bases que pudieran ser las siguientes: formaci¨®n profesional garantizada y acreditada, como respaldo de base para la dignificaci¨®n de su profesi¨®n; regulaci¨®n de alternativas con establecimiento de condiciones m¨ªnimas a un importante nivel de conocimiento del oficio y n¨²mero de festejos toreados; n¨²mero m¨¢ximo de matadores de toros que deben integrar el escalaf¨®n, en concordancia con las corridas que anualmente se celebran en Espa?a y puestos de trabajo que ¨¦stas suponen; exigencia a los empresarios del m¨ªnimo de contratos que cada matador debe tener al a?o, con honorarios en cuant¨ªa adecuada para que el torero pueda vivir de su trabajo; r¨¦gimen de permanencia en la categor¨ªa (por edad, por profesionalidad, etc¨¦tera), que d¨¦ lugar a su renovaci¨®n por novilleros.
Hemos compulsado estas ideas con algunos espadas y muchos las consideran metas deseables a alcanzar en breve plazo, mientras algunos las tienen por utop¨ªas, porque consideran infranqueable la barrera del monopolio. E in franqueable ser¨¢, desde luego, si nadie intenta derribarla.
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