El repliegue comercial japon¨¦s es s¨®lo una soluci¨®n provisional
Aunque los japoneses acepten reducir sus exportaciones de coches a Europa, limiten el ritmo de la construcci¨®n naval y prometan comprar m¨¢s en el Mercado Com¨²n, los europeos no ver¨¢n resuelto el problema del creciente d¨¦ficit comercial con Jap¨®n. El repliegue aceptado por el Gobierno de Tokio no ser¨¢ m¨¢s que una soluci¨®n provisional, mientras que los pa¨ªses industrializados no hagan los esfuerzos necesarios para enderezar sus econom¨ªas.
Son los comunitarios los que tienen que sacarse las casta?as del fuego, dicen m¨¢s o menos los iaponeses, a pesar de haber entendido el ultim¨¢tum planteado por la CEE recientemente: si las autoridades niponas no deciden un cambio en la pol¨ªtica de penetraci¨®n en los mercados internacionales, las instituciones comunitarias no podr¨¢n evitar que los nueve, individualmente adopten medidas proteccionistas. Para evitar una posible guerra comercial, Jap¨®n ha decidido recoger algo las velas de su expansi¨®n econ¨®mica, porque en el fondo est¨¢ convencido que esta querella no conduce a nada. No es m¨¢s rentable, en definitiva, que el continuar con su marcada l¨ªnea de agresividad.Seg¨²n un alto funcionario de la embajada japonesa en Madrid, ?los que gritan contra la agresividad del Jap¨®n no hacen m¨¢s que buscar una cabeza de turco para sus problemas internos?. Desde hace tiempo, Jap¨®n est¨¢ acostumbrado al fen¨®meno de los ataques por su sistema eficaz de penetrar en los mercados, pero quiz¨¢ en esta ocasi¨®n las quejas europeas han sido, excesivas, porque tambi¨¦n el deterioro de la situaci¨®n econ¨®mica y monetaria de algunos pa¨ªses industrializados ha creado claros desequilibrios en el seno de la CEE.
Los japoneses no ignoran el atractivo del mercado europeo a pesar de la situaci¨®n parad¨®jica que ofrece: salarios altos y un nivel de consumo elevado, junto con desempleo, inflaci¨®n y huelgas. Pero los japoneses saben tambi¨¦n que cuentan con cartas m¨¢s interesantes. Para ellos, la clave de su ¨¦xito no ofrece ning¨²n secreto. Desde la crisis del petr¨®leo en 1973, Jap¨®n fren¨® su desarrollo y se oblig¨® a reducir la demanda general en la econom¨ªa. Adem¨¢s las empresas japonesas dependen de sus propios capitales, condici¨®n que en ¨¦pocas de crisis fortalece la actividad inversora porque no hay necesidad de acudir al cr¨¦dito y pagar inter¨¦s por el dinero prestado. Todo ello unido a la vitalidad, de la competitividad que existe, tanto a nivel interno como externo, entre las propias firmas japonesas contribuye a que los productos made in Japan puedan ofrecerse con un grado de perfecci¨®n, una mejora de calidad y un abaratamiento en los costes superior a los de los productos fabricados en Europa o en Estados Unidos.
El mercado japon¨¦s es un mercado totalmente abierto y a la competitividad entre las empresas nacionales se une la que puede surgir con la entrada de productos procedentes de otros pa¨ªses. Sin embargo, los comerciantes europeos dejan mucho que desear en su capacidad de iniciativa, y en sus esfuerzos por abaratar costes y rebajar precios. La retracci¨®n de las inversiones en ¨¦pocas de inseguridad econ¨®mica es una caracter¨ªstica de los pa¨ªses industrializados occidentales, por el contrario los empresarios japoneses no tienen miedo a la inversi¨®n, al menos, la fuerte competitividad les empuja a ello. Respecto a las acusaciones de dumping que han reca¨ªdo sobre Jap¨®n, Tokio se defiende y argumenta que algunos coches japoneses se venden m¨¢s caros en Estados Unidos que los de fabricaci¨®n nacional, a pesar de tener caracter¨ªsticas similares, porque la calidad y el servicio post-venta son a veces superiores a los que ofrece Estados Unidos.
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