Calendarios, agendas y estampitas en el Museo de Arte Contempor¨¢neo
Mejor hubiera sido una exposici¨®n de chritsmas. La proximidad de las fiestas hubieran regalado a los artistas invitados, o solicitados, o contratados por Olivetti, un motivo m¨¢s c¨¢lido y ecum¨¦nico que el pueril repertorio de calendarios, agendas e ilustraciones de libros editados por la poderosa firma de m¨¢quinas de escribir. No puede, en todo caso, la presente muestra disimular, pese al nombre de algunos de sus integrantes, un cierto aire de certamen escolar navide?o. Ni las pretensiones del reclamo publicitario (?Los artistas y Ollvetti?), ni el marco elegido (el museo de Arte Contempor¨¢neo) responden, respectivamente, a la calidad de lo expuesto y a la espec¨ªfica orientaci¨®n de lo que se debe exponer. P¨¢lida sombra o acusado contraste de cuanto, a tenor de anteriores experiencias, cab¨ªa esperar del mecenazgo Olivetti, no creo que la exposici¨®n de marras re¨²na el minimum neccesarium para ocupar la primera sala de la naci¨®n o ajustarse a su cometido.?Los artistas y Olivetti.? ?Qu¨¦ artistas? Se nos quiere advertir, en el texto preambular que la muestra recoge una representaci¨®n de lo m¨¢s florido entre los a?os 1935 y 1975. ?Bajo el sugestivo t¨ªtulo Los artistas y Olivetti -escribe uno de los prolonguistas oficiantes- presenta la citada firma una espl¨¦ndida selecci¨®n de obras de los cuatro decenios posteriores.? Una espl¨¦ndida selecci¨®n, ?de qu¨¦? De calendarios, agendas e ilustraciones, reducidos, a veces, a simples grabados.
Los artistas y Olivetti
Museo Espa?ol de Arte contempor¨¢neo. Ciudad Universitaria.
Los cuatro decenios de que habla el prologuista aluden a los que siguieron al tiempo comprendido entre 1910 y 1975, y el recuerdo, a¨²n vivo. de la ni uestra colectiva de que tal per¨ªodo tuvo a bien ofrecemos, hace seis a?os, la casa Olivetti, con obras maestras de la vanguardia italiana, tal como constan en la exuberante Colecci¨®n Maltioli. Invocar los aciertos de aquella inolvidable exposici¨®n equivale a poner de manifiesto, o en rid¨ªculo, las notorias deficiencias de ¨¦sta. Alentados, precisamente, por la remembranza de aquella obra maestra patrocinada por Olivetti, acudimos, puntuales, a la ceremonia preinaugural (a eso que, entre ¨¢gape eventual o almuerzo en toda regla, se ha dado en llamar la premiere reserva a la cr¨ªtica; y cu¨¢l no fue nuestro asombro al advertir que los soberbios cuadros cubistas, futuristas, surrealistas, metaf¨ªsicos... de entonces se hab¨ªan truncado ahora en estampas de calendario o en vi?etas de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas.
No es el lugar
Si no fuese por las pretensiones titulares y el car¨¢cter oficial de las salas que pretenden adecuarse unas obras del todo inadecuadas, hubiera merecido esta exposici¨®n el trato respetuoso, aunque cr¨ªtico, que corresponde a algunos (s¨®lo algunos) de los expositores, a¨²n dados a las artes menores de la ilustraci¨®n o a menesteres publicitarios. Querer, sin embargo, que la n¨®mina y obra de todos ellos resuma oejemplif¨ªque en algo el arte de nuestro tiempo es notable desatino.
Intenta la exposici¨®n, as¨ª las cosas, persuadirnos del buen tino de la casa a la hora de elegir sus estampas, o se propone cerciorarnos de su presunta capacidad selectiva. Qu¨¦ ejemplo o resumen del arte actual (?Qu¨¦ espl¨¦ndida selecci¨®n?) puede desprenderse de semejantes prop¨®sitos y tales obras? ?Habr¨¢n de dedicarse a estos y parecidos antojos las salas del museo de Arte Contempor¨¢neo. por lo que de lo uno y lo otro, especialmente, tiene o debiera tener y velar?
Si la casa Olivetti -viene a dec¨ªrsenos- quiere un calendario llamativo, va y se lo encarga a Michel Folon, a Lucio del Pezzo, a Crosby Feltcher, Forbes.... Si de una novedosa agenda se trata, para eso est¨¢n Sutherland, Alechinsky, Marini, Paul Davis, Merlotti.... Si hay que ilustrar Pinocho o Alicia en el pa¨ªs de las maravillas... o afines, se recurre a Topor, a Kanekon a Jean-Jaeques Rousseau.... y si de interpretar una m¨¢quina de escribir (materia de la firma), a Viviani.
?Qu¨¦ arte actual pueden representar los m¨¢s de los expositores aqu¨ª presentes o representantes de los gustos de Olivetti? Sobran dedos de una mano para resumir, si los hay, nombres verdaderamente significativos del arte de nuestro tiempo, en sus mas lata o generosa acepci¨®n, siendo legi¨®n, por el contrario, los que brillan por su ausencia. Parecen haber olvidado los patronos de Otivetti que en el lapso temporal por ellos elegido se han producido sucesos harto m¨¢s relevantes que los que ellos nos ofrecen. C¨®mo es posible, por ejemplo, que de entre el centenar de obras presentadas, ni una sola responda a las intenciones y a los hechos de las corrientes abstraccionistas? Ni entro ni salgo en los gustos de la acreditada firma italiana (libres son sus mentores de escoger lo que les plazca). Vengo, ¨²nicamente, a reiterar la manifiesta desmesura de lo anunciado, cuya versi¨®n m¨¢s razonable hubiera sido ¨¦sta: ?Ciertos artistas y Olivetti?: o ¨¦sta otra: ?Unos cuantos amigos de la casa. ? ?Empecemos diciendo -escribe el otro prologuista oficiante- lo que no se encuentra en esta exposici¨®n.? ?Lo que no se encuentra? Pr¨¢cticamente, todo, aceptamos -digo yo- cuantas justificaciones quieren sugerirnos. ?Una industria -insiste el prologuista- precisa con frecuencia la aportaci¨®n de artistas creadores para satisfacer de comunicaci¨®n ligadas con la difusi¨®n de la propia imagen y el conocimiento de sus productos.? Pero no -concluyo de mi cuenta- bajo el t¨ªtulo invocado, ni en el lugar elegido.
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