Nadie, salvo el pueblo, tiene autoriad para dirigir el cambio
El texto ¨ªntegro del discurso es el siguiente:?Buenas noches, se?oras y se?ores.
A los dos d¨ªas de jurar mi cargo de presidente del Gobierno ante Su Majestad el Rey, promet¨ª dedicar mi esfuerzo a un objetivo, que es juntamente el objetivo de la Monarqu¨ªa a la que servimos: darle al pueblo espa?ol el protagonismo que le corresponde. Han pasado cinco meses -yo dir¨ªa que cinco meses importantes-, y ha llegado la hora: ma?ana son convocados a las urnas m¨¢s de veintid¨®s millones , de espa?oles para decidir su futuro pol¨ªtico.
En la v¨ªspera de este acontecimiento, comparezco ante ustedes para explicar los criterios del Gobierno sobre temas que a todos interesan; dar cuenta de cada uno de nuestros pasos, y acudir a la opini¨®n p¨²blica y a la consulta, porque el Gobierno de Su Majestad el Rey, que me honro en presidir, quiere gobernar asistido de la sociedad.
Por ello, deseo hacer constar los principios que inspiran la reforma pol¨ªtica que ma?ana se somete a sanci¨®n popular. Se trata, en primer t¨¦rmino, de modificar nuestras estructuras pol¨ªticas con el ¨²nico fin de acomodarlas a la. realidad de Espa?a y al pluralismo existente en su base social.
No nos mueve para ello ning¨²n af¨¢n de gobernar con espectacularidad, ni ning¨²n deseo de protagonismo. No servimos tampoco -y no me interesa subrayar los intereses de partido, por muy respetables que ¨¦stos sean para nosotros. Cuando el Gobierno se calific¨® a s¨ª mismo como gestor de la transici¨®n pol¨ªtica, estaba indicando un estilo, un procedimiento, pero tambi¨¦n un servicio: el servicio que se deriva de trabajar en equipo a favor de nuestro pueblo y de nuestro Rey.
Es evidente que todo ha cambiado en esta naci¨®n. Desapareci¨® la excepcional figura de Franco. Surgi¨® en la piel de Espa?a, en toda su riqueza, un pluralismo que tiene que ser aprovechado y canalizado para ser ¨²til a la comunidad. Se est¨¢n estructurando nuevas fuerzas sociales que deben tener oportunidad de someterse al contraste del voto popular para que puedan aportar su iniciativa al quehacer nacional. Y si esto es as¨ª, ?hemos de asistir impasibles a esta profunda mutaci¨®n de nuestras relaciones? ?Es l¨ªcito que adoptemos la c¨®moda postura de contemplar el cambio sin proporcionarle los instrumentos jur¨ªdicos y pol¨ªticos para que sea positivo y creador?
Pienso que no. Por supuesto que .es obligaci¨®n del Gobierno, porque as¨ª se lo encomienda la Ley porque as¨ª lo demandan ustedes y porque ese es el esp¨ªritu de la Corona, dar respuestas v¨¢lidas a todos estos desaf¨ªos del momento hist¨®rico, y tenemos la seguridad de que en la Espa?a de hoy la integraci¨®n plena de todos en la comunidad nacional no puede darse sin libertad pol¨ªtica. El procedimiento para ello es esta ley para la reforma, cuyo destino deben decidir ma?ana.
Mi comparecencia ante estas c¨¢maras no es para pedir un voto gratuito a favor de la ley. Es, sobre todo, para pedir un voto en conciencia, un voto que haga posible que la Constituci¨®n Espa?ola, los comportamientos pol¨ªticos espa?oles, respondan a las exigencias actuales del pa¨ªs.
No significa, en absoluto, que ignoremos nuestro inmediato pasado.
Significa que lo asumimos, pero que lo asumimos con responsabilidad.
Significa que recogemos su herencia, pero la recogemos con la exigencia de perfeccionarla y acomodarla -como cualquiera de nosotros hacernos en nuestras casas- a las demandas actuales de la gran familia nacional.
Significa, en definitiva, que hemos aceptado el compromiso de la reforma para engrandecer la legalidad, para hacer m¨¢s s¨®lida la concordia y para crear una absoluta transparencia en los comportamientos p¨²blicos, puesto que pienso que nada de cuanto ocurre en Espa?a debe ser ajeno, a ning¨²n espa?ol.
Detr¨¢s de la ley que ma?ana se somete a votaci¨®n no hay ning¨²n secreto, ning¨²n misterio, ning¨²n pacto.
No se trata de una batalla
Si ustedes me pidieran un nuevo resumen de sus objetivos, los condensar¨ªa en una sola frase: queremos que el pueblo espa?ol controle y dirija, a trav¨¦s de sus representantes, libre y democr¨¢ticamente elegidos, los destinos de nuestra Patria.Las pr¨®ximas elecciones -si ustedes aprueban esta ley- dir¨¢n qui¨¦nes son los depositarios de la confianza popular. Pero ahora mismo pienso que ni el Gobierno, ni las fuerzas pol¨ªticas, ni ninguno de nosotros individualmente podemos desprendernos de la obligaci¨®n de hacer posible todo eso. Por ello, cuando les pedimos que ma?ana vayan a las urnas, que ma?ana voten, que ma?ana ejerzan la soberan¨ªa que la ley les otorga, no es por af¨¢n de ganar una batalla que no hemos planteado.
Es ¨²nicamente porque creemos que nadie, salvo el pueblo en su conjunto, como due?o de sus destinos, tiene autoridad para dirigir el cambio.
Si pedimos la presencia de todos en los colegios electorales es por la convicci¨®n profunda de que el nuevo marco pol¨ªtico que buscamos s¨®lo ser¨¢. respetado si se basa en el consentimiento general de la naci¨®n. 0 dicho de otra forma: s¨®lo disfrutaremos de seguridad, de estabilidad pol¨ªtica y de horizontes claros si la reforma se asienta en la voluntad general.
Porque creemos que es as¨ª, hemos dado este paso. Y porque creemos que estamos abriendo el futuro de Espa?a a una sociedad plenamente democr¨¢tica, sin riesgos y sin temores, defendemos hasta el ¨²ltimo momento esta ley, que marca un cambio de nuevas oportunidades a la libertad y a la convivencia.
Quiero ahora recordar unas palabras del mensaje de la Corona:
?Soy consciente de que un gran pueblo como el nuestro, en pleno per¨ªodo de desarrollo cultural, de cambio generacional y de crecimiento material, pide perfeccionamientos profundos. Escuchar, canalizar y estimular estas demandas es para m¨ª -se?alaba nuestro Rey- un deber que acepto con satisfacci¨®n.?
Y creo que tan noble prop¨®sito no puede quedar sin que todos arrimemos nuestro hombro para hacerlo posible; para que esta Espa?a sea la tierra de todos cuantos en ella viven; para que sus instituciones tengan un lugar holgado para cada ciudadano y cada idea pol¨ªtica; para que ninguna iniciativa quede en silencio, ni ning¨²n esfuerzo quede condenado al olvido.
Quiz¨¢ todo esto no se pod¨ªa hacer cuando nuestra principal preocupaci¨®n era reconstruir Espa?a. Pero hoy, s¨ª.
Hoy s¨ª, porque Espa?a tiene un orgullo: el orgullo de un pueblo que siempre, y muy especialmente a lo largo de este ¨²ltimo a?o, demostr¨® un excepcion al sentido de la responsabilidad.
Hoy s¨ª, porque ese mismo pueblo, de cuya capacidad de convivencia se desconfiaba, ha demostrado en casi cuatrocientos apasionantes d¨ªas una serenidad a prueba de sacrificios y sobresaltos.
- Hoy, s¨ª, porque los 36 millones de espa?oles constituyen la gran garant¨ªa de futuro.
Hoy s¨ª, insisto, porque aunque haya quienes deseen hacer coincidir sus atentados con la gran ocasi¨®n de una consulta popular, la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos no s¨®lo es ajena a sus desaf¨ªos sino que los condena, porque el lenguaje de la violencia ya no es, -gracias a Dios- el lenguaje de nuestro pueblo.
Este es" se?ores, el gran dato en que se funda nuestra confianza. Y, la ley-para la Reforma Pol¨ªtica se basa en ¨¦l: en la voluntad, la gesti¨®n y el control del gran pueblo espa?ol. Yo espero y deseo que todos los partidos y grupos pol¨ªticos y cuantos dedicamos nuestro esfuerzo a la vida p¨²blica seamos capaces de conseguir los mismos caminos. Pero no basta con esperarlo. Hay que hacerlo posible. Y la f¨®rmula, la ¨²nica f¨®rmula, es conseguir que los dirigentes y los representantes salgan de ese mismo pueblo, con autenticidad y libertad.
Extremistas y automarginados
Naturalmente, los grupos extremistas y automarginados desean impedir este paso hacia la normalidad del pueblo espa?ol. Lo est¨¢n demostrando por todos los medios a su alcance: la fuerza de la violencia, la coacci¨®n, el secuestro y el crimen. Acciones de esta naturaleza indican una crispada insolidaridad de sus autores, y es l¨®gico que provoquen reacciones dif¨ªciles de controlar en un primer momento., Pero hay que decir con claridad que los grupos extremistas no son en modo alguno representantes del sentir del pueblo espa?ol.
En los ¨²ltimos a?os, muchos gobiernos de todo el mundo han sido sometidos a presiones terroristas, de las que Espa?a no ha sido excepci¨®n, ni tampoco comenzaron en nuestro pa¨ªs con el estreno de la nueva etapa pol¨ªtica.
El asesinato del almirante Carrero Blanco, los atentados que costaron la vida a tantos servidores p¨²blicos son otros tantos dolorosos ejemplos de un ataque subterr¨¢neo anterior al comienzo del cambio pol¨ªtico.
~ El Gobierno que presido sabe distinguir las aspiraciones sociales de las intentonas terroristas; las justas exigencias de participaci¨®n en el poder a trav¨¦s de procedimientos civilizados, de las actitudes subversivas de los aut¨¦nticos enemigos del Estado y del pueblo. Y porque sabemos distinguirlo, reconocemos la dificultad de la transici¨®n,. pero no podemos, ni queremos, renunciar a ella, porque sentimos acuciante la obligaci¨®n de devolver al pueblo espa?ol su soberan¨ªa y su protagonismo.
El secuestro del se?or Oriol
Hoy, la naci¨®n est¨¢ apesadumbrada por la noticia del secuestro del presidente del Consejo de Estado y consejero del Reino, don Antonio Mar¨ªa de Oriol y Urquijo. Ante esta criminal acci¨®n, como ante cualquier otra planteada como chantaje o coacci¨®n, este Gobierno compromete su autoridad en impedir que la violencia consiga imponerse a un Estado de Derecho; que la intimidaci¨®n trate de apoderarse de una sociedad que conquist¨® muy trabajosamente su paz, o que estos hechos, tantas veces inevitables en el mundo de hoy, sean manipulados desde perspectivas interesadas de grupos.
Igualmente, nos parece inaceptable que se trate de capitalizar estas tr¨¢gicas circunstancias a favor o en contra de un Gobierno, con falsas acusaciones de debilidad. Que nadie interprete la serenidad como falta de decisi¨®n. El crimen y los atentados contra la paz son y ser¨¢n perseguidos con todo rigor. En cambio, la oposici¨®n pol¨ªtica, planteada con argumentos legales y v¨¢lidos, es contemplada por el Gobierno con naturalidad y con deseo de que se convierta en enriquecimiento de la vida colectiva. Se aplicar¨¢ la Ley a quien la infrinja, pero se construir¨¢ una Ley amplia para toda la sociedad.
El proceso pol¨ªtico que est¨¢ viviendo Espa?a es quiz¨¢s ¨²nico en la historia. Dif¨ªcilmente se encuentran precedentes conocidos. Y si todo cambio pol¨ªtico implica dificultades, lo que es excepcional implica dificultades excepcionales.
El Gobierno es plenamente consciente de las graves dificultades que comporta conducir la transici¨®n pol¨ªtica, pues en etapas como ¨¦sta se suelen generar, l¨®gicamente, recelos e incomprensiones en los diferentes sectores de la sociedad, sean de centro, de derecha o izquierda.
Es muy estrecho el camino por el que tiene que transcurrir la acci¨®n del Gobierno en estas circunstancias y, por otra parte, est¨¢ siempre erizado de dificultades, ya sean econ¨®micas, pol¨ªticas o sociales.
Realizar un cambio que es verdadero, y hacerlo pac¨ªficamente, sin revoluciones y sin traumas, es una empresa merecedora de despertar las mayores ilusiones.
Hacia el futuro con la frente alta
En consecuencia, quiero asegurarles que el Gobierno est¨¢ firmemente decidido a continuar su andadura porque espera encontrar el apoyo de la mayor parte del pueblo para conseguir que todos los espa?oles puedan seguir caminando hacia el futuro, no s¨®lo sin sentirse heridos, sino con la frente alta y la conciencia limpia.
Conocemos nuestros objetivos.
Somos conscientes de nuestro compromiso. Sabemos de la dificultad, como he dicho antes, de gobernar una situaci¨®n de cambio, cuando la legislaci¨®n est¨¢ anclada en el puerto de salida y tenemos que llegar al puerto de destino de una democracia plena. Por todo ello, tenemos que conseguir un dif¨ªcil equilibrio: el dif¨ªcil equilibrio de conjugar la leg¨ªtima autoridad del Estado y el prestigio de sus normas con los cambios sociales ya producidos y que son irreversibles.
Yo estoy convencido de que, en estas circunstancias, el pueblo espa?ol reforzar¨¢ su serena y digna decisi¨®n de votar por una Espa?a en paz y concordia basada en la soberan¨ªa popular, porque s¨®lo as¨ª se podr¨¢n clarificar las situaciones de confusi¨®n.
Una vez conocido lo que la ley de Reforma Pol¨ªtica pretende, conviene saber que el ¨²nico riesgo insalvable para el pa¨ªs es volverse de espaldas al curso de la historia. Todo cambio pol¨ªtico implica dificultades y tensiones; pero el Gobierno es absolutamente consciente de que preguntarle al pueblo espa?ol como quiere su porvenir es el ¨²nico medio de construir un futuro sin riesgos.
Por todo ello, el Gobierno de Su Majestad el Rey, respetando otras posiciones, pide el s¨ª en el refer¨¦ndum. Pero pedimos el s¨ª, para que la pol¨ªtica est¨¦ en l¨ªnea con la realidad del pa¨ªs.
Pedimos el s¨ª, porque frente a, la imagen de la Espa?a diferente, queremos construir la Espa?a sin t¨®picos ni complejos.
Pedimos el s¨ª, porque aspiramos a que cada espa?ol se sienta gestor en los compromisos y en las obligaciones, pero tambi¨¦n en los beneficios de la tarea com¨²n.
Pedimos el s¨ª, porque es necesario abrir las puertas a nuevos representantes leg¨ªtimos que encaren, con la autoridad emanada de las urnas, las reformas precisas.
Pedimos el s¨ª, porque queremos que haya elecciones, y queremos elecciones porque creemos que de ellas pueden derivarse soluciones de representatividad para los problemas econ¨®micos y sociales, y porque s¨®lo a partir de ellas y de su sinceridad son posibles los grandes acuerdos nacionales que Espa?a necesita.
Derecho a pedir el s¨ª
Creo que tenemos el derecho moral y legal a pedir el s¨ª, porque el cambio se efect¨²a desde la legalidad, por los procedimientos previstos en la Constituci¨®n;. pero con la suficiente perspectiva como para que nadie se considere marginado de las grandes opciones nacionales. Y nada m¨¢s, se?oras y se?ores.
S¨®lo me resta decir que cuando como presidente del Gobierno de.. Su Majestad les invito a acudir a las urnas y solicito un voto afirmativo; no estoy pidiendo nada para m¨ª. S¨®lo pido que, entre todos, con todos, hagamos posible que a este pueblo se le devuelva la confianza de sentirse capaz de gobernarse a s¨ª mismo. S¨®lo pido que abramos una puerta a la posibilidad de que nuestra vida p¨²blica no dependa de quienes m¨¢s se hacen o¨ªr, sino de quienes mejores soluciones aportan.
Ma?ana, se?oras y se?ores, gobiernan veintid¨®s millones de espa?oles. Ma?ana comienza si su voto es afirmativo, una nueva etapa hist¨®rica basada en la soberan¨ªa popular. Pienso que ma?ana vamos a hacer posible, con nuestro voto, que esta sociedad, tan castigada a veces por la historia, encuentre ahora, en un orden que margine a los, extremismos, en una libertad que no ofrezca coartada para la violencia, una nueva oportunidad para la concordia, la normalidad y la paz civil. Vamos a servir a nuestros hijos y a las generaciones venideras despejando el futuro de incertidumbres e inc¨®gnitas. Vamos a crear una forma de gobierno estable, con el ¨²nico procedimiento posible que sean las mayor¨ªas quienes ejerzan el poder, con el respeto profundo y eficaz a las minor¨ªas.
Vamos a abrirle la puerta al mandato del sentido com¨²n, con rigor, con realismo, pero tambi¨¦n con ilusi¨®n, porque estoy firme mente convencido de que es posible la consolidaci¨®n en paz de este gran pueblo que se llama Espa?a.
Ustedes tienen la palabra. Muchas gracias.
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