Los asesores quieren profesionalizarse
El que fuera matador de toros en los a?os treinta Pepe Amor¨®s nos ha manifestado que el asesor taurino, cargo en el que lleva siete a?os, no existe como profesi¨®n. ?Mi inter¨¦s, ha declarado, fue encauzar una profesi¨®n dentro de los toros para aquellos que no tuvieron suerte en su carrera, una salida digna para los que quieran seguir ligados de alguna manera a una profesi¨®n a la que han entregado los mejores a?os de la vida. Hace unos a?os, contin¨²a Amor¨®s, envi¨® un escrito a todos los asesores taurinos de Espa?a con el fin de que dieran su asentimiento para sindicarnos. Nos presentamos ante el sindicato nacional los cinco asesores de Madrid: Nicanor Villalta, Valencia III, Antonio Posada, Jos¨¦ Uceda y yo, en representaci¨®n de todos los asesores de Espa?a. No obtuvimos la m¨¢s m¨ªnima respuesta. Intentamos luego entrar cada asesor en el respectivo sindicato provincial con el fin de reunirnos luego en el nacional. Tampoco obtuvimos respuesta.??La autoridad es muy necesaria para mantener el orden p¨²blico -a?ade-, pero en el momento de salir el toro a la plaza la responsabilidad debe recaer en el t¨¦cnico, es decir, en el asesor. No obstante, es preciso se?alar que con los nuevos presidentes se nos consulta m¨¢s, cosa impensable con algunos de los anteriores. Est¨¢ tan marginado el asesor que no tenemos conocimiento alguno de lo que se pretende con la modificaci¨®n del reglamento, no nos han consultado para nada.?
La aspiraci¨®n de los asesores es la profesionalizaci¨®n y el consecuente encuadramiento en sindicatos. ?Nuestro sueldo es de risa -dice Amor¨®s-. Despu¨¦s de tres aumentos en siete a?os, nos pagan 950 pesetas por corrida y seiscientas por novillada.?
?Cuando el asesor sea un profesional y tenga una responsabilidad, entonces va a defender a las tres partes fundamentales de la fiesta, al p¨²blico, a los toreros y al empresario. Por ejemplo, en la pasada feria de San Isidro se quiso devolver al corral a un toro que no ten¨ªa defecto alguno. Al no devolverlo favorecimos al empresario porque un toro cuesta un dinero, al torero porque triunf¨® en aquel toro y al p¨²blico porque vio una faena cumbre. La corrida fue la de Mihura y el torero, Teruel. En el actual estado de marginaci¨®n de los asesores se llega al extremo de que el asesor no tiene ninguna intervenci¨®n en el reconocimiento y apartado de los toros. As¨ª se da el caso de que un toro que ha sido aprobado por el veterinario, y el asesor sabe que ese toro va a ser rechazado en el ruedo, no tiene derecho alguno a manifestarlo.?
En definitiva, los asesores,quieren profesionalizarse y sindicarse y estar as¨ª sometidos a un control por un colegio de asesores que les exigir¨¢ una resp¨®risabil¨ªdad en el ejercicio de su tarea.
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