Los intelectuales y la libertad
La lectura de unas declaraciones del profesor Aranguren, me ha superado estas notas que deseo someter p¨²blicamente. a la consideraci¨®n del profesor.?El intelectual -asegura- pierde su libertad al adscribirse a un partido pol¨ªtico.? Y tambi¨¦n: ?Todo hombre. al margen de su profesi¨®n. despliega, alguna actividad intelectual... es un "fil¨®sofo"... tiene una l¨ªnea consciente de conducta moral, y contribuye, por tanto a sostener o a modificar una concepci¨®n del mundo, es decir, a suscitar nuevos modos de pensa miento.? Las declaraci¨®n es del profesor Aranguren parecen revelar la convicci¨®n de que los intelectuales son individuos distintos del resto de los mortales. Si se adscriben a un partido pol¨ªtico, los Intelectuales pierden la libertad. Y los otros: ?pierden tambi¨¦n su libertad. o no la pierden?
En el primer caso, habr¨ªa que proclamar la maldad intr¨ªnseca de los partidos pol¨ªticos. pues destruir¨ªan la libertad del hombre. Pero. en los cuarenta a?os de franquismo, se nos ha repetido eso tantas veces, que, evidentemente. no puede ser verdad.
En el segundo caso, nos preguntaremos: de qu¨¦ sustancia est¨¢ hecha la libertad del intelectual, que se pierde cuando ¨¦ste se adscribe a un partido pol¨ªtico, mientras la nuestra -la de quienes no somos intelectuales-, no se nos pierde, aunque nos adscribamos?
Creo, con el profesor Aranguren. que el intelectual tiene una funci¨®n pol¨ªtica, pero no estoy de acuerdo con sus matices respecto a que esa funci¨®n sea m¨¢s bien secundaria, etc¨¦tera.
La historia del marxismo, de cuya importancia en el pensamiento pol¨ªtico de nuestro tiempo no puede haber dudas razonables, presenta claros ejemplos de intelectuales que no se limitaron,a funciones secundarias. Entre ellos, s¨®lo recordar¨¦. de nuevo. a Antonio Gramsci, que vivi¨® los ¨²ltimos once a?os de su vida y muri¨® en una c¨¢rcel mussoliniana. y ni aun en esas tr¨¢gicas circunstancias perdi¨® la libertad de realizar ricas aportaciones a un pensamiento pol¨ªtico que ¨¦l consideraba liberador del hombre (y no ser¨¦ yo quien formule ni el menor reparo a esa convicci¨®n de Gramsci). Trabajar por la liberaci¨®n del hombre: el intelectual no puede tener una libertad m¨¢s alta.
El problema consiste en que, si no se contribuye a ?modificar una concepci¨®n del mundo?. se est¨¢ contribuyendo a sostenerla. Como sabe muy bien el profesor Aranguren, tertium non datur.
La actividad pol¨ªtica es necesaria. La renuncia del intelectual a adscribirse a un partido pol¨ªtico porque, pierde su libertad equivaldr¨ªa al cultivo de un aristocratismo que, en esta hora de Espa?a. no podemos aceptar en el profesor Aranguren, quienes sabemos -y somos todos los espa?oles m¨ªnimamente atentos a la verdadera realidad de nuestro pa¨ªs- de su continuado y valioso esfuerzo en favor de clarificaciones de todo tipo de nuestra vida p¨²blica y colectiva. Pero la concepci¨®n de los partidos pol¨ªticos como destructores de la libertad del intelectual me parece todo lo contrario de una aportaci¨®n esclarecedora. Que un hombre no encuentre un partido pol¨ªtico en el que su libertad se albergue y act¨²e en toda su plenitud es un problema muy respetable. pero part¨ªculas, y no autoriza una generalizaci¨®n como la que me ha suscitado estas notas.
Bien s¨¦ que el profesor Aranguren no necesita que nadie le incite a la acci¨®n. Pero quiere terminar recordando lo que Homero dice por boca de Diomedes, valiente en la pelea: ?Cuando se est¨¢ solo, aunque se piense, la inteligencia es m¨¢s tarda y la resoluci¨®n m¨¢s dif¨ªcil.?
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