Pedro Sanju¨¢n, olvidado y muerto
Ha pasado casi inadvertida la muerte del compositor y director Pedro Sanju¨¢n, que un d¨ªa levantara en el ambiente madrile?o, tendente a lo reaccionario, no poco esc¨¢ndalo y alguna pol¨¦mica con su Liturgia negra para orquesta. Sin embargo, a Sanju¨¢n podemos calificarle entre los seguidores de las tradiciones tonales y popularistas, y solo en raz¨®n de un antillanismo que impon¨ªa ritmos y percusiones afracubanas pud¨® alarmar a los pac¨ªficos mel¨®manos de los a?os treinta. Cuando todav¨ªa era obra de consumo La procesi¨®n nocturna, de Rabaud, o se aplaud¨ªa con inter¨¦s la Danza macabra de Saint-Saens, los sones de la danza lucum¨ª, Babalnay¨¦, Chango y Oggun, supon¨ªan una cierta agresi¨®n. Hoy tales obras gustar¨ªan y, por supuesto, no ser¨ªan motivo de discusi¨®n. L¨¢stima, que, como en tantos otros casos, el nombre de Sanju¨¢n desapareci¨® de nuestros programas sinf¨®nicos.Nacido en San Sebasti¨¢n, Pedro Sanju¨¢n estudi¨® en Espa?a con P¨¦rez Casas y Joaqu¨ªn Turina y, en Par¨ªs, sigui¨® las ense?anzas de la Schola Cantorum de Vincent d'Indy. Con una t¨¦cnica ya hecha y un dominio de lo instrumental muy notable, cuando regresa a Espa?a obtiene pronto el Premio Nacional precisamente por la aludida Liturgia negra. En nuestro ambiente, dominado por las inquietudes castellanistas de la generaci¨®n de Ortega y Gaset, compone tres cuadros dedicados a Castilla y Sones de Castilla. M¨²sica evocativa, de directo poder expresivista y sustancialidad muy l¨ªrica, aparecen en ella directas alusiones a lo folklor¨ªstico: Baile de pandero, Ronda o Canto de trilla. La Instituci¨®n Libre de Ense?anza y el Instituto Escuela Mart¨ªnez Torner o Benedito han instalado en los j¨®venes el gusto por lo popular al que se afiliar¨ªa Garc¨ªa Lorca en su Barraca y del que, trascendido, nace la creaci¨®n cimera de Manuel de Falla. Afrodita, Boceto sinf¨®nico, Rond¨®fant¨¢stico y Campesina son partituras a citar en una provisional selecci¨®n. En todas ellas reina buen orden estructural, precisi¨®n de ideas arm¨®nicas, claro sentido pl¨¢stico y una continua evocaci¨®n de la geograf¨ªa, la canci¨®n y la danza asumidas como sentimiento evocador que, en definitiva, encuentra su ra¨ªz en el ¨²ltimo romanticismo.Am¨¦rica
Al final de la d¨¦cada de los veinte marcha a La Habana en donde residir¨¢ largas temporadas influyendo en su vida musical y dej¨¢ndose influir por las realidades musicales de una Cuba enso?ada, colonial a veces, negra en ocasiones, fascinante siempre. Funda la Orquesta Filarm¨®nica Habanera con la que realiza una gran labor y estudia todo un repertorio musical aut¨®ctono o mixto que determina sus obras antillanistas. El negrismo es todav¨ªa antillano, antes de que en m¨²sica, como en historia hab¨ªa sucedido el 98, el s¨ª se torne en yes como dice el poema de Rafael Alberti.
Estados Unidos, y m¨¢s concretamente California, ser¨¢ residencia de Sanju¨¢n a partir de 1934. Despu¨¦s de la guerra civil comienza la gran ausencia del compositor, interrumpida antes por algunos viajes que le permit¨ªan vivir de alg¨²n modo el momento musical espa?ol. Hace unos a?os comenzaron sus frecuentes estancias en Andaluc¨ªa. Cuando lo musical espa?ol. Hace unos que le manten¨ªa en vida y en cierta actividad. Ingres¨® su obra, pr¨¢cticamente entera, en la Sociedad de Autores Espa?oles, la que signific¨® una recuperaci¨®n burocr¨¢tica y espiritual del espa?ol fuera de Espa?a. Falt¨® y falta la real recuperaci¨®n de un compositor: el conocimiento de su obra. La prolongada expatriaci¨®n y, quiz¨¢, la mudanza de est¨¦ticas y procedimientos dominantes en la m¨²sica, pueden ser explicaci¨®n -que no justificaci¨®n- de este como de otros olvidos. Tan acusado en el caso de Sanju¨¢n que ni siquiera la noticia de la muerte ha sido capaz de mover atenciones y dedicaciones.
Babelia
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