Dos generaciones frustradas
No. Esta exposici¨®n no responde, ni remotamente, a la l¨ªnea a que nos ven¨ªa acostumbrando Multitud, aunque parezca o pretenda sumar un episodio m¨¢s al proceso de recuperaci¨®n hist¨®rica que sus mentores pusieron en marcha hace un par de a?os. Ni los nombres seleccionados, ni las obras elegidas, ni la hoja de presentaci¨®n (prospecto en miniatura o p¨¢lida sombra de los admirables libros-cat¨¢logo que, con una visi¨®n absolutamente renovadora, han venido hilvanando Francisco Calvo y ?ngel Gonz¨¢lez Garc¨ªa), ni la cantidad y cualidad de lo expuesto..., aciertan a satisfacer las m¨¢s modestas expectativas.
Una exposici¨®n mediocre, sin m¨¢s, que no s¨®lo ofrece una versi¨®n angosta y harto parcializada de la tem¨¢tica que anuncia (Pintores espa?oles en Par¨ªs), sino que, y sobre todo, termina por hacer un mal favor a las huestes de Zervos, de Cahiers d' Art, de la tan tra¨ªda y llevada Ecole de Par¨ªs (rayana, ¨²ltimamente, en saturaci¨®n o empalago) y a la misma y seria dedicaci¨®n recuperadora que Multitud hab¨ªa asumido y afrontado.
Pintores espa?oles en Par¨ªs
No voy a restar ahora un ¨¢pice de reconocimiento a la empresa de revisi¨®n, recuperaci¨®n y divulgaci¨®n que Multitud (incluidos en la raz¨®n social menesteres, actividades y personas absolutamente libres de sospecha mediatizadora o de simple atenci¨®n a intereses mercantiles) se propuso realizar y, venciendo m¨¢s de una dificultad, ha venido realizando. La sola comparaci¨®n de lo catalogado y expuesto por nuestros hombres con los lujosos, vistosos, costosos y nada cient¨ªficos productos de cierta entidad editora y rastreadora de una tem¨¢tica un tanto af¨ªn, ahorra el paneg¨ªrico o el simple comentario.
Ofrecer la abierta panor¨¢mica de los Pintores espa?oles en Par¨ªs (aquellos, en concreto, que decidieron secundar la profunda huella de los Picasso, Gargallo, Juan Gris, Julio Gonz¨¢lez..., y terminaron, los m¨¢s, por dar con sus vidas en el exilio) equivale a iluminar la ejecutoria de dos generaciones frustradas, por lo que a sus integrantes concierne, y eminente distanciadas y confundidas, por lo que hace a su estudio y clasificaci¨®n o simple conocimiento del aficionado. Presentar, sin embargo, un saldo de ambas es incrementar distancias y confusiones.
??Cu¨¢ntas veces —dej¨¦ escrito hace nueve a?os— la definici¨®n cifrada en una fecha significativa no ha supuesto la exclusi¨®n de esp¨ªritus afines, aparte de haber ce?ido a duras penas el grupo o tendencia que pretend¨ªa inscribirse en el marco de la coetaneidad!?. Tal es el caso de la Generaci¨®n del 27 y. en menor tono, el de la Generaci¨®n del 36. En la noci¨®n habitual de una y otra se excluye sistem¨¢ticamente, sin recurrir siquiera a la v¨ªa anal¨®gica, todo acontecer art¨ªstico no expresado por los poetas de aquel tiempo.
La ?Ecole de Par¨ªs?
Cual si de dos generaciones espont¨¢neas se tratase, s¨®lo cuentan en ellas los poetas, surgidos, al parecer, de s¨ª mismos o enteramente ajenos al denso y compacto fluir de la cultura que informa y emparenta lo coet¨¢neo con v¨ªnculo harto m¨¢s firme que la simple analog¨ªa. Los pintores y escultores de esa edad, excluidos por sistema de toda recensi¨®n docente, constituyen, en verdad, dos generaciones frustradas. ?Y qu¨¦, sino frustraci¨®n, fue el signo de los poetas del 27 y del 36?
Ante el pertinaz y nada elocuente silencio en torno a toda otra actividad art¨ªstica de aquel tiempo, brota en los labios de cualquiera esta ingenua pregunta: ?Es que no hubo en el campo de las artes pl¨¢sticas correlato an¨¢logo al de la expresi¨®n po¨¦tica? S¨ª. Con rigurosa coetaneidad y equivalencia a los poetas del 27 y del 36 florecieron dos holgados grupos de pintores y escultores, mediando entre ellos una comuni¨®n plena y una misma lumbre nutricia: los maestros de Par¨ªs, presididos por el espa?ol Picasso.
Tal era la costumbre de estas dos generaciones a la nueva disciplina del arte y tan asiduo su afincamiento en los estudios de Montmartre, que fueron conocidas y citadas, al un¨ªsono, con la significativa denominaci¨®n de Ecole de Par¨ªs. Hallaron en la capital francesa sede y tribuna (Zervos asumi¨® su patronazgo y divulgaci¨®n, hasta el extremo de convertir en algo as¨ª como el ¨®rgano difusor del grupo sus magistrales Cahiers d'Art) y a Espa?a lleg¨® el eco de su, acci¨®n fruct¨ªfera, que vino a parar luego, y por consecuencia de la guerra civil, en erradicaci¨®n, desvinculaci¨®n, frustraci¨®n, exilio y total desconcierto.
Compleja y tem¨¢tica y confusa historia que reclaman, como tales, algo m¨¢s que la caprichosa combinaci¨®n de los nombres elegidos y la inserci¨®n arbitraria de unas obras que, una por una, dif¨ªcilmente excluyen la mediocridad y no pueden disimular, en su conjunto, un cierto aire de saldo, liquidaci¨®n o grandes rebajas post-balance. Historia y tem¨¢tica que, encajando te¨®ricamente, y muy de lleno, en la habitual dedicaci¨®n de Multitud han quedado, en la pr¨¢ctica, no poco desencajadas.
Para unos, el exilio; el desconcierto, el compromiso, la incierta asimilaci¨®n de las nuevas corrientes, para otros, y para todos, la desvinculaci¨®n hist¨®rica, dieron al traste con dos generaciones, plenas de esperanza en sus d¨ªas y dignas, en los nuestros, de mejor atenci¨®n y presencia m¨¢s colmada. Dos generaciones perdidas, pr¨®digas en la n¨®mina de los desaparecidos, parcas en vigencia de tos supervivientes, y, en el caso de esta exposici¨®n, doblemente frustradas.
Babelia
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