La "historia de los movimientos sociales"
He aqu¨ª una colecci¨®n que se propone recuperar el papel de las masas en la historia. Bas¨¢ndose fundamentalmente en su hom¨®nima francesa (?Les grandes vagues revolutionnaires?) de la editorial Calmann-Levy, el proyecto de Siglo XXI tiene en cuenta, adem¨¢s, las posibles exigencias de la clientela espa?ola: desde la Revoluci¨®n de las Comunidades de Castilla hasta la Revuelta catalana de 1640, pasando por Los conflictos sociales en el reino de Castilla en los siglos XIV y XV. Es, por tanto, un proyecto importante, que acerca al lector no especializado a los cambios ocurridos en el tratamiento y en la problem¨¢tica de la historia a partir de 1917-1929.Los dos trabajos que aqu¨ª rese?amos presentan, adem¨¢s, la novedad de su cronolog¨ªa: los siglos XIV y XV y el siglo XVII, lo que quiere decir que la historia de los movimientos sociales ha descendido ya m¨¢s all¨¢ de los que durante mucho tiempo fueron su reducto privilegiados, los siglos XIX y XX. Un descenso que, si bien fue positivo, ofreci¨® unos primeros resultados condicionados por su planteamiento inicial; las masas y los l¨ªderes de la protesta, ya fuese urbana o campesina, fueron vistos exclusivamente como ?precursores?, desde una ¨®ptica que sus ?herederos? en el tiempo impon¨ªan. Artesanos y campesinos se convirtieron de esta forma en esforzados obreros, comunistas en potencia o anarquistas primitivos. Un planteamiento que ha ido remitiendo, sustituido por un esfuerzo tendente a recuperar la identidad de las masas desde sus propios horizontes. Ello ha significado inevitablemente la irrupci¨®n del mundo rural como gran protagonista, protagonismo que en muchos casos ha sido m¨¢s una mera invocaci¨®n que un avance efectivo; algo similar a lo que Fontana ha denunciado a prop¨®sito de las historias del movimiento obrero.
M
Mollat y Ph. Wolff, U?as azules, Jacques y Ciompi. Las revoluciones populares en Europa durante los siglos XIV y XV (1970). Siglo XXI, 1976.R. Mousnier, Furores campesinos. Los campesinos en las revueltas del siglo XVII (Francia, Rusia, China) (1967). Siglo XXI, 1976.
Pero, con todo, ser¨ªa injusto negar los avances. El libro de Mollat y Wolff es buena prueba de ello. Supone, ante todo un notable esfuerzo por recuperar un contexto espec¨ªfico y por esclarecer, dentro de ese contexto, las causas del malestar popular en los siglos XIV y XV. Sin dejarse seducir por la moda de los an¨¢lisis maltusianos, ni por la debilidad tecnol¨®gica de la sociedad, ni por los planteamientos exogenistas que responsabilizan al clima o a la peste de todas las desgracias, Mollat y Wolff hacen especial hincapi¨¦ en las contradicciones sociales impl¨ªcitas, dentro del proceso de la primera expansi¨®n europea de los siglos XII y XIII, y encuentran en ellas una clave decisiva: las revueltas son anteriores a la generalizaci¨®n de hambres, pestes y guerras. Pero se multiplican en n¨²mero e intensidad a partir del momento en que estos tres azotes inciden sobre la poblaci¨®n europea. Un largo camino que incluye desde elementales ?revueltas contra la miseria? hasta las elaboradas formulaciones de Wat Tyler, pasando por la estrategia de lucha urbana que plantean los ?ciompi?. Una agitaci¨®n que sacude a toda Europa y que alcanza su m¨¢ximo climax en torno a la ?tormenta revolucionaria? de 1378-1382. Cuando en 1414 el Concili o de Constanza condena a Juan Huss y sus seguidores, estamos ya ante un movimiento maduro, cualitativamente distinto, cuya composici¨®n social y aspiraciones van m¨¢s all¨¢ de una simple protesta contra la explotaci¨®n de obispos o se?ores.
Supone ante todo el cuestionamiento expl¨ªcito de la Cristiandad como superestructura pol¨ªtica y religiosa del mundo feudal, y conlleva inexorablemente, por tanto, la conversi¨®n del movimiento rural en movimiento her¨¦tico. Su condena no evitar¨ªa ya la posterior crisis religiosa del siglo XVI.
Nuestro conocimiento sobre las revueltas del siglo XVII debe mucho a la labor de Roland Mousnier. Su esfuerzo por incluir a Rusia y China, m¨¢s all¨¢, por tanto, de la estricta tradici¨®n occidentalista al uso, es elogioso, pero repercute, sin duda, en el resultado final del libro. No se trata s¨®lo de subrayar el familiarismo con el que se desenvuelve Mousnier dentro del caso franc¨¦s, en relaci¨®n a los otros dos casos, sino, y sobre todo, de la discutible aplicaci¨®n del mismo esquema anal¨ªtico frente a formaciones sociales harto diferentes. La consideraci¨®n de la acci¨®n del Estado como ¨²nico responsable de todas las revueltas es m¨¢s que nada un espejismo formal, en base al cual quedan reducidas a un papel secundario las importantes diferencias de din¨¢mica y organizaci¨®n que puedan existir en las tres formaciones en cuesti¨®n, y que, desde luego, en ning¨²n caso permiten unas conclusiones finales integradas, tal como hace Mousnier. Sin duda, es interesante ?conocer qu¨¦ pensaban de ellos mismos los franceses?, pero ello no autoriza a que la visi¨®n subjetiva y de clase de Loysseau sea tomada como la realidad social misma, ni en base a ella, considerar como ya superado el ?choque? de los ?frentes de clase?, reducido a una obsesi¨®n de ?los historiadores marxistas-leninistas? (de entre los cuales, por cierto, el trabajo pionero de Porschnev, que suscit¨® toda la problem¨¢tica, s¨®lo merece una alusi¨®n marginal en la p¨¢gina 280). No se trata tanto de negar el principio cuanto de descubrir las matizaciones y modalidades con que ese principio se pueda presentar.
Desde la aparici¨®n en Francia de estos dos libros, el an¨¢lisis de los movimientos sociales en la Europa anterior al capitalismo ha progresado considerablemente.
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