Los franceses piden la cabeza de un asesino
El proceso de un condenado a muerte por gran parte de la opini¨®n francesa empez¨® ayer en la ciudad de Troyes. Esta contradicci¨®n re vela la pasi¨®n exarcebada que en vuelve el proceso de Patrick Henry, el joven de veintisiete a?os que, hace un ano escaso, secuestr¨® y asesin¨® al ni?o de siete a?os, Philippe Bertrand, con objeto de obtener dinero suficiente para pagar una deuda de un mill¨®n de pesetas. Los franceses en mayor¨ªa, seg¨²n las estad¨ªsticas, y los habitantes de Troyes particularmente, antes de que sea juzgado, como hicieron en el momento del asesinato, los ministros de justicia y del interior, han expresado sus sentimientos de manera irrevocable: ?Que sea decapitado?. El problema, de la pena de muerte, de nuevo se plantea en este pa¨ªs en un clima de paroxismo emocional.Dos escuadrones de polic¨ªa tuvieron que escoltar la furgoneta ciega que condujo ayer a Patrick Henry al Palacio de Justicia de Troyes, para evitar los incidentes posibles, no s¨®lo por parte del p¨²blico que, desde hace un a?o, viene manifestando sus deseos de linchamiento, sino de los partidarios de la aplicaci¨®n de la pena de muerte y de los miembros de la Liga contra el Crimen, que anunciaron su llegada a la ciudad al mismo tiempo que los defensores de la abolici¨®n de la pena capital.
La sala de audiencias fue reservada casi ¨²nicamente a la prensa y a los testigos: sesenta diarios y agencias de prensa, franceses y extranjeros, estaban representados ayer en el Palacio de Justicia, adem¨¢s de cuatro canales de televisi¨®n y la radio. Entre los 42 testigos y expertos figuraban, Daniel Mayer, presidente de la Liga de los Derechos del Hombre, Jacques Leaute, director del Instituto de Criminolog¨ªa. Andr¨¦ Lwolf, premio Nobel de medicina.
La dimensi¨®n ejemplar que la opini¨®n francesa le ha concedido a este proceso fue forzada, en primer lugar, por las autoridades que, el a?o ¨²ltimo, cuando Patrick Heriry fue acusado de asesinato. se desencadenaron con manifestaciones p¨²blicas que ped¨ªan un castigo adecuado y r¨¢pido, seg¨²n declar¨® en aquella ¨¦poca el titular de Cartera de Justicia, se?or Jean Lecanuet. A partir de semejante exaltaci¨®n del miedo -se coment¨®-, los habitantes de Troyes cayeron en la trampa del odio, que no ha dejado de manifestarse, hasta contagiar a todo el pa¨ªs.
Desde hace unos d¨ªas, los responsables de la justicia, como los del Estado, piden calma a la po blaci¨®n. pero, tranquilamente, seg¨²n refieren todos los testimo nios, cada habitante de Troyes murmura: ?Para nosotros, Patrick ya es¨ª¨¢ juzgado. Y, por lo dem¨¢s, no nos enga?emos: nuestra c¨®lera ser¨ªa semejante en otra ciudad cualquiera de Francia.?
La justicia, dentro de tres o cuatro d¨ªas, dar¨¢ su veredicto. Pero, en v¨ªsperas de elecciones importantes, a muchos les ser¨¢ dif¨ªcil admitir la separaci¨®n de poderes. Y si fuese condenado a muerte, como parece probable, la posibilidad de gracia presidencial pocas veces se habr¨¢ dado en un contexto tan dram¨¢tico. Todo el debate, entre partidarios y detractores de la pena capital, va a vivir un momento de verdad en Francia.
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