Merienda de negros
Ll¨¢mase merienda de negros, seg¨²n la Academia, a toda aquella confusi¨®n y desorden en que nadie se entiende. Tal viene a suceder en esta historia dirigida por Sidney Po¨ªtier e interpretada por ¨¦l mismo y por un extenso reparto compuesto en su totalidad por actores de color.El teatro de los negros, del que este tipo de cine se deriva, se inicia, al igual que ciertas corrientes de nuestra propia escena, al amparo de los templos, como ap¨¦ndice de las habituales ceremonias religiosas. Surgido como representaci¨®n o ilustraci¨®n de pasajes b¨ªblicos, pronto abandonar¨¢ sus primitivos enclaves bautistas para hacer acto de presencia en compa?¨ªas y espect¨¢culos lejos de sus primitivas fuentes, con nueva problem¨¢tica y estilo diverso. Drama y humor, sin embargo, arrastran consigo un fondo entre ingenuo y creyente en el que a veces sus protagonistas parecen tomar a broma su propia importancia o trascendencia,, tal como acontece con esta comunidad religiosa a la que los protagonistas del filme pertenecen y que con su presencia, sujefe espiritual y las aventuras de sus dos administradores, forma el fondo burlesco del relato.
Dos tramposos con suerte
Argumento, Timothy March. Gui¨®n: Richard Wesley. M¨²sica, Curtis Mayfield Direcci¨®n, Sidney Poitier. Int¨¦rpretes: Sidney Poitier, Bill Cosby. EEUU. Humor. Color. 1975. Local de estreno: Carlton, Luchana, Richmond y Torre de Madrid.
Las peripecias de Sidney Poitier y Bill Cosby para sacar a la comunidad de la bancarrota nos llevan al mundo de las apuestas y el boxeo, es decir, al de los bajos fondos de Nueva Orle¨¢ns, donde la acci¨®n se estira y se complica. Bill Cosby, c¨®mico de excepci¨®n, hace m¨¢s soportable con su gracia personal y alguna que otra situaci¨®n d¨ªvertida ciertas partes de la pel¨ªcula, mientras Sidney Poitier, apenas reconocible, le acompa?a en sus aventuras sin saber qu¨¦ gesto hacer, con un rostro totalmente ajeno, como presente s¨®lo para llenar un mero espacio f¨ªsico en el ir y venir teatral con que resuelve su filme desde el punto de vista t¨¦cnico.
Los toques ambientales o familiares de la primera parte tampoco son demasiado afortunados, y en lo que a gags se refiere, la escasa efectividad de algunos se desvanece a fuerza de insistir en ellos. Personajes como el boxeador hipnotizado o hallazgos como la indumentaria de Bill Cosby acaban por perder su gracia mucho antes de un final con las persecuciones consabidas, homenaje inevitable a un cine de humor a¨²n dif¨ªcil de superar a pesar del tiempo transcurrido. Pel¨ªcula confusa y desorganizada, cuando toma coherencia, aburre por manida. Y, sin embargo, en ella se percibe a veces como un af¨¢nde no molestar a los vecinos blancos, de vivir discretamente al margen, rozando apenas la l¨ªnea divisoria de invisibles ghettos, todo lo cual hoy queda viejo y pasado tambi¨¦n como los cantos sentimentales de Hanimod y tantas p¨¢ginas conformistas y f¨¢ciles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.