Un libro de convivencia literaria
Nada puede alegrarnos m¨¢s a quienes, desde muy j¨®venes, empezamos a leer y a admirar a Jos¨¦ Moreno Villa, que el intento de la editorial Fondo de Cultura Econ¨®mica, en Espa?a, por rescatar del olvido la obra de ese otro malague?o universal -el primero es Picasso-, cuyo itinerario pas¨® por Basilea, Friburgo, Londres, M¨¢laga, Churriana, Madrid (Residencia de Estudiantes), Gij¨®n, Nueva York, Madrid de nuevo, la guerra civil y el exilio: Washington y M¨¦xico...Hace unos meses, el Fondo reedit¨® su Vida en claro, una de las autobiograf¨ªas m¨¢s sinceras y jugosas de toda nuestra literatura, ya comentada por Ricardo Gull¨®n en estas mismas p¨¢ginas. Y ahora es un libro de cr¨ªtica, Los autores como actores, el que gracias a la misma editorial, ve de nuevo la luz, veintis¨¦is a?os despu¨¦s de que apareciera, en 1951, su edici¨®n original. De largo t¨ªtulo -Los autores como actores y otros intereses de aqu¨ª y de all¨¢-, es este un libro variopinto que viene, en cierto modo, a completar la evocaci¨®n de una ¨¦poca literaria apasionante que nos brind¨® Moreno Villa en su autobiograf¨ªa Vida en claro, al detenerse a perfilar con m¨¢s atenci¨®n las im¨¢genes no tanto literarias como humanas, de los escritores a los que conoci¨® y con los que convivi¨®.
Los autores como actores
Jos¨¦ Mbjeno VillaEd Fondo de Cultura Econ¨®mica
Sobre la generaci¨®n del 98
El ensayo que abre el volumen, y que en parte le da t¨ªtulo, lleva este significativo subt¨ªtulo: ?Algunas caracter¨ªsticas personales de las generaciones del 98 y siguientes?, y es el m¨¢s extenso e interesante del libro. Lo de caracter¨ªsticas personales -expresamente ha eludido el autor decir literarias- lo que explica Moreno Villa en tina p¨¢gina prologal con estas palabras: ?La historia literaria no se contenta con registrar y analizar las obras legadas por los autores; ans¨ªa conocer a ¨¦stos en cuanto seres humanos y en su funci¨®n social: como actores. Situ¨¢ndoles as¨ª, en perspectiva y sobre el escenario de la vida, ellos, los creadores de personajes, se convierten en figuras m¨ªticas?. Claro es que este intento de evocar a los escritores como personajes en la comedia -o en la tragedia- de la vida, s¨®lo es posible si se ha convivido con ellos, si se les ha contemplado y escuchado.
La suerte de conocer
Moreno Villa tuvo esa suerte. Vivi¨® veinte a?os, de 1917 a 1937, en la famosa Residencia de Estudiantes, que dirigi¨® su amigo y paisano don Alberto Jim¨¦nez, y en ella, y fuera de ella, convivi¨® con Garc¨ªa Lorca, con Juan Ram¨®n, con Ortega, con Unamuno, con Baroja, con Emilio Prados, con Morente y con otras muchas figuras de tres grandes generaciones literarias: la del 98, la suya propia -que era la de Ortega, de quien fue gran amigo y la del 27, con algunos de cuyos miembros -Federico, Prados, Altolaguirre, Cernuda- hizo tambi¨¦n buena amistad-. ?Qu¨¦ hac¨ªan, c¨®mo viv¨ªan, esos personajes, geniales unos, menos geniales otros, que fueron sus amigos en el Madrid de la Monarqu¨ªa y en el de la Rep¨²blica? Moreno Villa, pintor adem¨¢s de poeta, no acude al escalpelo de la cr¨ªtica sino que nos dibuja su imagen e intenta penetrar en su idiosincrasia humana.Su ensayo participa, pues, del enfoque sociol¨®gico y del sicol¨®gico, y s¨®lo en algunas p¨¢ginas, las menos, de la cr¨ªtica literaria. Lo que nos da es un cuadro vivo, no est¨¢tico, aun cuando acaso no alcance la vivacidad y la jugosa fluidez de Vida en claro. Aunque hombre t¨ªmido, o quiz¨¢ por ello, Moreno Villa era profundamente curioso y se interesaba por todo. No es extra?o, pues, que sorprenda al lector, con noticias muy varias sobre el car¨¢cter, las cualidades, el temperamento y la conducta de aquellos escritores. Aparentemente, alguna de sus observaciones puede parecer escasamente significativa, por ejemplo cuando se?ala el hecho de que numerosos escritores espa?oles de su tiempo, empezando por ¨¦l mismo, se casaron con extranjeras (entre ellos, Madariaga, Maeztu, P¨¦rez de Ayala, On¨ªs, Juan Ram¨®n, Negr¨ªn, Le¨®n Felipe, Guill¨¦n y G¨®mez de la Serna). Pero el hecho lo explica Moreno Villa recordando que la mujer espa?ola de su ¨¦poca, salvo excepciones, serv¨ªa m¨¢s bien para excelente ama de casa, que para compa?era de intelectuales, artistas y escritores.
Manuel Machado
Al enfrentarse con los del 98, Moreno nos dice sus preferencias. Admiraba a Unamuno, pero su eterna man¨ªa de contradictor profesional y su incapacidad para re¨ªr no le eran simp¨¢ticas. Todas sus simpat¨ªas iban, en cambio, hacia Baroja, por su naturalidad y sencillez al conversar. Es uno, de los cuatro escritores -nos confiesa Moreno Villa- con quienes ha conversado a gusto en su vida; los otros tres son Ortega, Morente y Alfonso Reyes, con ¨¦ste ya en su etapa mexicana. A los tres dedica en su libro p¨¢ginas llenas de simpat¨ªa y admiraci¨®n. Y tambi¨¦n, por supuesto, a Antonio Machado, en quien ve no solamente al gran poeta y al hombre bueno cuya humildad iba siempre envuelta en dignidad, sino a uno de nuestros poetas de mayor aliento metaf¨ªsico.Otro cap¨ªtulo a destacar es. el que consagra a Manuel Machado con el t¨ªtulo Manuel Machado, la manoler¨ªa y el cambio, en el que hace justicia al gran poeta de Alma, y no deja de subrayar la influencia que ejerci¨® en otros andaluces que vinieron despu¨¦s, como Garc¨ªa Lorca, a quien tambi¨¦n consagra Moreno Villa un entusiasta cap¨ªtulo en su libro: un ensayo sobre Federico y la m¨²sica, sobre la magia de su personalidad arrolladora: Federico tocando la guitarra o el piano en la Residencia de Estudiantes, provocando el entusiasmo de sus amigos. Al lado de la jugosidad humana de Federico, de su duende musical e inventor, reconoce Moreno Villa, los dem¨¢s parec¨ªan secos, como de palo.
Estas evocaciones de poetas espa?oles de su tiempo se completan en el libro de Moreno Villa con paginas agudas sobre escritores hispanoamericanos a los que conoci¨®: Alfonso Reyes, Gabriela Mistral, Germ¨¢n Arciniegas, Nicol¨¢s Guill¨¦n..., y lo que llama el autor un ?ensayo de quirosof¨ªa?, es decir un intento de ver en las formas de las manos de los escritores un reflejo de su personalidad y su car¨¢cter. Como buen dibujante, Moreno Villa ilustra su ensayo con dibujos que hizo en vivo de las manos de escritores de Am¨¦rica: Reyes, Vasconcelos, Octavio Paz, Villaurrutia, Torres Bodet, Pellicer, Mart¨ªn Luis Guzm¨¢n y otros. La parte final del volumen se consagra a escritores espa?oles cl¨¢sicos: Tirso, Lope de Rueda, Juan de Vald¨¦s, Espronceda. Menos el de Tirso, los dem¨¢s fueron pr¨®logos a las ediciones que hizo Moreno Villa para la colecci¨®n de Cl¨¢sicos Castellanos de ?La Lectura?. Conserv¨® esos vol¨²menes, adquiridos al terminar la guerra civil, y con el nombre de Moreno Villa tachado con negro en la cubierta, como castigo a su rojez. Ignoraban los censores y depuradores de entonces que Moreno Villa era un liberal conservador, al margen de todo partido pol¨ªtico, pero eso s¨ª, republicano a machamartillo, amante de la libertad y defensor apasionado de la cultura. Suficiente para dar con sus huesos en el exilio, donde acab¨® su vida, en M¨¦xico, hace ahora veinti¨²n a?os.
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