La lecci¨®n de ayer
Hay dos cosas que inmediatamente sugiere la declaraci¨®n del Gobierno hecha ayer noche. La primera, la decisi¨®n de Su¨¢rez de llevar este pa¨ªs a la democracia. La segunda, la necesidad de que el propio Su¨¢rez pueda hacer realidad esta promesa, de cuya sinceridad estamos seguros.La declaraci¨®n de principios sobre los objetivos del Gobierno nos parece acertada. Ratifica anteriores declaraciones y anuncia una ampliaci¨®n, anhelada, de la amnist¨ªa. La nota sobre las medidas de orden p¨²blico nos parece desafortunada.
En efecto, no se puede enarbolar ahora el decreto-ley antiterrorismo del 75 como b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s. Fue un decreto inoportuno e ineficaz, que no impidi¨® el posterior asesinato a sangre fr¨ªa de varios miembros de las fuerzas del orden.
Tambi¨¦n parece llegar tarde el anuncio, de que se va a desarmar a los indeseables: la gente se pregunta c¨®mo no se les desarm¨® antes y si es que ahora va a ser m¨¢s f¨¢cil el hacerlo. Lo mismo cabr¨ªa decir respecto a la dotaci¨®n a los miembros de la fuerza p¨²blica de material adecuado para disolver manifestaciones. Todas estas son reclamaciones hechas por la prensa hace muchos meses, y, al parecer, no atendidas. S¨®lo con prometer que han de ate.nderse ahora no renacer¨¢ la credibilidad entre los espa?oles.
Por eso, aunque anoche el Gobierno tom¨® una serie de medidas tendentes a la protecci¨®n de los ciudadanos, este peri¨®dico no puede sumarse al aplauso f¨¢cil por m¨¢s que comparta la necesidad de algunas de tales medidas.
Ser¨ªa, adem¨¢s, flaco servicio al propio Gobierno no reprocharle el mero tratamiento de orden p¨²blico dado al duelo madrile?o de ayer. Duelo solemne, serio, altamente c¨ªvico, aut¨¦ntica lecci¨®n de ciudadan¨ªa. La Oposici¨®n democr¨¢tica entendi¨® lo que al Gobierno, a lo que parece, le pas¨® desapercibido: que los ¨²ltimos asesinatos de Madrid no constitu¨ªan un ataque contra este o aquel partido, esta o aquella central sindical, sino un atentado calculado y fr¨ªo contra la mayor¨ªa de una sociedad que aspira a vivir en democracia sin pagar r¨¦ditos de sangre.
Los entierros de ayer tarde en Madrid han quedado como la expresi¨®n de dolor y serenidad de la Oposici¨®n democr¨¢tica de todos los signos, cuando pod¨ªa haber sido la resultante de los dos vectores amenazados: esa Oposici¨®n a la que se quiere culpar o desunir o provocar y est¨¦ Gobierno al que se pretende someter a id¨¦nticos chantajes.
Siempre es f¨¢cil hacer pol¨ªtica ficci¨®n: pero, ?tan descabellada parec¨ªa la fotograf¨ªa del presidente Su¨¢rez, rodeado por los l¨ªderes de la Oposici¨®n, dando un cabezazo ante los f¨¦retros de unos hombres asesinados por los asalariados de la antidemocracia? Esa fotograf¨ªa no la hemos podido publicar en este peri¨®dico a cinco columnas, y bien que lo lamentamos. Hubiera valido por mil reuniones en la Moncloa entre el se?or Su¨¢rez y la comisi¨®n de los nueve. Esa fotografia habr¨ªa adelantado en meses, en muchos meses, todo el proceso de transici¨®n democr¨¢tica de este pa¨ªs.
Por lo dem¨¢s, es lamentable que sea un locutor y no un ministro el que diga a los espa?oles lo que piensa el Gobierno, despu¨¦s de una angustiosa espera de horas ante el televisor para conocer la referencia del Consejo de Ministros. Insistimos en que el presidente Su¨¢rez debe ser apoyado, pero debe remodelar su Gabinete. Constitucionalmente eso no es una crisis ni significa que el Gobierno caiga. Un acto pol¨ªtico as¨ª le podr¨ªa dar credibilidad a estas notas oficiales y servir¨ªa tambi¨¦n para comprometer a una Oposici¨®n madura y respetable en las tareas de la construcci¨®n del nuevo Estado. De otra manera, Su¨¢rez habr¨¢ perdido la iniciativa pol¨ªtica cuando ya no la tiene en la calle. El Gobierno de reconciliaci¨®n nos parece hoy todav¨ªa m¨¢s necesario que ayer. La ¨²nica salida pol¨ªtica frente a una amenaza com¨²n ante la que es necesario combatir unidos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Extrema derecha
- Pol¨ªtica nacional
- Matanza de Atocha
- Huelgas hambre
- Opini¨®n
- Adolfo Su¨¢rez
- Presidencia Gobierno
- Abandono familiar
- Orden p¨²blico
- Transici¨®n espa?ola
- Protestas sociales
- Seguridad ciudadana
- Transici¨®n democr¨¢tica
- Malestar social
- Atentados terroristas
- Reformas pol¨ªticas
- Ultraderecha
- Parlamento
- Conflictos pol¨ªticos
- Ideolog¨ªas
- Historia contempor¨¢nea
- Madrid
- Gobierno
- Comunidad de Madrid
- Historia