Autonom¨ªa
El respeto hacia las peculiaridades propias de Catalu?a y la descentralizaci¨®n administrativa, a juicio de Ram¨®n Tr¨ªas Fargas, no despedaza la estructura de Espa?a, sino que contribuir¨ªa a una renovaci¨®n enriquecedora. Concluye as¨ª la serie de art¨ªculos que el l¨ªder de Esquerra Democr¨¢tica de Catalunya ha dedicado al an¨¢lisis de la cooperaci¨®n entre el principado y los distintos pueblos del Estado espa?ol.
Me gustar¨ªa que de lo que llevo dicho hasta ahora se dedujeran determinadas conclusiones. Primera: Catalu?a no ser¨¢ separatista mientras no se le obligue a serlo. Segunda: Catalu?a contribuir¨¢ con entusiasmo a la construcci¨®n de Espa?a desde el momento en que se le permita ayudar a la tarea com¨²n dignamente y en pie de igualdad con los dem¨¢s pueblos que conviven bajo la jurisdicci¨®n del Estado. Tercera: Catalu?a debe ser libre para, poder desarrollar su personalidad, con base en la cual, a su vez, poder ser creadora y poder tambi¨¦n sentirse tratada con igual dignidad que los dem¨¢s, condici¨®n previa para obtener su concurso.
Cuarta: Catalu?a se siente solidaria del destino de los pueblos de Espa?a, pero no necesariamente de todas y cada una de las superestructuras pol¨ªticas que prevalezcan en cada momento hist¨®rico. Dicho de otra forma, se puede contar con Catalu?a para que ayude a construir una Espa?a nueva, orientada a la Europa moderna, en la que los ciudadanos seamos individual y colectivamente libres, las instituciones sean de veidad democr¨¢ticas y prevalezcan condiciones de igualdad econ¨®mica y social que puedan considerarse realmente justas.
Me parece que las expuestas condiciones para la colaboraci¨®n resultan bastante claras. Se aceptan o no, pero creo que resultan claras. De todas formas, hay un punto que conviene a todos que quede expresamente explicado. Es el que hace referencia a las libertades que Catalu?a recaba como un primer paso para estimarse colectivamente libre y creadora y considerarse tratada como colectivo con dignidad y en pie de igualdad.
Ante todo la lengua. Ense?anza obligada del catal¨¢n para todos los que en Catalu?a viven y ense?anza en catal¨¢n para todos los que lo deseen. Oficialidad de la lengua catalana en el ¨¢mbito del Principado. Estas son ambiciones que los grupos ling¨¹¨ªsticos belgas considerar¨ªan extremadamente moderadas; que a los ciudadanos suizos les parecer¨ªan lo m¨¢s natural del mundo; que la Unesco y las Naciones Unidas patrocinar¨ªan muy a gusto; que Men¨¦ndez y Pelayo hubiera aprobado, que espero que la Real Academia Espa?ola ho discutir¨ªa y que durante la Segunda Rep¨²blica espa?ola materializaron sin que pasara nada por este concepto. No creo que nadie que viva en la segunda mitad del siglo XX y pretenda llamarse algo dem¨®crata y medianamente liberal pueda oponerse de frente a esta proposici¨®n.
Por otro lado, nos parece l¨®gico que la legislaci¨®n del Estado espa?ol sea aplicada en el Principado por ¨®rganos aut¨®nomos debidamente en contacto, a la vez, con sus administrados y con la Administraci¨®n central. En resumidas cuentas, se trata de que los directivos pol¨ªticos de ¨®rganos subestatales radicados en Catalu?a sean elegidos en Catalu?a por residentes en la zona. M¨¢s que una reivindicaci¨®n catalanista, es ¨¦ste un postulado democr¨¢tico por el que se quiere que la pol¨ªtica a todos los niveles obedezca al mandato popular. En el orden t¨¦cnico- burocr¨¢tico pedir¨ªamos que la selecci¨®n de funcionarios mediante concurso u oposiciones tenga lugar en Catalu?a entre candidatos residentes. No es natural que el alcalde de Barcelona sea nombrado a dedo desde Madrid. Tampoco parece eficiente que los funcionarios p¨²blicos que van a operar en Catalu?a ejecutando la legislaci¨®n estatal no conozcan ni el pa¨ªs ni su lengua y pierdan a?os adapt¨¢ndose, cuando sus miras est¨¢n en el pr¨®ximo traslado a Madrid. Esto es algo que ya hoy han entendido varios cuerpos profesionales. Es evidente que por este camino se ir¨¢n creando ¨®rganos muy desconcentrados y poco a poco descentralizados -si se, quiere cuerpos aut¨®nomos-, que, a mi juicio, ser¨¢n cada vez m¨¢s eficaces a la hora de interpretar y ejecutar la legislaci¨®n promulgada por las instituciones democr¨¢ticas de la Administraci¨®n central.
Otro paso adelante se dar¨ªa si, adem¨¢s de ejecutar la legislaci¨®n general, los ¨®rganos aut¨®nomos catalanes tuvieran facultades para organizar algunos de esos servicios p¨²blicos estatales cuya ejecuci¨®n les quedar¨ªa encomiendada de todas maneras. Ser¨ªa el caso de la ense?anza a todos los niveles que en los pa¨ªses.anglosajones est¨¢ confiada a los municipios y a los distritos escolares especiales; de las bellas artes y museos, que es una actividad inofensiva; de la polic¨ªa interior y orden p¨²blico, que en Estados Unidos est¨¢ encargado a los ayuntamientos desde siempre y que incluso hoy se ha permitido que disponga de ellos -si bien en forma reducida- la Diputaci¨®n de Barcelona. Esta clase de actividades promulgadas y controladas desde la capital, pero organizadas y ejecutadas en Catalu?a, resultan m¨¢s eficazmente realizadas por sus beneficiarios directos y adem¨¢s les dan a ¨¦stos sensaci¨®n de que administran algo muy suyo. Tampoco aqu¨ª parece que haya nada que no busque la eficiencia de la descentralizaci¨®n y que no sea de posible aplicaci¨®n a toda Espa?a y que no tenga .amplios antecedentes en el derecho comparado.
Hay, por fin, algunos temas que nos afectan muy directa mente, de forma casi exclusiva. y cuya incidencia determina mu cho el normal desarrollo de nueg tra personalidad. El derecho privado, y muy concretamente el derecho civil, da forma a nuestra concepci¨®n de la familia, del derecho hereditario y de tantas otras facetas de nuestra vida ¨ªntima y ciudadana. Ni siquiera el general Franco quiso suprimir nuestra legislaci¨®n especial y se tratar¨ªa ahora de que pudi¨¦ramos ponerla al d¨ªa con facultades de legislar. Algo parecido podemos decir, en el ¨¢mbito catal¨¢n, de la posibilidad de legislar en materia de agricultura, obras p¨²blicas, transportes, beneficencia y sanidad. Y poca cosa m¨¢s.
?Realmente esto despedaza al Estado espa?ol, como se ha dicho? ?Sobre todo si Catalu?a y los dem¨¢s pueblos espa?oles, confortados en su frente dom¨¦stico, se aprestan a arrimar el hombro en la tarea com¨²n? Seamos sinceros y digamos que la descentralizaci¨®n propuesta no despedaza ni descuartiza nada. Reconozcamos que esto no desvirt¨²a la estructura de una Espa?a nueva, compuesta, eso s¨ª, de pueblos libres, iguales y compenetrados. De una Espa?a que sepa ser una naci¨®n de naciones. Es un objetivo dif¨ªcil pero tambi¨¦n es una ambici¨®n renovadora, hermosa y grande.
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