Elogio del caos
El presidente, se?or Su¨¢rez, en su mensaje de la tele, utiliz¨® el t¨¦rmino clave que nadie hab¨ªa utilizado: guerrilla urbana. La guerrilla urbana nos suena a secularizaci¨®n de la violencia. El presidente fue realista y nosotros vamos a ser acomodaticios. Vamos a hacer la apolog¨ªa del caos, en el cual, al parecer, tenemos que instalarnos. ?Se puede vivir dentro de la gran herida nacional? Habr¨¢ que intentarlo.- Me lo dijo Goethe una vez, cuando, viajando ¨¦l por Italia, le abord¨¦ en papapparazzi:
-Mire usted, joven, prefiero la injusticia al desorden.
-Vale, maestro.
Claro que no dec¨ªa lo mismo el d¨ªa que las tropas de Napole¨®n estuvieron a buscarle para cepill¨¢rselo, mientras ¨¦l dorm¨ªa la siesta. Los peque?os Goethes de la ultraderecha. espa?ola no violenta, pero s¨ª vociferante, tambi¨¦n prefieren la injusticia al desorden, y esta preferencia les carga de raz¨®n irracionalista cuando dicen que antes no pasaba eso y piden otro whisky on the rocks. Muy on the rocks.
El quiosquero, con la vieja sabidur¨ªa del hombre que vive en la calle, ha decidido instalarse en el caos, entregar al viento la barca de su quiosco, como los buenos pescadores que toman el rumbo que les marca la tormenta:
-Que han amenazado de muerte al director de El Papus, don Francisco.
-Pues mire usted, a ver si la clientela se pasa a Telva, que el caso es que se lleven algo para envolver. Tampoco es cosa de pedir un guardia para cada quiosco de Madrid. A Gil-Robles, que solicitaba protecci¨®n encarecidamente, alguien le ha enviado unos guardias municipales. Parec¨ªa que iban a ponerle la multa de la gr¨²a o a imponerle la medalla de la ciudad. Daban m¨¢s honor que seguridades, los municipales.
El parado, en vista de que el crimen anda por las esquinas, ha abandonado la suya y juega al mus con el quiosquero, en el parapeto de prensa canallesca y amenazada, mientras oyen por el transistor las peticiones del oyente de Radio Canarias Libre. Un oyente, que firma GRAPO, les ha pedido Suave, que me est¨¢s matando, y se lo dedican a Pedro Rius.
Me siento a escribir este diario en la cafeter¨ªa de costumbre di¨¢fana, de grandes cristales, enormes lunas, y a trav¨¦s de ellas veo al abrecoches con su muleta de luto, su clavel revolucionario en la oreja y su pasamonta?as, que va tomando la vaga forma de un gorro frigio. La gitana canastera le ha tra¨ªdo un pomelo para que se desayune mientras llora por la Historia de Espa?a. Es un humanista este hombre. Dice que estuvo abriendo coches en el estreno de Nuria Espert:
_-Desnuda y sin polic¨ªas, la Nuria, jefe, operada y bien conservada. Amenazada de muerte y benefici¨¢ndose trasgos y machos cabr¨ªos, como una ad¨²ltera de Las Salesas. Pero me dijo don Enrique Llovet, cuando le busqu¨¦ un taxi, que el gran ausente de la noche fue Valle-Incl¨¢n.
Es que si a Valle-Incl¨¢n le levanta la voz un ultra, le da un rev¨¦s con el brazo que le faltaba y lo sienta en el suelo de la Patria. Puesto que estamos en plena guerrilla urbana, este Diario de un snob tendr¨¢ que convertirse quiz¨¢ en un diario de campa?a como el del Ch¨¦, pero con m¨¢s miedo y menos puro, que uno no tiene madera de p¨®ster. Ya les he dicho a Pitita, a Nadiuska y a Carmen D¨ªaz de Rivera que se vayan despidiendo, que se queden como la castellana en su castillo, porque parto para la guerra de los cien a?os.
-?Usted cree que va a durar tanto? -dice el quiosquero.
-Los pronunciamientos los motines, las asonadas y el caballo de Pav¨ªa son una constante en la historia de Espa?a y los textos de bachillerato.
Su¨¢rez, como ha estudiado ya por el plan moderno, lo llama ?guerrilla urbana?, pero yo, que tengo a Nietzsche de libro de horas, como otros tienen Camino, lo llamar¨ªa el eterno retorno. El caballo de Pav¨ªa, pero sin Pav¨ªa, es el caballo-senador de Cal¨ªgula, que se lo vendi¨® a Atila para sus campa?as y que todav¨ªa les gana alg¨²n turf a los oligarcas ecuestres en el Hip¨®dromo de La Zarzuela. Por donde pisa, ya se sabe, no nace hierba. Ni democracia.
Por lo dem¨¢s, en el caos se est¨¢ calentito y si empre hay un rato, entre Marietta y Marietta, para hacer un art¨ªculo. El caos es el estado natural de las sociedades ca¨®ticas. Escribo esta cr¨®nica entre muertos, alarmas, silencios, miedo y guardias. Al fin y al cabo, as¨ª se ha escrito siempre la Historia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.