La fiebre del libro pol¨ªtico
Las editoriales disminuyen su producci¨®n literaria
En este ¨²ltimo a?o, el techo informativo espa?ol se ha levantado a alturas impensables poco antes. El final del franquismo, y sus conflictos, interesan a los espa?oles antes que nada. Los libros son un s¨ªntoma claro de esta situaci¨®n, y as¨ª, las librer¨ªas de este pa¨ªs se llenan de lecturas pol¨ªticas que recorren, desde la biograf¨ªa de los prohombres de los ¨²ltimos cuarenta a?os, a memorias de los olvidados de poco antes, pasando por los problemas mismos, le¨ªdos desde mil puntos de vista distintos, o las alternativas ideol¨®gicas generales, vistas desde los cl¨¢sicos o los actuales. En suma, a nadie se le oculta que vivimos un boom del libro pol¨ªtico, con caracteres m¨¢s masivos -y econ¨®micamente m¨¢s productivos- que cualquiera de los anteriores llamados booms.
Al mismo tiempo, se nota un baj¨®n en la publicaci¨®n de ficci¨®n, de literatura de creaci¨®n. Durante los dos ¨²ltimos a?os del franquismo, algunos cr¨ªticos anunciaron un t¨ªmido y conflictivo renacimiento de la literatura espa?ola, y los s¨ªmbolos -dudosos, primerizos- eran sintom¨¢ticos de que, en los oscuros escritorios se estaba fraguando una nueva literatura, al amparo de la lengua de los americanos, o de las traducciones reci¨¦n permitidas por la censura. Dos, tres a?os m¨¢s tarde, se publican libros ex prohibidos, o in¨¦ditos desde hace diez a?os, o textos de encargo sobre el rizo mismo de la coyuntura pol¨ªtica. Los superventas de ficci¨®n tienen poco que ver, desgraciada- -mente, con la literatura de nuestro siglo. Y, en aquellas editoriales que se dedicaban a la literatura avanzada, la crisis econ¨®mica o directamente el oportunismo, les ha hecho cerrar la tienda literaria... Sobre estos temas y otros, hablan para EL PA?S un grupo de editores: Rosa Reg¨¢s, de La Gaya Ciencia; Jes¨²s Aguirre, de Taurus; Imelda Navajo y Manolo Portela, por Alfaguara-, Juan Serraller, de Fundamentos; Jos¨¦ Mar¨ªa Guti¨¦rrez, de Libros de la Torre,- Jos¨¦ Luis Cervilla, por Seix Barral, y Antonio Pat¨®n, de distribuidora de Enlace.
El libro coyuntural
Los editores, en principio, distinguen entre el libro de coyuntura, ese producto ef¨ªmero y period¨ªstico o de divulgaci¨®n masiva, y el estudio enjundioso pol¨ªtico. El que Jes¨²s Aguirre define como ?el libro pol¨ªtico de inter¨¦s meramente coyunturaf, hecho deprisa; en el camino entre la hemeroteca mal consultada y el despacho del editor de bolsillo. Y no se hace -dice- en cambio, historia pol¨ªtica seria, o an¨¢lisis pol¨ªtico serio. La raz¨®n: Espa?a sigue pol¨ªticamente oscilante. No tenemos un futuro claro y por tanto se escribe al d¨ªa?.La colecci¨®n Biblioteca de divulgacinb pol¨ªtica, es, un poco, la que se lleva las cr¨ªticas y el gato al agua. La que protagoniza el boom: la que, pone largos los dientes del dinero editorial. Dice Rosa Reg¨¢s: ?Yo cre¨ªa que iban a descender los ritmos de venta, pero no. Siguen igual, o m¨¢s. De todos modos, el boom del libro pol¨ªtico !e acabar¨¢, yse acabar¨¢ por saturaci¨®n.? En, cuanto a la literatura de ficci¨®n, de la que Rosa Reg¨¢s publica, y bien, dice: ?Est¨¢, subiendo. Te aseguro que ni los t¨ªtulos que quedan por salir de la pol¨ªtica, ni los nuevos de divulgaci¨®n econ¨®mica, har¨¢n disminuir la producci¨®n de libros de creaci¨®n. Al contrario.??Tambi¨¦n a niveles ideol¨®gicos se marcan diferencias. Dice Jos¨¦ Mar¨ªa Guti¨¦rrez: ?Hay que distinguir entre el manualito del aprenda pol¨ªtica en diez d¨ªas, lanzados con el marketing estudiado, y a niveles m uy masivos, para difundir las palabras y conceptos de moda, y otros, que se refieren al c¨®mo y cu¨¢nto de la explotaci¨®n capitalista, de la opresi¨®n pol¨ªtica, y de las luchas del movimiento obrero y popular dirigidos al iluminar estos problemas, a contribuir a su profundizaci¨®n, y que van a ser le¨ªdos por los dirigentes obreros o los estudiosos de los procesos hist¨®ricos recientes-aunque caigan en lo coyuntural. ?
Elecciones
Todos ellos est¨¢n de acuerdo en que este ascenso es pasajero, seguramente por aburrimiento de la gente, por cansancio y vuelta de los gustos. ?Cuando se normalice la situaci¨®n democr¨¢tica, y habr¨¢ que esperar m¨ªnimamente un a?o, entre pre, post y elecciones mismas, volver¨¢ la literatura. Esperemos?, dice Manolo Portela. ?Ya ves lo que se premia: lo que la gente quiere leer?, a?ade. 0 lo que los editores quieren publicar. Segura mente, los m¨¢s avisados se dan cuenta de que pasar¨¢, y de que, despu¨¦s, va a poder salir esa ficci¨®n deseable. A eso responder¨ªa el re surgimiento de la Seix Barral -se rumorea la entrada en el consejo de redacci¨®n de Jorge Edwards, Octavio Paz y hasta del mismo Carlos Barral, aunque el se?or Cervilla no nos ha confirmado nada-; el proyecto de Alfaguara, nueva ¨¦poca, convertida para el mes que viene en un poderoso grupo editorial, dedicado exclusivamente a la creaci¨®n y al ensayo creativo, o la permanencia de las colecciones literarias, que pasan este bache de mejor o peor manera. ?Hay algo claro - dice Juan Seraller-: si en este pa¨ªs quiere salir adelante la literatura, tiene que tener el apoyo esta tal que nunca ha tenido. Baste decir que en Gran Breta?a, por ejemplo, el Estado compra m¨¢s del tercio de los libros publicados, que van a las bibliotecas p¨²blicas. A m¨ª, el Estado me ha comprado menos del 0,5 %. As¨ª, las inexistentes bibliotecas tienen fondos atrasados, son inc¨®modas, etc¨¦tera. As¨ª no podr¨¢ salir adelante la producci¨®n literaria, que es un hecho de cultura general de un pa¨ªs. ?
Literatura como ?whisky?
La crisis es indudable. La pertinaz sequ¨ªa se siente. Y los editores hablan de moral editorial. Jos¨¦ Mar¨ªa Guti¨¦rrez comenta: ?Creo que hay una labor editorial a hacer, que es acercar la gran literatura, la m¨¢s avanzada y progresiva, a los obreros, a las clases populares. Pero no se puede hacer de un modo voluntarista: ahora, por la situaci¨®n en que estamos, urge la informaci¨®n sobre problemas concretos. De todos modos, yo creo que un trabajador consciente no puede formarse sin leer todos los g¨¦neros. Estoy convencido de que la literatura es un poco, como el whisky: se piensa m¨¢s r¨¢pido y mejor. Ensancha la sensibilidad para la vida, y por tanto, para.la pol¨ªtica misma.?Y Jes¨²s Aguirre termina: ?Ser¨ªa importante que los editores supieran que hay que enfriar el tema pol¨ªtico. Que no publicaran libros carism¨¢ticos: La Biblia, Vida sexual, de L¨®pez lbor; Conversaciones en la c¨¢rcel, de Camacho. Libros carism¨¢ticos porque salvan: el alma, el cuerpo (vaya usted a saber) o la honradez. A ver si de una vez al leer no intentamos salvar nada.? Y en cuanto a la crisis, se?al¨® que ?es muy dif¨ªcil deshacerse de la m¨¢s importante y grave herencia del franquismo: el desprecio por la cultura. Desprecio que parecen compartir no pocos partidos de la Oposici¨®n, cuya oposici¨®n parece consistir ¨²nicamente en ejercicios de log¨ªstica para hacerse con el poder, sin que en sus programas podamos advertir una preocupacion expl¨ªcita y organizada por los problemas de la educaci¨®n?.
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