Severo y sospechoso juicio de la socialdemocracia
El publicista sovi¨¦tico Ernst Henry, autor de algunas obras de propaganda m¨¢s que de divulgaci¨®n (por eso resulta sorprendente la calificaci¨®n de publicista que se le aplica en la solapa de este libro) se ha atrevido ahora, nada menos, que a estudiar uno de tos temas m¨¢s dif¨ªciles de cuantos se presentan hoy en las democracias europeas. Su libro, publicado hace un par de a?os por Editorial. Progreso de Mosc¨², acaba de ser reeditado por Akal, pulcramente, aunque limit¨¢ndose a reproducir la traducci¨®n al castellano hecha en la Uni¨®n Sovi¨¦tica.El se?or Henry intenta hacer en su libro un an¨¢lisis, nada tierno por cierto, de lo que ¨¦l considera el fracaso global de la socialdemocracia. Su severidad resulta ciertamente sospechosa, sobre todo cuando se ve con cu¨¢nta ira juzga a los socialistas alemanes anteriores a Hitler y c¨®mo pasa por alto la actitud del se?or Stalin y sus amigos con respecto no s¨®lo al nazismo, sino tambi¨¦n al pacto germano-sovi¨¦tico. Por supuesto este autor sovi¨¦tico tiene una opini¨®n mal¨ªsima de la Internacional Socialista y de los que ¨¦l denomina socialdem¨®cratas de derecha. El lector saca la conclusi¨®n que para el se?or Henry es casi todo el mundo de derechas salvo, naturalmente, el imperio sovi¨¦tico, patria del socialismo y de todas esas cosas..
Henry, Ernts
Socialista y comunistas, ?pueden marchar juntos? Akal Editor. Madrid, 1976. 238 p¨¢ginas.
Una vez ajustadas las cuentas a los socialdem¨®cratas de todo pelaje y, nacionalidad, el se?or Henry pretende explicar c¨®mo, tras la desastrosa historia de los socialdem¨®cratas, ¨¦stos pueden entenderse con los comunistas para avanzar hacia el socialismo, o algo as¨ª. Naturalmente, para el se?or Henry la ¨²nica manera de que los comunistas y los socialistas puedan marchar juntos consiste en que los socialistas se sometan disciplinadamente a la l¨ªnea leninista de los partidos comunistas que, naturalmente, ¨¦stos deben seguir al pie de la letra. Seg¨²n el se?or Henry los comunistas y los socialistas pueden marcharjuntos en la defensa de los intereses de la clase obrera (anteriormente, el se?or Henry hab¨ªa descrito c¨®mo los socialistas no han servido m¨¢s que para atemperar las conquistas de los trabajadores), en la lucha por la paz, la coexistencia, etc. Y en la resistencia contra el fascismo, como es l¨®gico. El se?or Henry prefiere aplazar las discusiones te¨®ricas entre unos y otros hasta la creaci¨®n de una sociedad socialista. No explica, en cambio, c¨®mo podr¨¢ alcanzarse esta sociedad y en qu¨¦ medida unos y otros (socialistas y comunistas) pueden ayudar a crearla.
El se?or Henry matiza casi todas sus citas y, por supuesto, su sectaria interpretaci¨®n de la historia del movimiento obrero en Europa durante este siglo con fragmentos del Programa del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Programa que a pesar de la adoraci¨®n a que le somete el publicista, no parece que tenga mucho que ver con las urgencias hist¨®ricas de comunistas y socialista en Occidente. Este acr¨®bata de la guerra fr¨ªa rinde un flaco servicio a sus correligionarios europeos y especialmente espa?o les, porque expresa con palabras claras y actitudes tajantes lo que algunos hab¨ªan olvidado y otros se apresuraban a olvidar a toda prisa. Excelente lecci¨®n de dogmatismo para este pa¨ªs y para esta hora. Al menos eso debemos agradecerle al publicista sovi¨¦tico se?or Henry.
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