La Oposicion, Iegitimada
No es menester subrayar que la existencia de una Oposici¨®n reconocida e institucionalizada, es rasgo caracter¨ªstico y com¨²n de la democracia occidental. En Espa?a, la Oposici¨®n democr¨¢tica ha recorrido un largo trecho para alcanzar su legitimaci¨®n ante el pueblo aun antes que los pr¨®ximos resultados electorales lo demuestren. En efecto: ha vivido las zozobras y riesgos de la clandestinidad, se ha articulado en organismos coordinadores. pas¨® a ser tolerada por el Gobierno y acaba de lograr de modo patente, su legitimaci¨®n popular. ?Es esto una afirmaci¨®n precipitada? No. Vamos a verlo.Sin entrar en profundidades cient¨ªfico-pol¨ªticas sobre la legitimidad, parece obvio que el procedimiento m¨¢s claro y concreto para legitimar las fuerzas pol¨ªticas es el veredicto de las urnas. Y hacia ellas se camina por decisi¨®n coincidente del Gobierno y de la Oposici¨®n democr¨¢tica.
Ahora bien, ?c¨®mo es posible hablar de legitimaci¨®n democr¨¢tica de la Oposici¨®n si todav¨ªa no han hablado las urnas?
Existen otros indicadores pol¨ªticos que corroboran la legitimidad de la Oposici¨®n, de toda la Oposici¨®n, aun antes de celebrarse las elecciones libres, disputadas despu¨¦s de cuarenta a?os. ?Cu¨¢les son ¨¦stos?: En primer lugar, la firme, sensata y c¨ªvica actitud de las fuerzas pol¨ªticas de toda la Oposici¨®n ante los dram¨¢ticos y condenables sucesos terroristas contra estudiantes, abogados y servidores del orden p¨²blico y ante los censurables secuestros de personas bien notorias. Gobierno y Oposici¨®n han manifestado, a la vez, su repulsa de hechos tan indignos.
Oposici¨®n democr¨¢tica y Gobierno, han coincidido en estimar que se trata de una confabulaci¨®n para impedir el acceso pol¨ªtico mediante el voto, a la democratizaci¨®n del pa¨ªs. Partidos y sindicatos de la Oposici¨®n democr¨¢tica est¨¢n de acuerdo con el Gobierno que es condici¨®n indispensable, para acceder a la democracia, el mantenimiento de la paz y del orden p¨²blico. Los extremistas de signo contrario se afanan, con sospechoso contubernio, en yugular el paso a instituciones y normas, democr¨¢tica mediante el terror sistem¨¢tica mente organizado y programado para producir una situaci¨®n homologable con, la existente en otras latitudes.
Toda la Oposici¨®n democr¨¢tica ha contenido la justa indignaci¨®n de sus masas ha pedido y logrado de las mismas, serenidad y ha enterrado dolorida a sus muertos, proclamando su decidido prop¨®sito de seguir luchando pac¨ªficamente, por la libertad, la justicia y la democracia.
Esa admirable y ejemplar actitud la legitima ante el pueblo, representado potencialmente en el abanico. de partidos y sindica tos que le siguen y apoyan.
Hubiera sido f¨¢cil, aunque criminal, hostigar a las gentes, sacarlas multitudinariamente a la calles produciendo des¨®rdenes que se pueden imaginar. Ha sido una postura c¨ªvica, ¨¦tica e inteligente la mantenida por la Oposici¨®n.
En segundo lugar, prensa diaria y semanal han ofrecido una versi¨®n aut¨¦ntica de los lamentables acontecimientos que padecemos; ha publicado un excelente y mediado editorial conjunto condenando el terrorismo, animando al Gobierno a seguir el sendero democratizador y ala bando el comportamiento sereno de ¨¦ste Y de la Oposici¨®n. Los medios de comunicaci¨®n. Incluso los oficiales, se han mostrado como significativos indicadores pol¨ªticos de la leg¨ªtima postura de la Oposici¨®n.
En tercer lugar, el Gobierno ha seguido sus contactos sinceros con los representantes de la Oposici¨®n democr¨¢tica a pesar del terrorismo desencadenado. El presidente Su¨¢rez, en su claro y valiente mensaje a la naci¨®n no ha dudado en referirse, con elogio, al papel de la Oposici¨®n. En consecuencia. el Gobierno. en cuanto instituci¨®n b¨¢sica del Estado, indica tambi¨¦n la leg¨ªtima existencia y funci¨®n de la Oposici¨®n.
Por ¨²ltimo, no es dif¨ªcil comprobar,que el pueblo, aun antes de las elecciones, en su deseo de recobrar sus derechos y libertades y de ejercerlas pac¨ªficamente, incluso los no inscritos en partidos, coinciden en el rechazo de la violencia y en la aceptaci¨®n de los procedimientos democr¨¢ticos queridos por la Oposici¨®n y auspiciados por el Gobierno. Ello se palpa en la calle, en los centros de trabajo, en las manifestaciones pac¨ªficas. Tambi¨¦n, aun antes de votar, la inmensa mayor¨ªa de los pueblos del Estado espa?ol legitiman a la Oposici¨®n democr¨¢tica, en la medida que asienten con ella en el m¨¦todo y objetivos democr¨¢ticos. No importa ahora precisar las interpretaciones ideol¨®gicas y la concreci¨®n de esos objetivos. Esto se sabr¨¢ despu¨¦s de las elecciones.
En s¨ªntesis: la actitud de la Oposici¨®n ante el pueblo, de ¨¦ste ante aqu¨¦lla y del Gobierno ante la Oposici¨®n convergen en legitimar a la primera.
Ni el Gobierno, ni el pueblo, ni la Oposici¨®n quieren la violencia porque ?sta, no legitima la democracia.
Es parad¨®jico que la reciente violencia ejercida frente al pueblo, frente al Gobierno y frente a la Oposici¨®n haya contribuido a legitimar la Oposici¨®n.
?C¨®mo saber si la Oposici¨®n en su ¨¦poca de clandestinidad estaba totalmente legitimada si faltaban indicadores elocuentes? Ya en la fase de la tolerancia parec¨ªa m¨¢s clara y ahora es ya di¨¢fana.
Es lamentable que haya sido necesario el criminal derramamiento de sangre para legitimar a la Oposici¨®n. ?Tr¨¢gico destino espa?ol que requiere v¨ªctimas inocentes para fundar la democracia!
La lucha por la libertad y por la democracia no ha sido, desgraciadamente, nunca f¨¢cil y menos cuando fuerzas oscuras se em pe?an en desunirnos. El Gobier no y la Oposici¨®n legitimada lo saben y poreso han de seguir en la lucha.
Tenemos ya a la Oposici¨®n democr¨¢tica legitimada. Alguno objetar¨¢ que hace tiempo lo estaba. Bien, lo concedo: lo estaba para los miembros de las fuerzas pol¨ªticosociales que la integraban, pero no aparec¨ªa tan clara para ciudadanos medrosos, despolitizados, despu¨¦s de tantos a?os y a¨²n cabe a?adir pasadas reticencias gubernamentales. Ahora no. La Oposici¨®n democr¨¢tica ha culminado su legitimaci¨®n por su serenidad, disciplina y patriotismo ante todo el pueblo.
Es un dato alentador cuando sufrimos los embates siniestros del extremismo terrorista. ?Entonces? Creo que no basta con el reconocimiento general de la Postura c¨ªvica de la Oposici¨®n y con complacerse por su madurez, por su repudio de la violencia y de la demagogia. Es menester aprovechar la energ¨ªa pol¨ªtica de la Oposici¨®n democr¨¢ticaen beneficio de todo el Pa¨ªs. ?C¨®mo?
Ante problemas grav¨ªsimos de ¨ªndole econ¨®mica, social, ante, amenazas a la estabilidad del Estado, ataques a sus servidores, a ciudadanos de diversas ideolog¨ªas, es menester robustecer el Gobierno mediante la incorporaci¨®n de personas eminentes de las distintas fuerzas que forman el espectro pol¨ªticosocial espa?os para encararse, con mano firme y con indiscutible patriotismo, con toda esa amplia y grave problem¨¢tica ya en v¨ªsperas de las elecciones.
De esta manera, la legitimaci¨®n de la Oposici¨®n, reconocida por el Gobierno,prociarnada por los medios de comunicaci¨®n y aceptada por el pueblo servir¨¢, para unir a los espa?oles, asegurarles sus derechos y libertades, institucionaliza la personalidad y peculiaridades de las regiones, como dijo en su mensaje el presidente Su¨¢rez, y en definitiva, consolidar la paz hasta que en las elecciones. se decida el futuro de mocr¨¢tico de todos los pueblos de Espa?a.
La legitimaci¨®n de la Oposici¨®n democr¨¢tica, antes de las elecciones, no es un episodio fugaz, ni una observaci¨®n subjetiva. Es un hecho Indiscutible, que est¨¢ ah¨ª. Si el Gobierno la aprovecha, integr¨¢ndola en su seno, se habr¨¢ fortalecido el Estado, se combatir¨¢ mejor el terrorismo y nos acercaremos, con excelentes auspicios, al momento clave de la votaci¨®n.
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