Hacia la estratificaci¨®n de la gesti¨®n
Tal como parece estar pensada la reforma de la Seguridad Social que el Ministerio de Trabajo pretende poner en marcha, se trata de una reforma parcial, pues s¨®lo afecta, de entrada al menos, a uno de los varios aspectos de la Seguridad Social, la gesti¨®n. Otros aspectos decisivos de cualquier sistema de seguridad social, son como la financiaci¨®n y la acci¨®n protectora no parecen ocupar la atenci¨®n de los reformistas.No obstante la parcialidad de la reforma prevista, de entrada debe quedar bien claro que cualquier reordenaci¨®n de la Seguridad Social que pretenda ser m¨ªnimamente seria ha de pasar, necesariamente, por la aplicaci¨®n de una en¨¦rgica cirug¨ªa a las entidades gestoras de la Seguridad Sociar y a las entidades que, como las Mutuas Patronales de Accidentes de Trabajo o las empresas privadas, colaboran voluntariamente en la gesti¨®n de la Seguridad Social.
Una Seguridad Social gestionada por nada menos que 97 entidades gestoras (INP, ISM, Mutualidades Laborales), doce Servicios Comunes, 290 Mutuas Patronales de Accidentes de Trabajo, trescientas empresas colaboradoras y doce mutualidades y Cajas de Empresa, no es precisamente un modelo de gesti¨®n digno de ser imitado.
Este panorama de 97 entidades gestoras quedar¨ªa sustituido, de ir adelante la reforma, por un nuevo marco en el que ser¨ªan cuatro las piezas b¨¢sicas de la gesti¨®n de la Seguridad Social: el servicio de Gesti¨®n e Inform¨¢tica, que se encargar¨ªa de aspectos tales como la afiliaci¨®n de los trabajadores la cotizaci¨®n y la recaudaci¨®n de las cuotas, adem¨¢s de ser el titular del patrimonio de la Seguridad Social, un Instituto Nacional de Pensiones, que se encargar¨ªa de la gesti¨®n de todas las prestaciones excepto la sanitaria; un Instituto Nacional de Asistencia Sanitaria y un Instituto Nacional del Empleo.
En todo caso los resultados m¨ªnimos que cabe exigir a cualquier reforma de la gesti¨®n de la Seguridad Social son la reducci¨®n de los gastos de administraci¨®n de la Seguridad Social, y la reducci¨®n de los largos per¨ªodos de espera que actualmente padecen los trabajadores entre la fecha del hecho causante de la prestaci¨®n (paro, jubilaci¨®n, etc¨¦tera) y el cobro de la correspondiente prestaci¨®n.
Pero algo que parecen haber olvidado los reformistas de la Seguridad Social es que, hoy en Espa?a hablar de gesti¨®n de la Seguridad Social es hablar de control de la gesti¨®n, hasta el punto de que, seg¨²n parece, en el nuevo esquema de gesti¨®n se reduce la representaci¨®n obrera respecto de la actualmente existente. Quienes al reformar la Seguridad Social pretenden aprovechar la oportunidad para reducir la presencia de trabajadores y empresarios en los futuros ¨®rganos de gesti¨®n de la Seguridad Social, afirman que la experiencia de participaci¨®n del sindicalismo vertical en entidades como el Instituto Nacional de Previsi¨®n, o el Mutualismo Laboral, no ha sido precisamente ejemplar, pues, en no pocos casos, tal presencia no ha tenido otra significaci¨®n que la de ser una mas de las m¨¢quinas electorales o de hacer favores que cre¨® el franquismo.
Pero, una cosa es que el Ministerio de Trabajo se de cuenta aunque demasiado tarde, de que su alianza con el verticalismo supuso dotar a los ¨®rganos gestores de la Seguridad Social de una careta aparentemente democr¨¢tica. Y otra, muy distinta, que el sindicalismo democr¨¢tico acepte por las buenas, ser marginado del control directo y cotidiano de algo que como la Seguridad Social afecta a 31 millones de espa?oles, especialmente en lo relativo al desarrollo de prestaciones como las de desempleo y la asistencia sanitaria.
Los reformistas de la Seguridad Social pretenden acentuar la estatificaci¨®n de los ¨®rganos de gesti¨®n, reduciendo la presencia obrera en ellos, desobrerizando la gesti¨®n y el control de la Seguridad Social, sin, paralelamente, reducir la presencia patronal en la gesti¨®n actualmente concretada en la actuaci¨®n de Mutuas Patronales, Cajas de Empresa, etc¨¦tera.
La gesti¨®n de la Seguridad Social quedar¨ªa as¨ª f¨¦rreamente controlada por los bur¨®cratas de las Entidades Gestoras y del Ministerio de Trabajo, en tanto que el control de la Seguridad Social quedar¨ªa reducido al que corresponda al futuro Congreso de Diputados en materias tales como la aprobaci¨®n de los presupuestos y de las cuentas de la Seguridad Social, o la aprobaci¨®n de las grandes l¨ªneas de acci¨®n de la Seguridad Social.
Entiendo que la pretendida estatificaci¨®n de la gesti¨®n de la Seguridad Social, aparte de ser regresiva respecto de la actual situaci¨®n es inadmisible all¨ª, donde como en Espa?a, la m¨ªnima aportaci¨®n estatal a la financiaci¨®n de la Seguridad Social no legitima ni pol¨ªtica ni financieramente al Estado para intentar recabar el control de algo que no es suyo, porque no lo financia, porque no lo mantiene con su dinero.
Pero tambi¨¦n debe quedar bien claro que aunque la aportaci¨®n estatal a la Seguridad Social fuera alg¨²n d¨ªa la fuente de financiaci¨®n m¨¢s importante de esta, no por eso no ser¨ªa pol¨ªticamente necesaria la presencia de los sindicatos obreros en los ¨®rganos de gesti¨®n de la Seguridad Social, pues mientras no se invente otra f¨®rmula, esa presencia sindical es el ¨²nico instrumento v¨¢lido para lograr evitar el burocratismo de la Seguridad Social a la vez que para lograr el control popular de tan importante parte del sector p¨²blico.
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