Un profundo escepticismo
TRAS LA liberaci¨®n del se?or Oriol y del teniente general Villaescusa una ola de dudas se extiende por el pa¨ªs. La rueda de prensa convocada el d¨ªa del secuestro en el Ministerio de la Gobernaci¨®n y la larga nota oficial le¨ªda anteaver por el director general de Seguridad, producen la sensaci¨®n de mantenerse en la superficie del problema la operaci¨®n policial- sin entrar en el fondo de las oraves cuestiones que hoy se plantean dentro y fuera de Espana.La cuesti¨®n capital es ¨¦sta: un grupo de fan¨¢ticos puede existir, pero puede ser tambi¨¦n la pantalla de una operaci¨®n destinada a amenazar la estabilidad de un Estado.
Nadie duda de que los GRAPO existen con las caracter¨ªsticas que las versiones oficiales pretenden. Pero nadie se ha atrevido a contestar cuando se pregunta lo que hay detr¨¢s. Y los espa?oles tienen derecho a saberlo. Es deber moral del Estado restaurar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones p¨²blicas y mantener la imagen de la nacion europea de 35 millones de habitantes Y hay que decir que el ambiente de escepticismo cunde en la calle y que las preguntas que hoy nos hacemos en este editorial mucha gente se la hace. Se afirma que los secuestradores de los se?ores Oriol y Villaescusa son los rnismos miembros de los GRAPO que asesinaron a los polic¨ªas guardias civiles en la sangrienta jornada del 28 de enero. Profesionales, por tanto, de la lucha armada, que d¨ªas antes manejaban granadas y rrietralletas con implacable precisi¨®n. ?C¨®mo entender que son los mismos que desarmados. acompa?ados de ni?os de pecho y distribuidos en partidas de naipes entregan sus rehenes sin la menor resistencia? La versi¨®n cificial s¨®lo sugiere que los secuestradores estaban desprevenidos.
Dados los riesgos extremos que se corren en todo momento sorprende la afirmaci¨®n del se?or Oriol: ?Nunca me sent¨ª en peligro de muerte. ? Buena parte de los, traslados se realizarona la luz del d¨ªa. Un cambio de coches,con el secuestrado a bordo. a media ma?ana, en la calle de Felipe P¨¦rez, frente a un centro oficial fuert¨¦mente vigilado. Los inmuebles en que se esconde a los secuestrados no son refugios aislados, sino casas de vecindad habitadas, con tabiques mal insonorizados. En la misma ¨¢rea de la zona del Sardinero, donde se libera a Oriol, viven, por a?adidura, no pocos funcionarios de las fuerzas del orden p¨²blico. Uno de los ¨²ltimos traslados requiri¨® un desembolso previo superior al mill¨®n de pesetas. ?Y los anteriores? ?De d¨®nde proced¨ªa tan abundante suministro econ¨®mico? Seg¨²n la nota oficial de anteayer, de varios atracos anteriores. Pero, ?c¨®mo se vinculan estos asaltos a los GRAPO? ?A qu¨¦ autores se atribuyeron en el momento en que fueron cornetidos?
El se?or Oriol declar¨® el d¨ªa 12 que no hab¨ªa visto al general Villaescusa a lo largo del secuestro, mientras que este ¨²ltimo ofreci¨® detalles de un prolongado cautiverio en com¨²n, no inf¨¦rior a once d¨ªas.
Durante las seis semanas iniciales del secuestro del se?or Oriol parece producirse una ausencia total de indicios v¨¢lidos. No se ha aclarado suficientemente la raz¨®n por la que se recurri¨® al jefe superior de polic¨ªa de Valencia, ajeno al vasto aparato policial de Madrid. Y, en general -insistimos-, sorprende la falta de resistencia de los secuestradores a la polic¨ªa cuando son descubiertos.
Se asegura en otro lugar que los GRAPO est¨¢n integrados por delincuentes fanatizados, capaces de todos los cr¨ªmenes. Una metamorfosis total se produce, seg¨²n se explica, tras las detenciones. C¨®mo explicar ese cambio de actitud?
Estas y otras muchas preguntas son las que se formula hoy, con civismo y con preocupacion, la opini¨®n p¨²blica. Porque la versi¨®n oficial es prolija. innecesariarnente detallada en algunos extremos y evidentemente escasa en otros. Pero lo grave es que deja intacto el fondo del problema.
Algunos peri¨®dicos aprovechan para practicar su afici¨®n a la amalgama: con el pretexto de una sigla (PCR), el responsable de todo es el comunismo. Lejos de esa irresponsabilidad, el director de la investigaci¨®n. se?or Conesa, explicar¨ªa que no es propio de los partidos de masas la utilizaci¨®n de estos m¨¦todos violentos. Cuando alg¨²n hecho parece inexplicable, esa misma prensa lo atribuye a la Virgen de Lourdes. Otros medios demuestran mayor respeto a las creencias propias y ajenas cuando se niegan a mezclar las devociones marianas en episodios como ¨¦ste.
No respaldaremos hoy ninguna hip¨®tesis. Tampoco es posible aclarar qu¨¦ grado de conexi¨®n pueda existir entre el secuestro de dos personalidades y los atentados que han costado la vida a diez personas. Porque ¨¦ste es el gran tema en que se debe al pa¨ªs una explicaci¨®n completa y concluyente. Lo que se debate en todo este tenebroso proceso no es s¨®lo la comisi¨®n de una cadena de asesinatos, sino si ha habido, como se apunt¨®, una conspiraci¨®n contra el Estado, y si los radicales de esta izquierda a la izquierda de todas las izquierdas pudieron ser manipulados por alguien de diverso signo.
La prensa occidental se hace ya toda clase de preguntas, y hay que desear que la imagen de Espa?a, como pa¨ªs respetable, no quede da?ada con estos episodios y sus ulteriores aclaraciones. Los medios de comunicaci¨®n han colaborado, con informaci¨®n veraz, a la respetabilidad de la naci¨®n y del Estado. El Gobierno debe mantener, en primer t¨¦rmino, el cr¨¦dito de ese Estado.
Al final existe la impresi¨®n de que los instigadores de la ofensiva pretendieron detener el proceso espa?ol hacia la estabilidad democr¨¢tica. Y, en todo caso, hay una necesidad clara: el Estado debe responder a la serenidad de los espa?oles con una informaci¨®n exhaustiva, sin temer -como bien dijo el ministro de la Gobernaci¨®n- el significado ¨²ltimo del intento. S¨®lo la verdad completa restaurar¨¢ la confianza.
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