Por el voto a los dieciocho a?os
TODO PARECE indicar que el Gobierno no acceder¨¢ a rebajar la edad electoral a los dieciocho a?os, tal como quiere la Oposici¨®n democr¨¢tica y piden -es de suponer- los millones de espa?oles comprendidos entre aquella edad y los veinti¨²n a?os. La Oposici¨®n y los protagonistas de ese hipot¨¦tico voto no tienen una excesiva necesidad de argumentar su petici¨®n, porque no se argumenta lo obvio; empero, resultar¨ªa muy ilustrativo que el Gobierno explicara su negativa. Acaso asisti¨¦ramos al espect¨¢culo del m¨¢s t¨®pico miedo generacional o a la exhibici¨®n de viejos arquetipos sobre la ideolog¨ªa de los j¨®venes.Pero aun cuando ¨¦ste sea un tema de comprensi¨®n elemental, no sobra recordar la extra?a situaci¨®n c¨ªvica a que se somete a los j¨®venes de dieciocho a veinti¨²n a?os en las sociedades de voto tard¨ªo. En Espa?a, a los dieciocho a?os un hombre puede servir en armas; sea var¨®n o hembra, puede contraer matrimonio y, obviamente, tener descendencia y tutelarla, puede cometer un delito y ser por ¨¦l condenado hasta la pena de muerte, si procede, puede trabajar y asumir puestos de responsabilidad social, puede, en suma, hacer todo lo, que haga un ciudadano maduro y tiene sus mismas responsabilidades sociales y jur¨ªdicas. Lo que no puede hacer, el derecho que le est¨¢ vetado es el de elegir un diputado por su distrito electoral. Y acaso lo m¨¢s parad¨®jico del asunto es que los menores de veinti¨²n a?os pueden militar en los partidos pol¨ªticos o en las centrales sindicales, intervenir en su administraci¨®n interna y hasta ser detenidos y juzgados por su militancia..., pero no pueden votar en unas elecciones generales. Una parte no despreciable de la lucha pol¨ªtica contra la dictadura estuvo en el coraje y la conciencia c¨ªvica de muchos hombres y mujeres, cuyas edades oscilaban entre los dieciocho y los veinti¨²n a?os. Y es a ese sector de la poblaci¨®n al que ahora se le regatea su derecho al voto.
Desdichadamente, la rebaja de la edad electoral no se aceptar¨¢ o rechazar¨¢ por criterios sociales, jur¨ªdicos o, simplemente de sentido, com¨²n. El tema tiene una dimensi¨®n pol¨ªtica y pol¨ªticamente se tratar¨¢. El Gobierne, estima que el voto joven es un voto de izquierda, incluso de extrema izquierda. La Oposici¨®n democr¨¢tica aprecia, por su parte, que los votantes de dieciocho-veinti¨²n a?os meter¨¢n en las urnas papeletas desde el centro a la izquierda, y muy pocas, o ninguna, de signo conservador.
Las dos partes tienen su raz¨®n, aun cuando quien menos la tenga sea el Gobierno. No se puede seriamente aducir que el voto joven, en este pa¨ªs, es ultraizquierdista -y, por ello, desaconsejable en una primera etapa democr¨¢tica-, por cuanto ser¨ªa confundir a la minor¨ªa con la gran parte de j¨®venes espa?oles que carecen de afiliaci¨®n y s¨®lo esperan a escuchar las razones de quienes vayan a pedirle el voto. Ni m¨¢s ni menos que el resto del pa¨ªs que ya no est¨¢ en quintas.
Pero es que si los espa?oles de dieciocho-veinti¨²n a?os fueran todos unos peligros¨ªsimos gauchistas tampoco tendr¨ªamos razones v¨¢lidas para excluirlos de las elecciones. Ellos tambi¨¦n ser¨ªan una parte inseparable del pa¨ªs real, y marginarlos de los celmicios s¨®lo servir¨ªa para reforzar una izquierda extraparlamentaria que no nos hace ninguna falta en los pr¨®ximos a?os.
La realidad es que pol¨ªticos y soci¨®logos se han llevado alg¨²n chasco al tratar de analizar el voto juvenil. Y el m¨¢s cercano ejemplo lo tendr¨ªamos en Portugal y en sus ¨²ltimas elecciones, en las que la rebaja a los dieciocho a?os de la edad electoral no ha impedido el cantado triunfo de un socialismo moderado. Por lo dem¨¢s, ah¨ª est¨¢n Francia, Italia, Alemania Federal, Irlanda, Holanda, Gran Breta?a... (por citar s¨®lo pa¨ªses de la Europa occidental), donde el'voto desde los dieciocho a?os no hace otra cosa que dar mayor verosimilitud al test de las elecciones.
Lo que, en definitiva, no puede hacer este Gobierno es atrincherarse en su negativa a rebajar la edad electoral, como si este pa¨ªs estuviera parcialmente poblado de unos j¨®venes b¨¢rbaros prestos a radicalizar las Cortes con sus papeletas electorales. A lo mejor, muchos j¨®venes votan a Alianza Popular -?por qu¨¦ no?-, o a Fuerza Nueva, o a la Falange. El voto joven tambi¨¦n es plural.
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