El Sahara, un a?o despu¨¦s
YA HA pasado un a?o desde que final descolonizaci¨®n del Sahara, cumplido e 1976. Doce meses despu¨¦s de aquella preguntarse, con la tranquilidad que da el paso del tiempo, sobre las circunstancias que desembocaron en aquella situaci¨®n. Durante mucho tiempo se ha tratado de disimular la capitulaci¨®n espa?ola ante las presiones marroqu¨ªes a prop¨®sito del Sahara con el argumento de que aquel conflicto no merec¨ªa una guerra. Nunca se ha admitido, sin embargo, que solamente una situaci¨®n de debilidad pol¨ªtica como la que vivi¨® Espa?a durante el ¨²ltimo semestre de 1975 pudo dar a Marruecos facilidades tan enormes como las que propiciaron la anexi¨®n del Sahara a los dominios de Rabat.
Aceptamos, como signo de civilizaci¨®n, la filosof¨ªa ¨²ltima de que nada merece una guerra; no falt¨® realismo, pues, cuando nuestros gobernantes optaron por la entrega sin condiciones del Sahara a Marruecos cuando la presi¨®n de la Marcha Verde se hizo insoportable. Pero no es posible silenciar los hechos que se derivaron de aquella decisi¨®n.
Espa?a ha contribuido a crear uno de los m¨¢s serios focos de tensi¨®n de Africa, al abandonar el Sahara en un estado de guerra abierta entre Marruecos, los nuevos due?os del territorio, y una muy considerable parte de la poblaci¨®n aut¨®ctona, que ha seguido el camino de las armas. Esa situaci¨®n de guerra se reconoce a trav¨¦s de organismos internacionales tan solventes como la Cruz Roja Internacional. Los saharauis que luchan en el desierto contra el ej¨¦rcito de Hassan lo de la independencia.
Ha sido Espa?a la que, durante d¨¦cadas, alent¨® esos deseos de independencia. Y ah¨ª estriba la mayor responsabilidad de nuestro pa¨ªs en el futuro de ese territorio. Por mucho que se aluda a la obligatoriedad del realiosmo en cualquier acci¨®n pol¨ªtica, no ser¨¢ f¨¢cil obtener disculpas al hecho de que Espa?a estuviese pactando con Marruecos la entrega del Sahara mientras nuestros m¨¢s altos pol¨ªticos hac¨ªan promesas firm¨ªsimas de salvaguardia de los intereses del pueblo saharaui y del respeto inalterable al derecho de autodeterminaci¨®n.
Pero lo m¨¢s triste del caso es que parece haberse perpetuado. la situaci¨®n de presi¨®n que Espa?a se vio obligada a aceptar cuando firm¨® los Pactos de Madrid. Marruecos parece seguir dominando el esquema de las relaciones bilaterales, y no hay ninguna informaci¨®n oficial contrastada que ¨¦xplique las contrapartidas obtenidas por Espa?a tras haber cedido tanto en el Sahara. Nada se sabe sobre las indemnizaciones recibidas por nuestro pa¨ªs por los bienes dejados en el territorio; no existe constancia de que Marruecos haya pagado el precio estipulado por la cesi¨®n de nuestros derechos en la explotaci¨®n de los fosfatos de Bu Craa; sigue sin resolver problema de las propiedades espa?ola afectadas por la idea de marroquizaci¨®n marcha por Hassan II: parte de la flota pesquera est¨¢ paralizada desde hace meses porque no se ha conseguido vencer la resistencia de Rabat sobre la utilizaci¨®n de sus aguas.
Aun aceptando la irreversibilidad del Sahara, contra el que lucha a veces a nive el Frente Polisario, es preciso reconocer opini¨®n p¨²blica espa?ola merece una vincente acerca del c¨®mo de nuestra ¨²ltima presencia colonial.
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