Garc¨ªa Lorca en Nueva York, pol¨¦mica y problemas
A fines dejunio de 1929 llegaba al puerto de Nueva York, desde Southampton, el trasantl¨¢ntico Olimpic, en el que viajaban Federico Garc¨ªa Lorca y su amigo y maestro Fernando de Los R¨ªos, que dos a?os despu¨¦s formar¨ªa parte del primer Gobierno de la Rep¨²blica como ministro de Justicia. Federico se instal¨® en una de las residencias universitarias de la Universidad de Columbia -de cuyo Departamento de Espa?ol era profesor su amigo Angel del R¨ªo-, y se matricul¨® en algunos cursos de ingl¨¦s con el vago prop¨®sito de aprender ese idioma. En realidad, y aunque tres meses despu¨¦s escrib¨ªa a Melchor Fern¨¢ndez Almagro ?adelanto en el ingl¨¦s r¨¢pidamente?, su aprendizaje del ingl¨¦s fue m¨ªnimo, y Angel del R¨ªo escribi¨® en su libro sobre el poeta que este se march¨® de Nueva York sin haber aprendido una sola palabra de ingl¨¦s. En marzo de 1930 dejaba Nueva York por La Habana, y en Cuba pas¨® tres meses felices, sinti¨¦ndose como en tierra andaluza, muy agasado por los j¨®venes poetas cubanos de entonces: Juan Marinello, Nicol¨¢s Guill¨¦n, Jorge Ma?ach, Dulce Mar¨ªa Loynaz. Pero la estancia en Estados Unidos, d¨®nde pas¨® casi un a?o, fue mucho m¨¢s fecunda art¨ªsticamente, por lo que tuvo de revulsivo su encuentro con la civilizaci¨®n yanqui. Hoy sabemos que la experiencia americana de Lorca fue una de las m¨¢s intensas y f¨¦rtiles de su vida. All¨ª se liber¨® de la crisis, sentimental que, al parecer, fue lo que motiv¨® su viaje a USA, que Angel del R¨ªo llega a interpretar como una huida; y all¨ª escribi¨® intensamente, no s¨®lo teatro -La zapatera prodigiosa y parte de El P¨²blico- sino el n¨²cleo principal de lo que la cr¨ªtica actual, y sobre todo los j¨®venes (v¨¦asela opini¨®n de Guillermo Carnero en el reciente n¨²mero-homenaje a Lorca de la revista Trece de Nieve) consideran su mejor obra po¨¦tica: Poeta en Nueva York. Es sin duda este libro el que convierte a Lorca en un poeta de dimensi¨®n universal, y no s¨®lo por que con ¨¦l se une su poes¨ªa a la corriente de expresi¨®n irracionalista que hab¨ªan impulsado en Europa los surrealistas franceses, sino porque es resultado del choque brutal del poeta andaluz con un mundo injusto y deshumanizado: el de la industria americana y el poder todopoderoso del d¨®lar. No se olvide que el viaje de Lorca a Nueva York coincidi¨® con la depresi¨®n econ¨®mica de 1929, con su secuela de hambre, paro y suicidios, algunos de los cuales pudo presenciar en Nueva York, como ¨¦l mismo nos confiesa en los comentarios a su libro.
F
Garc¨ªa Lorca: Poeta en Nueva YorkLumen. Barcelona. 1976 Daniel Eisenberg Poeta en Nueva York: historia y problemas de un texto de Lorca Ariel. Barcelona. 1976
SU LECTURA
C¨®mo es sabido, Poeta en Nueva York fue un libro p¨®stumo, quiz¨¢ por culpa del propio Lorca, que tard¨® a?os en completar y ordenar el manuscrito, como era costumbre en ¨¦l. Al regreso de su viaje americano dio una lectura comentada del libro en Madrid, en la Residencia de Se?oritas -marzo de 1931 -, y otra en Barcelona, en el hotel Ritz, organizada por el Conferencia Club, en diciembre de 1932. Algunos de los poemas los public¨® el autor en revistas espa?olas y americanas. Pero hasta el verano de 1935 no se decidi¨® a copiar el manuscrito a m¨¢quina para entreg¨¢rselo a un editor. Ese editor no fue otro que Jos¨¦ Bergam¨ªn, cuyas Ediciones del Arbol, complemento de la revista Cruz y Raya, hab¨ªan alcanzado un gran prestigio y ten¨ªan ya en su cat¨¢logo dos obras de Federico: Bodas de sangre y el Llanto por Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas. Pero a¨²n tard¨® meses Lorca en entregar el manuscrito, que seg¨²n Daniel Eisenberg, en su libro reciente sobre el tema, debi¨® de llegar a manos de Bergam¨ªn no antes de junio de 1936, es decir, casi en v¨ªsperas de la guerra civil. Afortunadamente, Bergamin pudo llevarse consigo el manuscrito del libro al exiliarse de Espa?a al terminar la guerra, y lo public¨® un a?o despu¨¦s -7 junio de 1940- en M¨¦xico, en la Editorial S¨¦neca por ¨¦l fundada. Casi al mismo tiempo -un mes antes- aparec¨ªa en Nueva York, editada por la W. W. Norton Company, una edici¨®n biling¨¹e del libro realizada por Rolfe Humphries, basada, sin duda alguna, en el mismo manuscrito que pose¨ªa Bergamin, y que ¨¦ste debi¨® de enviar, con ese objet¨®, al editor Norton. En todo caso, ambas ediciones, que difieren en algunos aspectos, no pudieron difundirse en Espa?a. Los lectores espa?oles, salvo algunos afortunados, tuvieron que esperar a una edici¨®n de Losada, aparecida en Buenos-Aires al terminar nuestra guerra, y a la mucho m¨¢s tard¨ªa de Aguilar, de 1954. Ninguna de ellas se ilustr¨® con las fotograf¨ªas de Nueva York, en las que pens¨® Lorca para que acompaflaran a su libro, y de las que dej¨® a Bergam¨ªn una lista, que no fue utilizada. La primera edici¨®n ilustrada de Poeta en Nueva York con fotograflas neoyorquinas, relacionadas con los lugares que cita Lorca en sus poemas, es la de la editorial barcelonesa Lumen, aparecida en 1966, en su bellacolecci¨®n ?Palabra e imagen?. Dos grandes fot¨®grafos, Oriol Maspons y Julio Ubi?a, viajaron a Nueva York en 1.965 para realizar esas fotograf¨ªas, que son realmente espl¨¦ndidas. La edici¨®n de Lumen, que ahora acaba de reeditarse en su colecci¨®n de bolsillo ?Palabra menor? -en la que aquellas fotograf¨ªas lucen menos, debido al peque?o formato-, ofrec¨ªa adem¨¢s una novedad interesante: los comentarios, desconocidos hasta entonces, que el propio Lorca hizo de sus poemas en, las lecturas del libro que realiz¨® en Madrid, Barcelona y otras ciudades a partir de 1931. Esos comentarios, incorporados posteriormente a la edici¨®n de Aguilar, tienen enorme inter¨¦s para aclarar, si no todo, mucho del sentido del libro y de su escritura apasionada y conflictiva, especialmente su fuerte contenido de protesta contra una estructura social apoyada s¨®lo en el imperio de la m¨¢quina y del dinero. He aqu¨ª, como bot¨®n de muestra, una frase del comentario que cierra el libro: ?El Chrysler Building se defiende del Sol como un enorme pico de plata, y puentes, barcos, ferrocarriles y hombres, los veo encadenados y sordos, encadenados por un sistema econ¨®mico cruel al que pronto habr¨¢ que cortar el cuello, y sordos por sobra de disciplina y falta de la imprescindible dosis de locura.? En su interesante y pol¨¦mico libro sobre los problemas bibliogr¨¢ficos que plantea Poeta en Nueva York -empezando porque el manuscrito original que pose¨ªa Bergamin se considera hoy perdido- escribe Eisenberg, siguiendo a otro cr¨ªtico americano, Richard Predrnore, que la conciencia social de Lorca data de su visita a Nueva York, y m¨¢s concretamente, de la noche -el 29 de octubre de 1929 en que el poeta presenci¨® el crack de Wall Street. Pero yo creo que esa conciencia exist¨ªa mucho antes. Sin ir m¨¢s lejos, su compa?ero de generaci¨®n, Emilio Prados, que convivi¨® con ¨¦l en la Residencia de Estudiantes, anotaba en 1920 en su Diario (publicado en 1966 por la editorial malague?a El Guadalhorce) que los ideales pol¨ªticos de Lorca eran revolucionarios y contrarios a su bienestar. Y esa conciencia de justicia social se mantuvo en Lorca hasta el final de su vida.Contra la tesis francesa del profesor espa?ol Eutimio Mart¨ªn sobre Poeta en - Nueva York (edici¨®n en cyclostil, Poitiers, 1974), que parte de un supuesto poco veros¨ªmil -Federico no entreg¨® a Bergam¨ªn en junio de 1936 un manuscrito del libro, sino s¨®lo un esbozo o proyecto del mismo, o ?un cierto n¨²mero de poemas? para que se publicaran en la revista Cruz y Raya-, Eisenberg sostiene que lo que Bergam¨ªn recibi¨® de manos del poeta fue realmente un manuscrito de Poeta en Nueva York m¨¢s o menos terminado, y que ese manuscrito lo utiliz¨® aqu¨¦l para su edici¨®n de S¨¦neca, y lo prest¨® luego a Rolfe Humphries para la suya biling¨¹e, que es -seg¨²n Eisenberg- m¨¢s de fiar que la de Bergam¨ªn. Entre otros aspectos de inter¨¦s, el libro de Eisenberg ofrece una serie de importantes materiales in¨¦ditos, y el inventario total (aunque ya no tan total despu¨¦s de las ediciones de facs¨ªmiles de Lorca, publicadas por Rafael M. Nadal, y del re ciente y espl¨¦ndido Homenaje a Lorca en la revista Trece de Nieve) de los textos no recogidos en la edici¨®n de las Obras completas, de Aguilar.
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