En la cresta de la ola
Presidente de la Federaci¨®n de Partidos Dem¨®cratas y LiberalesEn la costa cant¨¢brica, en muchos rincones de su litoral, los ?surfistas? -tambi¨¦n durante estos meses de invierno- esperan al atardecer, a veces durante horas, la ola que les lleve hasta la playa.
En verano es un espect¨¢culo frecuente de casi todas las playas de esa inmensa masa de vida que llamamos el mar. Es, seg¨²n parece, un deporte duro que exige resistencia, sentido de la oportunidad y del equilibrio. Hay que luchar contra el agua y contra el fr¨ªo y esperar el momento de que llegue la ola que, en condiciones ideales, permita s¨²birse en la tabla e iniciar ese corto viaje de tantas emociones. En esa aventura las probabilidades de ¨¦xito no son abundantes, En ese, como en cualquier otro deporte, hay que conocer la t¨¦cnica, y los expertos se distinguen enseguida. Pero no es s¨®lo, aqu¨ª tampoco, cuesti¨®n de t¨¦cnica. Hay que luchar como un le¨®n para pasar la rompiente, hay que elegir la ola sin equivocarse y mantenerse en equilibrio encima de esa superficie que rezuma movilidad. Y a¨²n as¨ª, por mucha que sea la destreza, hay que intentarlo una y otra vez, sin desfallecer.
Porque entre tantos factores tambi¨¦n juega la suerte. Y si uno llega a componer el equilibrio de la vertical sobre la tabla, la fuerza de las aguas hacen el resto.
Una y otra vez los surfistas andan arriba y abajo, en la cresta de la ola o envueltos e?ella, por que las olas se suceden ininterrumpidamente y nadie las coge todas ni nadie camina siempre en su superficie.
Y as¨ª es la vida. Unas veces andamos subidos en la cresta de la ola con el viento a la espalda y el horizonte todo despejado de cara a la playa de nuestros objetivos, sean ¨¦stos cuales fueren. Y otras m¨¢s, muchas m¨¢s, no logramos componer la vertical, perdemos el pie y el equilibrio y la fuerza de los acontecimientos parece que nos machaca sin piedad ni tiempo para recuperar la respiraci¨®n.
Pensaba en todo esto, as¨ª de desordenad amente, desde un balc¨®n sobre la bah¨ªa de Santander, hace unos d¨ªas. Pero no es met¨¢fora todo esto de las olas y el ?surf?, porque en nuestras vidas tenemos todos ejemplos de este vaiv¨¦n que nos acerca al ¨¦xito o al fracaso en el dif¨ªcil equilibrio de la supervivencia. Y en la vida p¨²blica, en la lucha pol¨ªtica esa met¨¢fora se hace a¨²n, si cabe, m¨¢s gr¨¢fica y palpable con tantos y tantos ejemplos de todas las especies y tendencias ideol¨®gicas.
Hace unos a?os vimos a Nix¨®n en olor de multitud cuando su viaje a China, y unos meses, muy pocos, despu¨¦s, caer en la fosa insalvable de Watergate. Antes todav¨ªa habla perdido por dos veces las elecciones presidenciales y el cargo de gobernador de California. Pero un d¨ªa acert¨® en la ola que le llev¨® a la Casa Blanca en un esfuerzo notable de resistencia a la adversidad. No hay en estas palabras elogio a su figura -que no me resulta, por tantas razones, especialmente grata-, sino constataci¨®n de unos hechos reales de su vida pol¨ªtica.
Tampoco hay que dejar nuestra geograf¨ªa para que esa met¨¢fora tome cuerpo. Ni retroceder en la historia.
Las olas que se suceden de cara a esta pr¨®xima campa?a electoral parece que un d¨ªa acercan a unos, a esas playas del Congreso y del Senado y otro les alejan de forma que parece ?rrecuperable. Los titulares de prensa trasladan esa imagen a la opini¨®n p¨²blica que contempla a los pol¨ªticos desde un balc¨®n que se asoma a la playa pol¨ªtica. Los socialistas, por ejemplo, avanzan unos d¨ªas y retroceden otros.
Se hacen y deshacen coaliciones entre ¨¦stos y aqu¨¦llos. Los de tal alianza parece un d¨ªa que se despegan por el impacto de sus ¨¦xitos. Y quienes al parecer no contaban surgen a la vida p¨²blica como por arte de magia.
As¨ª los grupos y las personas. En las ?dedopracias? estas s¨²bitas apariencias en la ola del ¨¦xito son menos espectaculares porque carecen del respaldo que resulta de las urnas. Pero ah¨ª est¨¢ la vida del presidente Su¨¢rez, con sus alzas y bajas y un presente..., sin futuro. ?Sin futuro?
La vida de Gil-Robles es quiz¨¢ el ejemplo m¨¢s notable y brillante de la tenacidad en esa lucha tan ingrata de la vida p¨²blica.
Desde el anonimato al Poder, y desde ah¨ª al exilio, y siempre luego luchando contra toda esperanza. Para quienes llevamos algunos a?os en esta dura batalla, Gil-Robles, sean cuales sean sus aciertos o errores, es el ejemplo estelar de la resistencia que hace falta para intervenir en este viejo deporte dela pol¨ªtica, Ya sea luchando con ¨¦l o contra ¨¦l, uno siente y sentir¨¢ siempre el respeto que merece quien no ha perdido nunca la fe ni la esperanza.
Porque en la cresta de la ola se puede estar unos meses o unos anos, pero a lo largo de la vida se pasa uno mucho m¨¢s tiempo luchando contra los elementos y sin horizonte. Y en.este pa¨ªs de tanto amateurismo hay muchos que se suben de casualidad a la cresta de la ola y olvidan a quienes luchan despu¨¦s de tantos a?os por hacerlo con una cierta dignidad, honradez y profesionalidad.
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