El dif¨ªcil gobierno desde el centro:Espa?a/ y 4
Los art¨ªculos precedentes pretend¨ªan dejar sentado que para ser viable a medio plazo y hacer posible ' una alternancia en el poder sin tensiones excesivas, un gobierno de centro (centro-derecha o centro-izquierda) no puede eludir el problema de la reforma econ¨®mica y social. Se discut¨ªan muy brevemente las razones de dos fracasos (Francia e Italia) y los problemas de un intento interesante -aunque en condiciones muy dif¨ªciles- a muestras puertas (Portugal). En el presente art¨ªculo se exponen algunas razones que hacen pensar que el caso de Espa?a no deber¨ªa constituir, a este respecto, una excepci¨®n.Hoy d¨ªa la econom¨ªa espa?ola dif¨ªcilmente puede ser calificada de econom¨ªa de mercado. La formaci¨®n de los precios y la asigna ci¨®n de los recursos est¨¢n. sesgados por una abrumadora serie de intervenciones, controles y abusos que hacen que el precio final del producto y la producci¨®n misma no guarden m¨¢s que una relaci¨®n remota con lo que las leyes del mercado' hubieran sugerido. Estas distorsiones existen a todos los ni veles y constituyen tal vez el elemento esencial de la herencia franquista en el terreno econ¨®mico. Algunos ejemplos: la fuerte protecci¨®n aduanera que hace que ,detr¨¢s de cada arancel se encuentren agazapados racimos de beneficiarlos de las correspondientes represal¨ªas; el cr¨¦dito oficial que ha otorgado miles de millones de pe setas a sectores poco creadores de empleo y en condiciones tan incre¨ªbles como secretas "(acciones concertadas en la siderurgia y en la construcci¨®n naval: ?por qu¨¦ no se publican las actas?); el extra?o sistema de autorizaci¨®n previa a la instalaci¨®n de nuevas industrias, tan arbitrario y tan abierto al tr¨¢fico de influencias; el sistema de socializaci¨®n de p¨¦rdidas gracias a la transferencia al INI de las empresas no rentables, y as¨ª sucesivamente.
El desmantelamiento de las regal¨ªas, de ese bunker econ¨®mico tan costoso como ineficaz, constituye una tarea previa, en el orden econ¨®mico, para cualquier gobierno que pretenda administrar el pa¨ªs de forma duradera. Su misi¨®n sin embargo, no puede terminar ah¨ª.
Es evidente que el Estado debe desempe?ar un papel activo en el proceso de transformaci¨®n econ¨®mica y social: debe garantizar un m¨ªnimo decente de supervivencia a todos y cada uno de los ciudadanos, lo cual debe plasmarse en un sistema de Seguridad Social (enfermedad, vejez y paro) eficaz y bien organizado; debe proporcionar servicios colectivos de calidad y costes razonables; debe, de manera m¨¢s general, proporcionar un marco adecuado para que los con flictos de intereses desemboquen, en la medida de lo posible, en compromisos generadores de progreso y no en enfrentamientos est¨¦riles. Debe buscar, constante mente, una adecuada distribuci¨®n de la riqueza y de las rentas.
Para llevar a cabo esas funciones, el Estado necesita acrecentar sus ingresos. Para ello no parece necesario anunciar a bombo y platillo el lanzamiento de la en¨¦sima reforma fiscal. Por el contrario, el primer paso deber¨ªa consistir en hacer cumplir las leyes ya existentes, hacer pagar impuestos a quienes deban pagarlos seg¨²n el ordenamiento actualmente en vigor. Al mismo tiempo se pueden ir reformando los impuestos que ya existen. De nada servir¨ªa tener el mejor sistema fiscal del mundo (sobre el papel) si no existiera la voluntad pol¨ªtica de ponerlo en funcionamiento.'
Esta voluntad pol¨ªtica deber¨ªa asimismo animar la b¨²squeda honrada y permanente de un cierto consenso social que haga posible adaptar nuestra econom¨ªa a las circunstancias cambiantes del comercio mundial, a espaldas del cual ya no es posible vivir. Incluso si ello supone, en determinados momentos, sacrificar los intereses de este o aquel grupo, de esta o aquella clase.
La lecci¨®n de la crisis de 1974 debe ser aprovechada: en aquel pa¨ªs insolidario de principios de los a?os setenta nadie se atrevi¨® a pedir sacrificios a la naci¨®n. Ello tal vez se debiera a que nadie, de entre la clase dirigente, se sinti¨® con la autoridad moral necesaria para hacerlo: eran demasiados a?os de privilegios, de no rendir cuentas y no pagar impuestos. Aun hoy d¨ªa, en medio de una transici¨®n pol¨ªtica dif¨ªcil, muy pocas voces se alzan pala explicar al pa¨ªs cu¨¢l es la situaci¨®n econ¨®mica y cu¨¢les son los posibles remedios.
Parece como si existiera un acuerdo t¨¢cito para cambiar el sistema pol¨ªtico sin tocar a los intereses econ¨®micos. Tal vez ello sea posible en la primera etapa de la reforma pol¨ªtica. M¨¢s adelante, cuando se trate de hacer funcionar la democracia, los problemas econ¨®micos saltar¨¢n al primer plano, y para resolverlos el Gobierno necesitar¨¢ una gran fuerza moral y una buena dosis de consenso social. El fundamento de ¨¦ste s¨®lo podr¨¢ encontrarse, en el terreno econ¨®mico, en un intento honrado de reducir las injusticias, de acabar con privilegios y regal¨ªas, de reformar el sistema econ¨®mico de manera aceptable para todos. Si- de verdad quiere gobernar, el pr¨®ximo Gobierno -que ser¨¢ un Gobierno de centro- est¨¢ condenado al reformismo.
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