La pol¨ªtica en el recuerdo
Pocas figuras hay en nuestra historia contempor¨¢nea tan reveladoras y tan originales como la de Manuel Aza?a en que se refleje el drama hist¨®rico de nuestro pa¨ªs.Se ha pretendido distinguir entre un Aza?a escritor y un Aza?a pol¨ªtico, o se ha hablado de una doble vocaci¨®n literaria y pol¨ªtica, pero estas dos vocaciones no son, efectivamente, m¨¢s que dos facetas de una personalidad ¨²nica y fuerte y, en consecuencia, apenas discernibles.
Como pol¨ªtico, que es a la vez intelectual, se esfuerza por el af¨¢n de reflexionar sobre la realidad. En uno de sus discursos, manifiesta: ?El entusiasmo no sirve para administrar ni para gobernar, ni para reformar un pa¨ªs; el entusiasmo ofusca el entendimiento, paraliza la acci¨®n y extrav¨ªa a las gentes. Y la obra de gobierno es toda serenidad, toda inteligencia, toda prudencia y tino en el manejo de los negocios p¨²blicos.?
Manuel Aza?a: Memorias pol¨ªticas y de guerra
Afrodisio Aguado, S. A. Madrid.
La historia -dir¨¢- es la correcci¨®n de la tradici¨®n por medio de la raz¨®n. Y la actuaci¨®n pol¨ªtica no debe ir a rastras de la realidad; al contrario, tendr¨¢ que trasformarla mediante una labor creadora.
?Pero es posible que la realidad retorne implacable? ?Ser¨¢ cierta la tesis del fil¨®sofo Vico, de la vuelta en c¨ªrculo?
El discurso pronunciado en la sesi¨®n de Cortes, el 27 de mayo de 1932, sobre el Estatuto de Catalu?a, no es que mantenga una sustancial vigencia y una posible actualidad. Es, sencillamente, que por sus planteamientos, raciocinio e intenciones podr¨ªa haberse producido ayer.
?Se votan los reg¨ªmenes aut¨®nomos en Espa?a, primero para fomento, desarrollo y prosperidad de los recursos morales y materiales de la regi¨®n y, segundo, por consecuencia de lo anterior, para fomento, prosperidad y auge de toda Espa?a; si no estuvi¨¦ramos convencidos de que el votar la autonom¨ªa de Catalu?a, o de otra regi¨®n cualquiera, es una cosa ¨²til para Espa?a, justa e hist¨®ricamente fundada y de gran porvenir, por muchas cosas que hicierais o dijerais, no votar¨ªamos la autonom¨ªa bajo ning¨²n concepto ni pretexto. Es pensado en Espa?a, de la que forma parte integrante e inseparable, e ilustr¨ªsima Catalu?a, como se propone y se vota la autonom¨ªa de Catalu?a, y no de otra manera. ?
El tema es de ahora y est¨¢ ah¨ª, con toda su fuerza; y estas ideas fueron expuestas hace cuarenta y cinco a?os. Si es verdad que la historia se repite en fases sucesivas, el pol¨ªtico debe tener la lucidez y la honestidad de extraer de su memoria las ense?anzas para una ejecutoria recta y clara.
Escribir¨ªa Maritain que ?el equilibrio y el movimiento del hombre consiste en gravitar por la cabeza, entre las estrellas, colgado de la tierra por los pies. ?
Esta es su dif¨ªcil y hermosa aventura. El intelectual puede y debe anticiparse. Prever lo que va a ocurrir. El pol¨ªtico no puede ni debe actuar inoportunamente. Ni adelantarse, ni retrasarse en su acci¨®n. Su raz¨®n fructificar¨¢ a la hora en punio, como los astros mandan.
En las postrimer¨ªas de la guerra civil, Aza?a escribe ?La velada en Benicarl¨®?, un peque?o y pat¨¦tico volumen, al que se le ha calificado como su testamento pol¨ªtico. Ser¨ªa m¨¢s ¨¦xacto juzgarlo como la ¨²ltima confesi¨®n de un esp¨ªritu atormentado.
En ¨¦l, se hacen preguntas estremecedoras: ??Qu¨¦ se han hecho los espa?oles, unos a otros, para odiarse tanto??
??Se identifica la paz con el inter¨¦s nacional y es posible en su nombre que un pueblo rehaga su cohesi¨®n y unifique su conducta??
??Cu¨¢l ser¨¢ entonces el dictado del inter¨¦s nacional bastante a obtener el asenso de todos? ?
Si encontramos respuestas v¨¢lidas, limpias de adherencias locales y de explotaciones partidistas, habremos despejado las m¨¢s oscuras inc¨®gnitas de la identidad espa?ola.
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