?Por qu¨¦ no Israel?
A TRAVES de algunas declaraciones del director general de Africa, hechas en El Cairo, la diplomacia espa?ola ha vuelto a posiciones no ya de pro-arabismo militante, sino de frontal hostilidad a Israel. Asistimos as¨ª a una p¨²blica toma de posici¨®n de nuestra pol¨ªtica exterior. Contrariamente a la declaraci¨®n inicial de la Corona en la que se afirmaba el prop¨®sito firme de establecer relaciones con todas las naciones, parece que el establecimiento de v¨ªnculos con el Estado israel¨ª ha sido de nuevo relegado al negociado de los temas intocables. No alcanzamos a comprender las razones que abonan tal conducta, heredada, al parecer, de los viejos prejuicios del franquismo. Durante muchos a?os fue, en efecto, consigna cerrada la de convertir la tan ponderada amistad con el mundo ¨¢rabe en beligerante hostilidad contra Israel. Era un exceso de amistad que nadie nos ped¨ªa, del mis no modo que el antisovietismo era otro de los ?pluses? innecesarios que conced¨ªamos a la amistad con los Estados Unidos. Ven¨ªa aliment¨¢ndose nuestro antijuda¨ªsmo oficial de la resaca de las propagandas nazis de los a?os de la guerra mundial y de los t¨®picos de la extrema derecha que lo asimilaban al comunismo y a la masoner¨ªa en la grotesca trilog¨ªa al uso de la anti-Espa?a.Pareci¨®, al comienzo del reinado de don Juan Carlos, que este bloque mental de nuestra acci¨®n internacional se iba a eliminar como tantos otros heredados de la dictadura y que se apoyaban en obsesiones ideol¨®gicas y en supuestas ventajas obtenidas a cambio. Pero aquel rumbo, iniciado en 1975, ha sido al parecer abandonado para volver al t¨®pico franquista. No nos basta ser amigos de los pa¨ªses ¨¢rabes, sino que para mantener esa relaci¨®n se nos exige que no nos saludemos con el vecino enemigo. A nadie se le ha pedido esa hipoteca sino por lo visto a nosotros. Todos los pa¨ªses de Europa occidental y oriental mantienen relaciones con Tel-Aviv, menos Albania, y ninguna de esas mismas naciones han tenido la menor dificultad para sus embajadas y sus relaciones con los pueblos ¨¢rabes. ?Por qu¨¦ lo que hacen Francia, Alemania, Italia, Polonia o Rusia no lo puede hacer un pa¨ªs soberano como Espa?a, en el que la dominaci¨®n isl¨¢mica termin¨® en 1492?
Espa?a debe fortalecer la amistad con el mundo ¨¢rabe al que nos vinculan tantos lazos hist¨®ricos, materiales y culturales. Pero no a costa de sacrificar otra amistad tambi¨¦n asentada sobre el pasado y sobre los intereses actuales, con el pueblo israel¨ª. Espa?a puede elegir sus amistades internacionales en funci¨®n de sus intereses colectivos. Pero tiene derecho a que no le impongan sus enemistades. El Estado israel¨ª debe ser reconocido por el espa?ol, sin perjuicio de que tambi¨¦n la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina abra representaci¨®n en Madrid. Y no existen razones nacionales v¨¢lidas para oponerse a ninguna de las dos medidas.
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