Las urgencias de la Seguridad Social
Realmente lo m¨ªo, me temo, no pasa de ser un caso de lo m¨¢s vulgar, y me imagino que de lo m¨¢s corriente dentro de la sufrida Seguridad Social. El domingo 27 de febrero, y ante una infecci¨®n que ten¨ªa mi hijo de cuatro a?os, llam¨¦, a las cuatro de la tarde, al m¨¦dico de urgencia. Ya entonces la telefonista me advirti¨® que tardar¨ªa en llegar porque hab¨ªa muchos avisos. A las 11.30 de la noche volvimos a llamar, diciendo que ya no hac¨ªa falta que viniese porque, gracias a haberle suministrado unos analg¨¦sicos y las inmediatas curas de emergencia, la fiebre hab¨ªa desaparecido casi por completo.Hay que se?alar que a las 11.30 de la noche, cuando llamamos de nuevo, tanto la telefonista como el inspector al que se pas¨® la llamada mostraron una delicadeza y una profesionalidad fuera de lo com¨²n en esta Organizaci¨®n, dando toda clase de detalles para cortar la fiebre, as¨ª como toda clase de excusas que, desde luego, se les agradecen, pero que no solucionan el problema.
Resumiendo, en el mill¨®n de parados que tenemos en el pa¨ªs ?cu¨¢ntos licenciados en Medicina hay?, ?c¨®mo se puede consentir que la Seguridad Social no disponga de una amplia flotilla de coches y m¨¦dicos como para atender todos cuantos avisos lleguen en el menor espacio de tiempo posible?, ?c¨®mo se puede dejar a un enfermo (a cualquier enfermo) de cuatro a?os, con cuarenta grados de fiebre durante siete horas y media desatendido?
En fin, en tan espinoso tema s¨®lo quiero unir mi voz a la de tantos y tantos que reclaman que de una vez por todas salgan a la luz las ya tristemente famosas cuentas de la Seguridad Social, que entre todos pagamos y que s¨®lo a medias nos atiende, donde unos profesionales -generalmente, mal pagados- est¨¢n sobrecargados de trabajo, mientras otros tienen que trabajar derepresentantes de medicina porque no hay plazas...
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