Las depresiones pueden potenciar el desarrollo del c¨¢ncer
Hace varios a?os, un investigador sovi¨¦tico, M. O. Raushenbakh, encerr¨® un grupo de ratones en una jaula sometida a constantes descargas el¨¦ctricas. Las descargas creaban en los animales un estado de p¨¢nico y una constante excitaci¨®n nerviosa. Cuando el stress de los ratones hab¨ªa alcanzado un alto nivel, se les suministr¨® un agente carcin¨®geno: dimetil-benzantraceno. Los ratones se convirtieron entonces en unos organismos cancerosos afectados por leucosis. Pero lo curioso de la investigaci¨®n es que los ratones de otro grupo, que no hab¨ªa sido sometido al enloquecimiento de los primeros, bajo los efectos del mismo agente carcin¨®geno, no daba muestras de tumor alguno.
El c¨¢ncer, como cualquier otra enfermedad o hecho de la naturaleza, nunca es el resultado de una sola causa sino de varias. Para que algo suceda en el universo material se requiere la confluencia de diversos factores. En el caso de los ratones de Raushenbakh, el simple sometimiento a las descargas el¨¦ctricas no les habr¨ªa producido c¨¢ncer. Pero tampoco se lo habr¨ªa provocado la acci¨®n de los agentes cancer¨ªgenos. Fue la confluencia de ambos aspectos la que hizo posible la aparici¨®n de ese proceso autodestructivo que es el c¨¢ncer.
Depresi¨®n sin salida
Es conocido el hecho de que numerosas apariciones de enfermedades malignas tienen lugar en fases de la vida especialmente cr¨ªticas. Personas que llegaron a la jubilaci¨®n o enviudaron, individuos sometidos a crisis de ¨ªndole familiar o afectiva, son los protagonistas, en muchas ocasiones, de procesos cancerosos que les conducen r¨¢pidamente al fin de una existencia que atravesaba una profunda fase depresiva.
La depresi¨®n juega un gran papel en el desarrollo del c¨¢ncer y de otras enfermedades. Aunque tambi¨¦n es un hecho reconocido que todo proceso enfermizo, y el c¨¢ncer muy especialmente, tiende a crear profundos s¨ªndromes depresivos. ?Cu¨¢l es, pues, el agente previo? ?Aparece la enfermedad f¨ªsica porque hay depresi¨®n o surge la depresi¨®n porque hay enfermedad? Para unos, la situaci¨®n vital t¨ªpica de la persona cancerosa es un producto de la existencia de la enfermedad ya iniciada en el organismo, y de la cual precisamente la depresi¨®n puede ser considerada un s¨ªntoma m¨¢s. Otros investigadores, sin embargo, de una mayor orientaci¨®n sicosom¨¢tica, consideran que es la situaci¨®n vital depresiva la que genera el c¨¢ncer y no al rev¨¦s.
?C¨®mo es esa situaci¨®n depresiva caracter¨ªstica de los cancerosos? U. Fr¨ªtzsche la describe as¨ª, en Medizinische Klinik: ?Lo t¨ªpico de esta situaci¨®n ser¨ªa la profunda falta de esperanza la depresi¨®n y la desesperaci¨®n sin salida. Los antrop¨®logos nos han explicado que esta falta de salida y la desesperaci¨®n pertenecen a las muestras de comportamiento m¨¢s antiguas —arcaicas— de los seres vivos; se presentan siempre que un ser humano se encuentra realmente en una posici¨®n sin salida, es decir, desplazado de su red de relaciones sociales y llegando a un aislamiento total respecto a las personas de su ambiente. Esta situaci¨®n vital, seguramente muy extremada, puede tener como consecuencia (como se ha demostrado en la muerte voodoo de los primitivos) la enfermedad y la disoluci¨®n fisiol¨®gica, es decir, la muerte.?
Relaciones personales frustrantes
El desarrollo de un proceso canceroso ser¨ªa, seg¨²n estas hip¨®tesis, una especie de suicidio ante una vida que se presenta sin sentido para quien se ve condenado a vivirla. Y esa carencia de sentido siempre se puede reducir a otro factor m¨¢s profundo: la ausencia de relaciones interpersonales satisfactorias. Es esa rom¨¢ntica actitud descrita por la literatura universal que muestra la profunda depresi¨®n producida en un ser humano por la p¨¦rdida de la persona amada. Esas personas claves en la existencia de cada ser humano, cuya separaci¨®n puede producir crisis tan profundas, son denominadas por los sic¨®logos key-objet. Otro investigador del tema, Greene, public¨® varios trabajos, en los que analizaba las crisis emocionales de pacientes de leucemia en el momento en que apareci¨® su enfermedad, tanto en adultos como en ni?os. Dominaba en esas personas la sensaci¨®n de p¨¦rdida de un key-objet: esa relaci¨®n privilegiada, en el marco de un sistema m¨¢s amplio de relaciones personales satisfactorias, ser¨ªa signo de mayor riqueza vital. La receta no ser¨ªa, por tanto, la de no enamorarse de una sola persona, sino la de enamorarse especialmente de una persona dejando abierto todo el mundo de posibilidades afectivas interpersonales.
Esto no siempre es posible. Otro investigador, Baltrusch, asegura que los individuos con mayores riesgos de c¨¢ncer son los que responden al siguiente esquema: ?Una decepci¨®n precoz y una sacudida an¨ªmica en sus relaciones con la persona principal de su infancia, con una sensaci¨®n que persiste durante toda su vida de aislamiento relativo, inseguridad y peligrosidad de las relacione las otras personas. Incapacidad para expresar y realizar de forma adecuada las sensaciones de agresi¨®n y enemistad y, en su lugar, un fuerte acumulo de estos sentimientos, as¨ª como una mayor tendencia de negar y desplazar los conflictos emocionales. P¨¦rdida de relaciones ¨ªntimas con la otra persona, y subsiguiente depresi¨®n, con desarrollo de un humor funda mental caracterizado por la duda y la desesperanza?.
Pero no es el c¨¢ncer la ¨²nica enfermedad que tendr¨ªa relaci¨®n con los conflictos ps¨ªquicos. Todas las enfermedades org¨¢nicas est¨¢n en relaci¨®n con lo que sucede en nuestra mente. Una de las principales v¨ªas a trav¨¦s de las que tiene lugar la interacci¨®n es el sistema inmunol¨®gico.
El sucumbir de las defensas
El sistema inmunol¨®gico es un conjunto de c¨¦lulas distribuidas ampliamente por todo el organismo, cuya misi¨®n fundamental es reconocer a las sustancias extra?as. Este sistema est¨¢ constituido por unos ¨®rganos centrales como son el timo y la m¨¦dula ¨®sea, una serie de ¨®rganos perif¨¦ricos como el bazo y los ganglios linf¨¢ticos. El sistema inmunol¨®gico se encarga de la defensa del organismo mediante la producci¨®n de unas c¨¦lulas —los linfocitos y las c¨¦lulas plasm¨¢ticas— que al circular por todo el organismo son capaces de producir anticuerpos. Estas c¨¦lulas por si mismas son capaces de matar las bacterias, virus u otras entidades extra?as.
Pues bien, es un hecho comprobado, que constituye objeto de comunicaciones en los ¨²ltimos congresos sobre la materia, que existen situaciones humanas de stress, por ejemplo, donde se da una respuesta inmunol¨®gica deprimida o disminuida. En estas situaciones, al funcionar peor las defensas de nuestro organismo, los virus, bacterias y agentes que habitualmente no nos afectan cuando son r¨¢pidamente rechazados, s¨ª que nos entonces en enfermos.
Bajo esa situaci¨®n de stress o conflictividad, la producci¨®n de ciertas hormonas tambi¨¦n se ve afectada, alter¨¢ndose con ello la respuesta inmunol¨®gica e inhibi¨¦ndose el funcionamiento del sistema inmunol¨®gico. El conocimiento de estos hechos est¨¢ llevando a los especia listas a desarrollar terap¨¦uticas contra el c¨¢ncer, consistentes en estimular al sistema inmunol¨®gico de forma tal, que se haga m¨¢s posible el rechazo a las c¨¦lulas tumorales.
La enfermedad s¨®lo puede ser conjurada, por tanto, cuando el organismo est¨¢ dispuesto a vivir, cuando la persona se siente sana y feliz. La enfermedad, la autodestrucci¨®n y la muerte, por el contrario, son lo que aparece cuando la vida no ofrece suficientes alicientes. El sucumbir de las ilusiones vitales y las esperanzas de futuro, el mantenimiento de una existencia rutinaria de aparente salubridad que oculta tras de s¨ª una permanente depresi¨®n y falta de sentido vital, se convierten en agentes desencadenantes y potenciadores de todas las formas de autodestrucci¨®n que la naturaleza inventa para los organismos que ya no quieren vivir.
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