Un presunto man¨ªaco sexual asalta por tercera vez un instituto regido por religiosas
Un desconocido asaltante trae en jaque a la polic¨ªa y mantiene temerosas a las j¨®venes empleadas de servicio en el instituto social Hogar El Alto de los Leones, regido por religiosas y dependiente del Ministerio de la Gobernaci¨®n.A primeras horas de la madrugada del pasado s¨¢bado, dos coches-patrulla de la polic¨ªa acudieron a la calle de Arturo Soria esquina a la de Gregorio Guti¨¦rrez. Los polic¨ªas armados de las respectivas dotaciones emprendieron un r¨¢pido despliegue de observaci¨®n de la zona, pero ya no consiguieron divisar al asaltante.
Era la tercera vez que, durante la madrugada, se avisaba en los ¨²ltimos meses a la polic¨ªa desde el citado instituto de asistencia social para ni?os hu¨¦rfanos que patrocina la Obra de Auxilio Social.
Esa madrugada del ¨²ltimo s¨¢bado, por el jard¨ªn del instituto se ve¨ªa varias monjas cubiertas con batas o camis¨®n y jersey que recorr¨ªan los setos mientras la polic¨ªa bat¨ªa las calles colindantes. Unos minutos antes, en uno de los pabellones del instituto, destinado a albergue de las muchachas del servicio, un hombre hab¨ªa intentado penetrar en las habitaciones.
Por ser ya la tercera vez que ocurr¨ªa tal hecho, el asaltante se encontr¨® con una puerta de hierro que le impidi¨® el acceso. En la primera ocasi¨®n que salt¨® las tapias consigui¨® forzar la puerta del pabell¨®n y llegar hasta el recibidor. En la segunda ocasi¨®n, los ruidos despertaron a las j¨®venes durmientes, ya sobre aviso por los antecedentes. Y a ra¨ªz de ese segundo intento se cambi¨¦ la puerta.
?Este hombre -nos informa una de las religiosas- parece como si dejase pasar un tiempo prudencial entre cada una de las veces en que se decide avenir. Realmente no podemos saber lo que quiere. Ni siquiera hemos visto con precisi¨®n su fisonom¨ªa pues s¨®lo perciben su figura a trav¨¦s de los cristales o de los visillos. Por las ventanas no puede entrar porque hay rejas, y por la puerta tampoco puede ya. Asi es que, en realidad, no hay por qu¨¦ temer, pero no deja de ser una molestia y, durante alg¨²n tiempo, estas chicas que trabajan aqu¨ª y que duermen en ese pabell¨®n, han estado temerosas. Desde luego, si alg¨²n d¨ªa le descubrimos a tiempo lo va a pasar mal, porque, entre todas las que somos aqu¨ª, le podemos arrear unos buenos azotes. En fin, la verdad es que quisi¨¦ramos que la polic¨ªa lo cogiese para saber a qu¨¦ atenernos, para saber qu¨¦ quiere: si es un man¨ªaco sexual o qu¨¦. Dinero no creemos que busque, entre otras cosas, porque aqu¨ª no hay nunca una cantidad de dinero que merezca la pena robarse. ?
Al parecer, la dificultad de detener a este asaltante radica en dos cuestiones: una, la ausencia de datos personales, y el hecho de estar separado el pabell¨®n de servicio del edificio central: cuando las empleadas avisan a las monjas y ¨¦stas a la polic¨ªa ha pasado tiempo suficiente para que el desconocido haya desaparecido.
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