Reflexiones sobre la Iglesia y el Poder
Unas declaraciones del cardenal de Sevilla, doctor Bueno Monreal, se han destacado con glandes titulares, pero no han suscitado los comentarios que, sin duda, merecen. El resumen de las declaraciones, seg¨²n la Agencia Cifra, es ¨¦ste: ?La Iglesia es el conjunto de los fieles; pero suele entenderse que la Iglesia son los obispos. Pues bien, los obispos no han participado ni participan en el engranaje del Poder. ?El contexto de las declaraciones confirma este resumen: no lo desvirt¨²a. Con el m¨¢ximo respeto para el cardenal y con expresa confesi¨®n de pertenencia a esa realidad global de la Iglesia que ¨¦l apunta, con toda raz¨®n, perm¨ªtaseme una discrepancia completa con esa tesis; discrepancia que en los momentos actuales, cuando la Iglesia universal y espa?ola se encuentran en pleno viraje de sus relaciones de poder, puede resultar especialmente clarificadora.
La Iglesia es, desde luego, una sociedad espiritual que trasciende al espacio y al tiempo. La historia de la Iglesia es mucho m¨¢s que la historia del Poder. Pero la -dimensi¨®n humana de la Iglesia -incluso de acuerdo con las directrices espirituales de su libro b¨¢sico- puede y debe juzgarse con ojos humanos; es toda la teor¨ªa evang¨¦lica del esc¨¢ndalo. La Iglesia es espiritual; pero debe tambi¨¦n parecerlo. En toda la larga historia de sus relaciones de poder no solamente no lo parece, sino que casi nunca lo es.
En el pr¨®ximo S¨ªnodo de los Obispos habr¨¢ una fuerte tendencia a plantear al Papa Pablo VI la definitiva renuncia, y no s¨®lo te¨®rica, a la doctrina medieval de las dos espadas: del doble poder. As¨ª estamos todav¨ªa. Y buena falta hace: porque desde siglos antes de la formulaci¨®n de esa teor¨ªa -desde la asimilaci¨®n constantiniana- la Iglesia ha procurado vivir, no s¨®lo en alianza, sino en simbiosis con el poder predominante en Occidente: la Iglesia cat¨®lica ha sido una legitimaci¨®n y una irradiaci¨®n del poder occidental.
S¨®lo cuando el poder de Europa ha emigrado a centros de poder extraeuropeos se ha iniciado en serio el proceso de aproximaci¨®n de la Iglesia a esos centros de poder; y la verdadera universalizaci¨®n estructural de la Iglesia.
Este proceso se ha conducido por v¨ªas pol¨ªticas y diplom¨¢ticas; que son los cauces normales de relaci¨®n. del Poder. Una de las peticiones m¨¢s apremiantes del pr¨®ximo S¨ªnodo episcopal en Roma va a ser, precisamente, la desaparici¨®n, no simple enmascaramiento, del anacr¨®nico y antievang¨¦lico sistema de nunciaturas; que no son tanto representantes del Papa, sino tent¨¢culos del poder pol¨ªtico de la Curia Romana. Para ello deber¨ªa el Papa abordar a fondo la reforma de la Curia; pero sus reiterados fracasos en ese empe?o lo hacen ahora muy dificil. La Curia es la primera burocracia del mundo: la m¨¢s implacable, la menos cristiana.
?Qu¨¦ podr¨ªamos decir de Espa?a? Para el concepto simplificador y a la vez simb¨®lico que el pueblo espa?ol tiene sobre el Poder la frase del cardenal de Sevilla resulta especialmente comprometida. Durante trece siglos -m¨¢s o menos desde que existe Espa?a- la Iglesia no s¨®lo ha estado pr¨®xima al engranaje del Poder, sino que ella misma ha sido el engranaje del Poder. Eso significa precisamente el antiguo r¨¦gimen: la identificaci¨®n del trono y el altar. Fue, desde luego, una usurpaci¨®n de las funciones de la Iglesia por el Estado; pero tambi¨¦n una usurpaci¨®n de las funciones del Estado por la Iglesia. La cual no deber¨ªa sentirse muy a disgusto con el sistema, porque lo emple¨®, sin protestas conocidas, durante siete siglos. Nuestras Cortes medievales vienen de Curia; t¨¦rmino y realidad de la simbiosis eclesi¨¢stica.
En la ¨¦poca contempor¨¢nea las relaciones de poder se agriaron en la Iglesia; por el apego de la Iglesia al sistema del antiguo r¨¦gimen, que ha intentado resucitar siempre que ha podido, a veces con notorio ¨¦xito y con clara aplicaci¨®n del chantaje espiritual que le daba, ante el pueblo cristiano, su posesi¨®n de las llaves de la eternidad. La incultura de la sociedad pol¨ªtica espa?ola, y muy en especial la dram¨¢tica incultura de la Iglesia contempor¨¢nea, ha llevado a resultados absurdos, esperp¨¦nticos; como la oposici¨®n dogm¨¢tica de la Iglesia al liberalismo; como el planteamiento del liberalismo (por culpa, tambi¨¦n, de los liberales) en t¨¦rminos casi exclusivos de anticlericalismo; como la interpretaci¨®n de las normalizaciones c¨ªvicas de la Segunda Rep¨²blica en t¨¦rminos de persecuci¨®n (tambi¨¦n por culpa de los republicanos) y de la reacci¨®n ante esas persecuciones nada menos que con la ¨²ltima de las Cruzadas.
?Y en nuestro tiempo? La generaci¨®n media espa?ola, no se olvide, ha nacido durante la ¨²ltima de las cruzadas; que no fue proclamada por el nuevo Estado rebelde de 1936, sino por la propia Iglesia jer¨¢rquica. El r¨¦gimen del general Franco, cofundado y legitimado por la Iglesia, ha sido el ¨²ltimo intento de resucitar en Espa?a el antiguo r¨¦gimen. Aparte la cruzada, la Iglesia, espa?ola salv¨® al r¨¦gimen en sus momentos m¨¢s dif¨ªciles. ?No se nos comprende: pero la cruzada fue un plebisticio armado?, proclam¨® en la Roma de 1946 el cardenal de Toledo cuando las Naciones Unidas se aprestaban a condenar al r¨¦gimen de Franco. Y al regreso, cuando se publicaba la Declaraci¨®n Tripartita, cenaba en el Pardo con el nuncio y tres cardenales m¨¢s.
Con una fidelidad absoluta, el catolicismo pol¨ªtico ha seguido etapa a etapa las directrices de la Iglesia vaticana y espa?ola. Desde su configuraci¨®n como movimiento moderno, una vez salido de las cavernas del carlismo al hilo de la restauraci¨®n de 1876, el catolicismo pol¨ªtico espa?ol ha montado siempre varias opciones para no perderse nunca la participaci¨®n directa en el poder. La restauraci¨®n le contuvo y le fren¨®, sin ahogarle. El catolicismo pol¨ªtico espa?ol ha sido creado por la jerarqu¨ªa espa?ola, directamente, en sus diversas etapas, y ha sido creado como opci¨®n expresa de poder. Duplicada, como dec¨ªamos, para avanzar hacia el poder desde el Gobierno o desde la oposici¨®n. Cuando alg¨²n cat¨®lico notorio -como Canalejas, con oratorio en casa, Niceto Alcal¨¢ Zamora, de comuni¨®n semanal- no se insertaba en las filas del catolicismo pol¨ªtico oficioso, la Iglesia le retiraba su apoyo pol¨ªtico, en favor de otros l¨ªderes con mayor sentido de la dependencia. Dependencia que ellos niegan c¨ªnicamente.
En 1945 los hombres de la Editorial Cat¨®lica tomaban los mandos en sectores delicad¨ªsimos del poder franquista -la educaci¨®n, la defensa exterior del r¨¦gimen, la censura- previo permiso del nuncio y del primado. El permiso est¨¢ confirmado documental mente: y es un hecho revelador. Otro sector cat¨®lico -m¨ªnimo- quedaba fuera del r¨¦gimen mientras la Iglesia apoyaba abiertamente a los colaboracionistas; recu¨¦rdense los nombres de Gil Robles, ahora desahuciado, o Fernando Alvarez de Miranda. Pero cuando cambiasen las tornas, el antiguo partido cat¨®lico -que no fue nunca una democracia cristiana- resucitar¨ªa de sus cenizas como Democracia Cristiana, previo sacrificio ritual del propio Gil Robles y con la tendencia desahuciada en disposici¨®n de tomar el relevo. Las feroces invectivas que entretanto se hab¨ªan dedicado los se?ores Gil Robles y Mart¨ªn Artajo que daban para los anecdotarios. La Iglesia conservaba intactas sus ra¨ªces para el brote de nuevas relaciones de poder. No cito su nombre, porque venero su sacrificio personal. Pero alg¨²n eclesi¨¢stico famoso que entr¨® en el centro de Madrid con las tropas de Franco en 1939 est¨¢ ahora dispuesto para irrumpir en la Puerta del Sol bajo las pancartas de Comisiones Obreras. Es algo m¨¢s que una caricatura; puede ser un s¨ªmbolo. La conversi¨®n de la Iglesia desde el franquismo al antifranquismo militante se ha podido consumar en Espa?a mediante una coartada colosal: el Concilio Vaticano II. Y gracias a la torpeza supina del r¨¦gimen anterior, con dos responsables en primer t¨¦rmino: Luis Carrero Blanco y Carlos Arias Navarro. Hay un instante dram¨¢tico, sobre el que las futuras historias volver¨¢n a fondo: la crisis A?overos, con los dos centros de Poder -el Gobierno y la Comisi¨®n Permanente de los Obispos- reunido torvamente, amenazadoramente a unos cientos de pasos el uno de otro, con emisarios e insinuaciones de uno a otro, y con un desprecio total por la dignidad pol¨ªtica del pueblo espa?ol que asist¨ªa sobrecogido al tacto de conocidos entre sus dos sociedades perfectas. Moraleja: el naciente liberalismo espa?ol es incompatible con la DC, y no debe resucitar como antieclesi¨¢stico, pero (aunque jam¨¢s como torpe exclusiva) tampoco deber¨ªa renunciar a un sereno anticlericalismo cr¨ªtico efectivo. Iniciamos ahora otra etapa. El Equipo Dem¨®crata Cristiano del Estado Espa?ol -y de los grandes expresos europeos- se ha transformado calladamente en algo m¨¢s corto: Equipo Democracia Cristiana. Dentro de unas semanas se acortar¨¢ todav¨ªa m¨¢s y s¨®lo quedar¨¢n las siglas has hace unas semanas prohibida DC. El catolicismo pol¨ªtico espa?ol va a reunirse. Ahora ya no es confesional, lo mismo que Iglesia ya no es pol¨ªtica. La Iglesia espa?ola -lo hemos reconocido todos- ha prestado un gran servicio a Espa?a y a la Corona durante la transici¨®n. Todo indica que ahora desea cobrar, al contado y con fuerte inter¨¦s, ese grave servicio. Si en ¨¦pocas anterior el catolicismo pol¨ªtico espa?ol presentaba dos opciones, ahora se ha entrenado largamente con tres o cuatro. Dentro de ese r¨¦gimen de Franco, enfeudado a doctrina cat¨®lica hasta en sus mism¨ªsimas Leyes Fundamentales, naci¨® el Opus Dei, dentro un contexto eclesi¨¢stico, justo donde se reun¨ªan las m¨¢s sutiles relaciones de poder hacia el Estado y hacia la propia Iglesia, y el Opus Dei naci¨® otra alternativa de poder cristiano. El catolicismo pol¨ªtico ha segrega util¨ªsimas plataformas de poder durante la prolongada transici¨®n entre las que destaca, por su alto ¨ªndice de eficiencia, el grupo T¨¢ctico, tan aparentemente alejado del confesionalismo que tom¨® por ep¨®nimo al gran escritor que borbot¨® la primera gran blasfem¨ªa hist¨®rica contra el cristianismo, pero tan distinguidos j¨®venes pol¨ªticos no tienen por qu¨¦ conocer a fondo la historia romana.
La historia romana. Ah¨ª est¨¢n todas las claves.
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