La experiencia cooperativa de Ulgor en Mondrag¨®n impresiona a los brit¨¢nicos
Las cooperativas de Mondrag¨®n (Ulgor), en el Pa¨ªs Vasco, son objeto ?de un fascinante y desapasionado informe? escrito por un grupo de acad¨¦micos y periodistas subvencionados por la Fundaci¨®n Angloamericana, seg¨²n cuenta en el Times su director econ¨®mico, Peter Jay.
Para Jay, Mondrag¨®n es un ejemplo de c¨®mo las cooperativas obreras pueden arregl¨¢rselas con las realidades de vida industrial moderna. La ¨²nica salida para la dif¨ªcil conciliaci¨®n entre un alto ¨ªndice de empleo y las dificultades de la negociaci¨®n colectiva est¨¢ en el traspaso de las empresas de unas determinadas dimensiones a un r¨¦gimen cooperativo.
Las cooperativas de Mondrag¨®n vienen funcionando desde hace veinte a?os y salvando algunos riesgos que Peter Jay pone en evidencia en su art¨ªculo, demuestran que la tesis del director econ¨®mico del Times sobre lo que deb¨ªa pasar en el mundo industrial brit¨¢nico tiene su corolario en Espa?a.
En el informe que Peter Jay comenta se cita el caso de Ulgor, la cooperativa fundada en 1956 por el sacerdote Jos¨¦ Mar¨ªa Arizmendi, que comenz¨® con doce trabajadores y ahora emplea a 3.462 cooperativistas. ?Ulgor es ahora una importante fabricante de refrigerados, cocinas y m¨¢quinas lavadoras, con contratos para establecer plantas similares en Rusia, M¨¦xico y T¨²nez.? Jay pone ¨¦nfasis en el hecho de que Ulgor s¨®lo ha padecido una huelga -en 1974- en su historia.
La experiencia de Mondrag¨®n es imparable, porque cada a?o hay cuatro cooperativas nuevas. Con excepci¨®n del caso de Ulgor, el resto de las 58 cooperativas tienen de un centenar a mil empleados.
Junto con las cooperativas industriales est¨¢n las agr¨ªcolas, las de viviendas y las de consumo. Para apoyarlas hay otras cooperativas de servicios sociales, de investigaci¨®n y desarrollo y educacionales. Para los autores del informe que Jay comenta, el banco de la cooperativa -la Caja Laboral Popular- merece comentario aparte, porque de su capacidad de financiaci¨®n y de control del ahorro popular depende la creaci¨®n de nuevas cooperativas. La Caja Laboral corre el riesgo, seg¨²n Peter Jay, de reintroducir el ?tercer elemento? (que puede ser el Gobierno o el accionista), en las relaciones trabajador-cliente, haciendo que reaparezca el descuido de las realidades comerciales, que es la ruina de las relaciones industriales contempor¨¢neas de Gran Breta?a. ?Si los trabajadores le pueden echar la culpa "al banco", por imponer decisiones ingratas para el cliente, entonces se recrea la divisi¨®n entre "ellos y nosotros" que est¨¢ en la base de toda acci¨®n sindical contra la empresa.?
De todos modos, la esencia de las cooperativas de Mondrag¨®n est¨¢ en el hecho de que los trabajadores son los empresarios y eligen el consejo de administraci¨®n seg¨²n la ley que da a cada hombre su voto. Los trabajadores son tambi¨¦n los accionistas de las cooperativas. Esas circunstancias se reflejan en la ausencia de disputas salariales y de otro car¨¢cter que hacen que la experiencia de Mondrag¨®n haya sido ?un triunfo extraordinario?.
Los autores del informe se preguntan si el sistema de Mondrag¨®n podr¨ªa ser importado.
Jay anuncia que se seguir¨¢ ocupando del ?ejemplo de Mondrag¨®n?. El director econ¨®mico del Times es uno de los periodistas m¨¢s progresistas del Reino Unido, y su opini¨®n pol¨ªtica pesa mucho en este pa¨ªs, no s¨®lo porque sea yerno del primer ministro. El tema de la democracia industrial est¨¢ ahora en per¨ªodo de debate en Gran Breta?a, y Jay ha considerado que Mondrag¨®n puede resultar ?estimulante? en ese contexto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.