El terrorismo tambi¨¦n amenaza a los comunistas
Ser¨¢ muy dif¨ªcil que tras el asesinato del fiscal general Siegfried Buback, el Gobierno del canciller Helmut Schmidt consiga impedir la consabida reacci¨®n derechista contra las organizaciones y los militantes de izquierda. Tal reacci¨®n contribuir¨¢, sin duda, a acentuar a¨²n m¨¢s las divisiones existentes en la socialdemocracia y en el Partido Liberal, y a debilitar de esa manera a la coalici¨®n en el poder.
Pero lo m¨¢s grave del asesinato es que se ha producido, precisamente en el instante en que Alemania Federal se encuentra, por un lado, bajo la mira cr¨ªtica con que toda Europa occidental viene enjuiciando los esc¨¢ndalos policiales y las restricciones a las libertades, impuestas en la RFA durante los ¨²ltimos a?os —al socaire, justamente, de las actividades de los grupos extremistas— y. por el otro, cuando Bonn m¨¢s necesita de su cohesi¨®n interna y de una razonable fluidez internacional para reajustar su ostpo!itik cuidar de que la campa?a en favor de los derechos humanos en el Este no se convierta en un peligroso boomerang.
Lo peor que puede ocurrirle hoy al pa¨ªs es una caza de brujas generalizada. Algunos ya han querido ver en la muerte del se?or Buback la eterna ?mano del Este?). Se trata, seguramente, de una visi¨®n absurda, o interesada. Puede haber beneficios pol¨ªticos indirectos, o colaterales para el Este; pero una RFA inmersa en la dial¨¦ctica del terrorismo resultar¨ªa tambi¨¦n perjudicial, a la larga, para Mosc¨² y Pankow, cuya estrategia ideol¨®gica, e incluso militar, frente al Oeste, pasa por las negociaciones de la ?detente?. A quienes realmente ¨ª'avorece este golpe —por lo que conlleva de caos— es a la extrema izquierda y a la extrema derecha, cuyo ¨¢mbito de intereses estrictamente locales se ha visto muy restringido por la ?detente?.
El DKP, de obediencia sovi¨¦tica, puede encontrarse as¨ª, muy pronto, entre los principales damnificados. Con s¨®lo 40.000 militantes y un aire de circulo privado m¨¢s que de partido, el DKP ha conseguido, sin embargo, mediante sus organizaciones juveniles y asociaciones de estudiantes, montar un aparato que en los ¨²ltimos meses ha puesto en peligro la unidad de liberales y socialdem¨®cratas.
Algunos hechos recientes prueban su ¨¦xito en esa direcci¨®n: los j¨®venes socialistas del SPD (?jusos?) y la juventud dem¨®crata del Partido Liberal (?judos?) acaban, por ejemplo, de pronunciarse en favor de una colaboraci¨®n puntual con el llamado ?Comit¨¦ por la Paz, el Desarme y la Cooperaci¨®n Internacional?, aunque presionados por Brandt y Schmidt, los ?jusos? han debido renunciar, por el momento, a esa entente. En el caso de los ?judos?, la pol¨¦mica interna sobre la cuesti¨®n ha provocado, entre otras cosas, la renuncia de su presidente.
El DKP ha logrado adem¨¢s, con bastante fortuna, introducirse en los comit¨¦s de acci¨®n c¨ªvica antinuclear, en los que cohabitan con los democristianos. Seg¨²n el Frankfurter Alllgemeine Zeitung, estos grupos tambi¨¦n reciben subvenciones de la RDA, gran constructora a su vez de centrales nucleares.
Otra ¨¢rea donde el DKP ha avanzado en forma espectacular ha sido el de la campa?a de denuncia contra el berufsverbote (legislaci¨®n para impedir la presencia de izquierdistas en la Administraci¨®n p¨²blica). Seg¨²n el Gobierno de Bonn, el DKP trata de demostrar, por esa v¨ªa, que los atentados contra los derechos del hombre no constituyen una especialidad exclusiva del Este. Los socialcristianos del se?or Strauss insisten desde hace tiempo en que muchos de los detalles del affaire de las escuchas policiales fueron comunicados a la prensa por algunos ?portavoces? de las organizaciones paralelas del partido. Pero ni siquiera Strauss se ha atrevido a insinuar que esos detalles fuesen falsos, lo que prueba la efectividad del trabajo del DKP.
Ahora, el recrudecimiento del terrorismo en el pa¨ªs, y sus efectos ?dial¨¦cticos?, pueden limitar, e incluso poner fin, a la labor de muchos a?os. Poco, en verdad, tienen que agradecerle los comunistas de Bonn a los anarquistas.
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