El Partido Comunista ya es legal
EL PARTIDO Comunista Espa?ol es legal desde ayer tarde. Esta es una buena noticia, sobre todo para los no comunistas, porque contribuir¨¢ a clarificar el ambiente pol¨ªtico y a normalizar la situaci¨®n cara a las elecciones, que podr¨¢n celebrarse en un clima de pluralismo real. Tambi¨¦n porque ayudar¨¢ a desmitificar el tema del comunismo, situar su verdadera importancia y arraigo en el espectro espa?ol y analizar la credibilidad democr¨¢tica de sus posiciones.La inscripci¨®n del PCE en el Registro de Asociaciones har¨¢ desaparecer l¨®gicamente la presunci¨®n de ?licitud penal que reca¨ªa sobre algunos de sus dirigentes y militantes, procesados por supuesta infracci¨®n del art¨ªculo 172 del C¨®digo Penal.
Por lo dem¨¢s, sin esta medida las elecciones del pr¨®ximo mes de junio no hubieran sido pol¨ªticamente representativas (o, tal vez, ni siquiera se hubieran celebrado, por desistimiento de buen n¨²mero de grupos de la Oposici¨®n) con el Partido Comunista en la ilegalidad.
El pluralismo y el ejercicio de las libertades no admite excepciones ni recortes ideol¨®gicos. Cualquier limitaci¨®n a los derechos ciudadanos -y ninguno m¨¢s espectacular que privar del ejercicio del voto a un sector de la poblaci¨®n- puede extenderse como la carcoma y terminar por convertir en ruinas al edificio entero. Por eso ha de recibirse con satisfacci¨®n la resoluci¨®n del Gobierno; y es de ,desear, aunque no resulte del todo previsible, que este inicial precedente se confirme con la legalizaci¨®n de todos los dem¨¢s partidos puestos en cuarentena.
La situaci¨®n de ilegalidad del PCE, adem¨¢s de una injusticia, era una torpeza bien aprovechada por el propio partido, que supo sacar de ella una rentabilidad adicional. Desde ahora va a terminar la tregua t¨¢cita que grupos de la derecha democr¨¢tica y del socialismo le hab¨ªan concedido, en virtud de su especial situaci¨®n. Los comunistas van a tener que esforzarse en sacar una votaci¨®n respetable en las elecciones -ning¨²n sondeo les ofrece, por elmomento, m¨¢s del 8%- y aun en despojarse de viejas man¨ªas, como la de la infiltraci¨®n en organizaciones de todo signo, arraigadas durante la ¨¦poca de clandestinidad. Tambi¨¦n deben tener presente que son una de las muy pocas formaciones pol¨ªticas que acuden a las umas .con l¨ªderes y cuadros prot¨¢gonistas en la guerra civil, -y que ello supone un rechazo adicional en algunos sectores de la poblaci¨®n.
Pero es el tema de la credibilidad democr¨¢tica de sus postulados el que ha de seguir concentrando la atenci¨®n de los espa?oles, y de gran parte de pensadores y -pol¨ªticos occidentales que contemplan ciertamente absortos el fen¨®meno del eurocomunismo. Carrillo es, sin duda, uno de los grandes abanderados de ¨¦ste, y ello pese a las reticencias nunca ocultadas de la propia presidenta de su partido, Dolores Ibarruri.
?Es la postura democr¨¢tica de los comunistas meramente t¨¢ctica, o realmente sentida? ?0 es simplemente una imperiosa y forzada necesidad, asumida ante la imposibilidad pr¨¢ctica de convencer en las pugnas electorales a los europeos a que renuncien a'una tradici¨®n liberal de casi dos siglos, jalonados de luchas y esfuerzos que dejaron huella indeleble? Desde una perspectiva ideol¨®gica, la evoluci¨®n del comunismo europeo resulta real y su despegue con relaci¨®n a Mosc¨², bastante evidente. Ello noes sino la manifestaci¨®n de una transformaci¨®n impuesta por la propia evoluci¨®n de las sociedades occidentales. Pero, al propio tiempo, la libertad es un bien colectivo demasiado importante como para permitir su destrucci¨®n o su cercenamiento en un futuro democr¨¢tico que parece estar a la vuelta de la esquina. La experiencia hist¨®rica resulta desfavorable para los comunistas. All¨ª donde detentan el poder, la libertad, entendida al modo occidental, no existe. Vietnam y Camboya son dos ejemplos recientes. No es que en estos pa¨ªses hayan suprimiao la democracia -inexistente antes-, pero tampoco la han implantado. Por el contrario, han establecido sistemas totalitarios de Gobierno, que, m¨¢s o menos suavizados, representan la ¨²nica pr¨¢ctica comunista conocida experimentalmente. Europa occidental es, ciertamente, un ¨¢mbito muy diferente del Oriente Extremo. Y ello, en el an¨¢lisis marxista, es o debe ser determinante a la hora de adoptar una estrategia pol¨ªtica. De ah¨ª, quiz¨¢, cabe deducir que en los pa¨ªses europeos los partidos comunistas habr¨¢n de comportarse democr¨¢ticamente, es decir, habr¨¢n de aceptar el acceso y la salida del poder en funci¨®n de las cifras que arr¨®je el recuento de los votos libremente expresados. Pero si esta deducci¨®n es l¨ªcita, tambi¨¦n lo es la duda de aquellos sectores de la poblaci¨®n que no tienen que acudir al recuerdo de la guerra civil, pues les basta la experiencia del comportamiento reciente de los comunistas portugueses -por ejemplo- para alimentarla. Corresponde precisamente a los propios comunistas tratar de despejar esta duda sin dejar sombras de sospecha.
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